[Cap. 13] Conociendo mi ciudad: Barrio de Sol (Centro) 2ª parte

Habíamos dejado el capítulo anterior en la Plaza Mayor. Ahora vamos a abandonarla por el arco más famoso de los que tiene la plaza: el arco de Cuchilleros. Es evidente que recibe este arco ese nombre por conducir desde la plaza o zona alta y noble hasta la calle de los Cuchilleros, zona gremial, baja y popular. El arco, por tanto, es un portal casi interdimensional, -si se permite este término-, pues conducía de la zona noble y alta, ya que lo noble suele estar elevado; a la parte plebeya y baja de Madrid. Y no sólo podemos hacer este contraste, ya que el Madrid gremial es la representación también del Madrid viejo, tradicional; y la Plaza Mayor, aún teniendo también una gran antigüedad, representa el Madrid moderno, nuevo, en expansión.

Arco de Cuchilleros - ©JMPhotographia

Justo en las escaleras que bajan a la altura de la calle de los Cuchilleros hay un restaurante famoso y carismático: Las Cuevas de Luis Candelas. Este restaurante lleva el nombre de un conocido bandolero madrileño. Luis Candelas nació en una carpintería, negocio de su familia, pero él quiso ser librero, por lo que era un hombre culto y galán, sin embargo, la fama le vino de sus andanzas fuera de la ley. Asaltó la diligencia del embajador de Francia, haciéndose con joyas de gran valor e informaciones muy comprometidas; y robó en el taller de la modista de la regente María Cristina. Estas dos acciones son las más célebres de su carrera como bandolero y también las que le costaron la vida. Fue apresado en la provincia de Valladolid y traído a Madrid donde murió en el garrote vil. No sé si será verdad, pero dicen que el lugar donde está ahora el restaurante fue la guarida donde se escondía el hombre tras hacer algunas de sus travesuras.

No hace falta caminar mucho para llegar a otro restaurante que no se puede pasar por alto. Estamos hablando del Sobrino de Botín, el restaurante más antiguo del mundo. Se fundó en 1725 como Fonda Española por el francés Jean Botín. En 1868 el local pasó a manos de un sobrino, Cándido Remis, de donde proviene el nombre actual del establecimiento. Por aquellos momentos ya no era una fonda, es decir, un lugar de alojamiento. Curiosamente, en la obra de Benito Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta, aparece como pastelería.

El local de Sobrino de Botín, además de su evidente antigüedad, es lo que da al restaurante un aroma castizo y tradicional, ya que cuenta con mobiliario que reproduce la vida propia del siglo XVI, ya que Sobrino de Botín está relacionado con un restaurante más antiguo aún llamado “Hostería Española” que fue fundado en 1621 y estaba situado en la Plaza de los Herradores. Hay que aclarar que el título de restaurante más antiguo se refiere a establecimiento de hostelería operado de manera ininterrumpida, ya que hay algunos restaurantes más antiguos que no cumplen este requisito.

Bajando por la calle de los Cuchilleros volvemos a un lugar ya conocido y ya visitado: la Plaza de Puerta Cerrada. Llegando allí hacemos un giro de muchísimos grados a nuestra izquierda para volver a dirigirnos al norte, aunque esta vez por la calle de los Latoneros, que nos pone en segundos en la calle de Toledo, que recién se estrena en su recorrido. Siguiendo por la calle Imperial, que se dirige al noreste, llegamos a la Plaza de la Provincia. Esta plaza recibe su nombre desde que se construyó junto a ella el Palacio de Santa Cruz, que sirvió de cárcel y de sede de las Escribanías de la Provincia.

Hoy, en el Palacio de Santa Cruz está instalada la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. Como ya hemos dicho, el edificio funcionó como cárcel hasta el reinado del primer rey borbón, Felipe V, que lo transformó en palacio para albergar de Sala de Alcaldes de Casa y Corte, aunque dejando algunas dependencias con su antiguo uso de cárcel hasta 1767. Fue entonces cuando el edificio tomó su nombre actual tomándolo de la cercana Parroquia de Santa Cruz, derribada en 1869. Hay un dicho castizo que es “Ir a dormir bajo el ángel” que hace referencia a la figura del arcángel Miguel que corona la fachada del palacio: evidentemente ese dicho tenía el significado de “entrar en prisión”.

Plaza de Santa Cruz - ©JMPhotographia

Otro punto destacable de la Plaza de la Provincia es la Fuente de Orfeo. No podemos empezar a hablar de esta fuente sin explicar que ésta no es la Fuente de Orfeo original, sino un “engendro”, -en el buen sentido de la palabra-, compuesto por los restos de otras fuentes del siglo XIX y coronada por una réplica de la estatua que coronaba la fuente original.

Iglesia de Santa Cruz - ©JMPhotographia

La Fuente de Orfeo original fue construida bajo el reinado de Felipe III. Estaba totalmente enlosada y contenía un total de 8 escudos en su contorno, culminaba con un grupo escultórico que representaba a Orfeo y a su perro, hecho que hizo que también se la conociera como la Fuente del Perro.

Madrid es una ciudad de plazas contiguas, tiene varias, y ya hemos visto algún ejemplo de ello: Plaza del Ángel y Plaza de Santa Ana; Plaza de San Martín y Plaza de las Descalzas; y aquí también tenemos un caso. Junto a la Plaza de la Provincia está la Plaza de Santa Cruz. Esta plaza es muy antigua, ya que existía en tiempos de Felipe II, pero se fue ampliando en sucesivos momentos, y sobre todo tras ser demolida la antigua parroquia de Santa Cruz. Desde tiempos antiguos la plaza ha tenido usos de mercado, primero fue un mercado de telas y posteriormente se reconvirtió en un lugar donde se ofrecía y contrataban mujeres para servir de nodrizas.

Desde la Plaza de Santa Cruz se ve muy claramente la notable torre de la Iglesia de Santa Cruz, situada en la calle de Atocha, que por ahí cuenta sus números más bajos. La iglesia ocupa el lugar donde antes hubo un convento, concretamente el de Santo Tomás de Aquino, fundado en 1583. Este convento y su iglesia, sufrieron a lo largo de su historia toda suerte de accidentes e incendios. La iglesia se incendió en 1652, lo que ocasionó la ruina total del complejo, que fue derribado y levantado nuevamente en 1660. En 1726 se desplomó el techo del altar mayor matando a más de 80 personas. En 1756 sufrió otro incendio, y en 1876 otro más que resultó definitivo. Se procedió al derribo del edificio y en 1886 se levantó el inmueble actual. El templo que podemos ver y visitar hoy es de estilo neogótico y cuenta con una torre de más de 80 metros de altura que fue la mayor altura de la ciudad hasta la construcción del Edificio de la Fundación Telefónica en la década de 1920.

De la Plaza de Santa Cruz sale por su parte norte la calle de Esparteros. Antes de que termine su recorrido en la Calle Mayor tomé a la derecha la calle del Marques Viudo de Pontejos que desemboca en la Plaza de Pontejos. Esta plaza quedó formada en 1841 tras el derribo de un convento, -parece que en Madrid se han formado muchas plazas así-, concretamente el Claustro de San Felipe, que había quedado intacto de una anterior demolición del convento del mismo nombre que lo contenía. Recibe el nombre de Joaquín Vizcaíno, marqués de Pontejos, que fue también alcalde de Madrid. La plaza es famosa porque desde principios del siglo XX han estado instalados en ella los Almacenes Cobián, dedicados a la mercería, un lugar donde se pueden encontrar botones, abalorios, hilos, hebillas, cremalleras, lentejuelas y demás asuntos propios de la mercería que casi no pueden hallarse en ningún otro lugar.

Real Casa de Postas - ©JMPhotographia

En uno de los laterales de la plaza está la Real Casa de Postas. Si lo miramos con otra perspectiva podemos decir que es el edificio que está justamente a la espalda del edificio del reloj de la Puerta del Sol, del que hablaremos luego. A la Real Casa de Postas se la conoce también como Cuartel de Zaragoza o Cuartel de Pontejos. Es un edificio de corte neoclásico que se proyecto como complemento a la Real Casa de Correos que tiene delante. Algunas de las dependencias que albergaba fueron transferidas al edificio mayor, por lo que el uso de este edificio se dedicó básicamente a la tenencia de telégrafos y añadiendo un uso de cuartel que albergaba dependencias de la Policía. Continuó siendo un cuartel de policía hasta el año 2000, en el que el Estado cedió este edificio a la Comunidad de Madrid. Después de la rehabilitación pertinente, se instaló aquí la Conserjería de Presidencia de la Comunidad de Madrid en 2003.

De la Real Casa de Postas realicé una especie de recorrido en zigzag por el sur de la Puerta del Sol que me llevó por las calles de San Ricardo, de Carretas, de Cádiz, de Espoz y Mina, por el pasaje de Matheu, y finalmente por la calle de la Victoria hasta llegar a su confluencia con la Carrera de San Jerónimo. Justo allí, a mi derecha, está el Lhardy. Este restaurante es otro de los históricos, centenarios de Madrid. Fue fundado en una fecha tan temprana como 1839. Al igual que el Botín, también fue fundado por un francés, en este caso por Emile Huguenin Lhardy. Empezó a prestar sus servicios como pastelería, -algo que también sucedió con otros restaurantes-, y poco a poco comenzó también a preparar y servir comidas. El Lhardy de hoy es una tienda en su planta baja y un restaurante con varios salones en su planta alta. Además de esto, también es un servicio de cátering de alta cocina que sirve comidas a hoteles y a celebraciones de gente importante.

La fama del Lhardy comenzó muy pronto, ya que aparece mencionado por Mesonero Romanos en nada menos que 1841 por la realización del bautizo del primer hijo del Marqués de Salamanca. Con esta recién adquirida fama el restaurante comenzó a ser visita obligada para los personajes famosos de la época. También llegó al Lhardy la fama de sus altos precios. Tras pasar por las manos de varios miembros de la familia Lhardy el restaurante pasó a propiedad de alguno de sus empleados

Siguiendo por la Carrera de San Jerónimo en dirección este llegamos a la Plaza de Canalejas. Es una plaza redonda y muy vistosa, con edificios de fachadas muy ornamentadas y llamativas. Entre estos inmuebles, los más llamativos son la Casa de Allende y el Edificio Meneses, que comparten parcela y remate en sus partes altas. La Casa de Allende es la que tiene un remate en punta por encima de su torreón. Fue construida entre 1916 y 1920 por el arquitecto Leonardo Rucabado para Tomás Allende. Es un edificio totalmente singular en la arquitectura madrileña. Tiene un mirador de madera al estilo cántabro en el que, según dicen, se ven una vistas magníficas del entorno. El Edificio Meneses queda siempre a la derecha de la Casa de Allende y pegado a ella. Se le distingue también por su remate columnado en el torreón que sobresale de la estructura del propio edificio. Fue construido antes que su compañero, entre los años 1914 y 1915 en un estilo ecléctico.

En la Plaza de Canalejas hay también un establecimiento con mucha historia. Me refiero a La Violeta, una tienda de caramelos que tiene o cumplirá este año 103 años de existencia.

Plaza de Canalejas - ©JMPhotographia

La calle de la Cruz, que viene de la Plaza de Jacinto Benavente, se convierte en la calle de Sevilla tras atravesar la Plaza de Canalejas. Avanzando por ella llegamos a otro punto ya visitado, que no es otro que la calle de Alcalá a la altura del Edificio del Banco de Bilbao con sus cuadrigas, que queda a la derecha. A la izquierda hay un edificio grandísimo y muy característico de la calle de Alcalá y que actualmente está siendo reformado profundamente y, por tanto, lleno de andamios y lonas bastante aparatosas. Me estoy refiriendo al Palacio de la Equitativa.

A este edificio también se le conoce como el edificio del Banco Español de Crédito. Ya de entrada su planta trapezoidal y su localización entre las calles de Alcalá y de Sevilla lo convierten en un edificio singular. Recibe su nombre de Palacio de la Equitativa por la Compañía de Seguros La Equitativa para la que fue construido a finales del siglo XIX. El otro nombre se lo debe a su segundo dueño, el Banco Español de Crédito, casi más conocido como Banesto y, claro, por Mario Conde. Varias fusiones entre bancos propiciaron que el edificio acabara en posesión del Banco de Santander, que lo vendió en 2012. Las lonas que hoy asoman en su fachada anuncian la apertura de un hotel de lujo de la cadena Four Seasons. La forma del solar propició la construcción del edificio dando mucha importancia al chaflán, que fue rematado con un pequeño templete con reloj que sobresale por arriba de la altura de las plantas que conforman el edificio.

Palacio de la Equitativa - ©JMPhotographia

En frente del Palacio de la Equitativa, al otro lado de la calle de Alcalá hay dos edificios colindantes de los que tenemos que hablar. En primer lugar la sede del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Esta institución tiene sus orígenes en 1744 en pleno seno de la Ilustración española. En sus inicios fue una Academia, que no tardó mucho en convertirse en “Real” que se encargaba de promocionar y proteger las artes, en principio la escultura, la pintura y la arquitectura. A lo largo de la historia se han añadido otras disciplinas como el grabado y la música en un primer momento; y la televisión, la fotografía, el vídeo y la cinematografía después.

Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando - ©JMPhotographia

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando cuenta con un museo que reúne una colección extraordinaria, no tanto en calidad, -categoría en la que es aventajada por la del Museo del Prado y la del Museo Thyssen-; pero si en abundancia. Entre las obras pictóricas que se pueden contemplar -a veces con restricciones- hay ejemplos de El Greco, José de Ribera, Zurbarán, Sorolla, Romero de Torres, Zuloaga, Daniel Vázquez Díaz, Juan Gris, Picasso, etc.

Sin embargo, sobre todo, el museo recoge la segunda mejor colección de Goya de Madrid, obviamente después de la del Museo del Prado. Además de autores españoles en el museo hay obras de autores extranjeros, obre todo italianos como Tiépolo, Bellini, Coreggio, Bassano, Arcimboldo, Luca Giordano; pero también de otras escuelas como Rubens, Mengs, y autores menos conocidos para el público general. Además de pintura, la colección del museo también cuenta con muchísimos dibujos y grabados y también con esculturas.

El Palacio de Goyeneche es el edificio que alberga tanto la propia sede como el museo. Ocupa un solar en el que anteriormente se levantó un viejo caserón que era conocido como “Mesón de la Miel”, que fue comprado en 1724 por el banquero Juan de Goyeneche con la intención de construir allí su palacio. Para tal propósito contó con los servicios del arquitecto  José Benito de Churriguera, si bien éste falleció antes de casi siquiera ponerse manos a la obra, teniendo que continuar la labor su propio hermano, Alberto de Churriguera. En 1773, por decisión de Carlos III, y dada la insuficiencia de espacio de la Casa de la Panadería, sede de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en ese momento, se realizaron unas grandísimas reformas en el edificio que lo despojaron de casi toda su anterior ornamentación en su fachada que, obviamente, era de estilo churrigueresco.

Justo al lado tenemos el Casino de Madrid. Esta institución surgió en 1836 como una especie de Ateneo cultural o club social, un espacio de esparcimiento reservado para las clases altas, algo parecido a los famosos clubes de caballeros ingleses en los que estaban totalmente vetadas las mujeres. El edificio actual, -ya que la institución ha estado vinculada a varias sedes-, es de estilo castizo de principios del siglo XX. Destaca la monumental escalera en su patio interior, diseñada por José López Salaberry; y la biblioteca de estilo neogótico. Por todo el interior hay obras de pintores del siglo XX y de escultores de la talla de Mateo Inurria o Mariano Benlluire. Las vidrieras, como en otros muchos casos, son obra de la casa Maumejean.

De la calle de Alcalá sale, hacia el norte, la calle de la Virgen de los Peligros. Pasando dos calles, la tercera que aparece es la del Caballero de Gracia, una calle que también ya hemos visitado en un anterior capítulo. Sin embargo, vamos a recorrer justo la parte contraria a la que ya conocemos: el objetivo es llegar hasta el Real Oratorio de Caballero de Gracia. Estamos hablando de una iglesia de estilo neoclásico, a pesar de su inusitado nombre. Pertenece a la Real, Antigua y Venerable Congregación de Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento, -ahí es nada-, fundada por un libertino y especulador inmobiliario de Módena que posteriormente se hizo sacerdote y que se llamaba Jacobo de Grattis, más conocido como el Caballero de Gracia.

El Real Oratorio ocupa el lugar de otro edificio anterior construido en 1654 que ya un siglo después estaba en un estado de máximo deterioro. Se encargó su rehabilitación a Juan de Villanueva, quien tras su viaje a Italia había regresado y permanecía en un segundo plano como arquitecto real tras Francesco Sabatini. Las obras se llevaron a cabo entre 1782 y 1795, más años de los necesarios por problemas de financiación. La obra fue terminada por Juan Pedro Arnal, ya que la Congregación despidió a Villanueva por creer que su proceder ralentizaba la obra y ponía en peligro un muy generoso donativo de un benefactor. La fachada que da a la calle del Caballero de Gracia no se culminó hasta 1830. Años después, con la construcción de la Gran Vía, que conllevó la demolición de la casa de los capellanes y otras dependencias, tuvo que construirse una fachada en la parte norte que da a la propia Gran Vía.

Al llegar al final de la calle estamos en el ensanchamiento de la calle de la Montera, un espacio que también se llama, aunque de manera oficiosa, la Red de San Luis. El uso de la palabra “red” está justificado por el número de calles que confluyen en el espacio, no olvidemos: Gran Vía, calle de Fuencarral, calle de Hortaleza y la propia calle de la Montera, además de la del Caballero de Gracia; y respecto a “San Luis”, este nombre precede, -y si estáis pensando en un convento casi lo estáis adivinando- de la antigua presencia de la Iglesia de San Luis Obispo, quemada y destruida en los inicios de la Guerra Civil. En este espacio hubo desde el siglo XVII y hasta el siglo XIX un mercado de comestibles, sobre todo de frutas, hortalizas y pan.

Red de San Luis - ©JMPhotographia

Y ahora si, por fin, o por desgracia, vamos a recorrer juntos toda la calle de la Montera en dirección sur, hasta la Puerta del Sol, donde termina este capítulo, este barrio y este distrito de Madrid. La calle de la Montera es, en realidad, una cuesta que tiene su parte más alta en la Gran Vía y su parte más baja en la Puerta del Sol. El nombre de la calle tiene su origen en el rey Sancho IV, quien pasando por este camino perdió su montera, hecho que, según parece, le causó un gran enojo. Esta historia parece un poco forzada y por ello poco creíble a mi entender. Por ella se paseaban en el siglo XVIII personajes ilustres y elegantes, pero en el siglo XIX se convirtió en un enclave mucho más populachero, con tabernas y otros garitos, como la “Pica Lagartos” que aparece en Luces de Bohemia. En el siglo XX apareció habitada por la prostitución.

La Puerta del Sol es a Madrid lo que el Foro Romano es a Roma -o casi-, pues es un espacio público en forma de plaza destinado a ser el centro de la gran ciudad, y por qué no decirlo: de un gran imperio. En sus orígenes no era el centro de la ciudad ni mucho menos, sino uno de los lugares por lo que pasaba la cerca que rodeaba la ciudad en el siglo XV. La puerta de dicha cerca que abría un hueco en el muro tenía grabado un pequeño sol que dio origen a la denominación que hoy en día se conoce casi en todos los rincones del mundo. Sin embargo, la Puerta del Sol no ha sido siempre un espacio definido en forma de plaza, sino que alguna vez fue un lugar de paso más ordinario y menos señalado. La plaza comenzó a ser tal tras la construcción de la Real Casa de Correos, ya que este edificio condicionó de alguna manera la posterior organización del espacio. Entre 1857 y 1862, tras el derribo de edificios bastante antiguos que allí se situaban como el Convento de San Felipe o la Iglesia del Buen Suceso, se configuró la plaza tal como hoy es conocida, con la forma semicircular tan característica. Después de eso, la plaza ha sufrido alguna que otra reforma que ha apartado a los coches del espacio y que ha traído un intercambiador de transportes.

Puerta del Sol - ©JMPhotographia

En la Puerta del Sol hay varios establecimientos e hitos de los que tenemos que hablar, pero vamos a ir hablando de ellos según me los fui encontrando en mi recorrido. Como quiera que accedí a la Puerta del Sol por la calle de la Montera, lo primero que me encontré a mi derecha, fue Casa de Diego. Este establecimiento es, básicamente, una tienda de abanicos y otros complementos del vestir como pueden ser paraguas, sombrillas y bastones. Fue abierto por Manuel de Diego en 1800, aunque no precisamente en su ubicación actual. Todo lo que vende Casa de Diego ha sido confeccionado de manera artesanal por ellos mismos en su taller, por lo que son productos de gran calidad y también únicos y exclusivos. Casa de Diego es el referente mundial en su ramo, y por ello son suministradores de muchas casas reales europeas.

La Mariblanca - ©JMPhotographia

Muy cerca de la boca de la calle del Arenal hay una estatua muy madrileña que tiene mucha historia y que representa a la diosa Venus: la Mariblanca. Esta estatua es el único resto que queda de la Fuente de la Mariblanca que estuvo ubicada en la Puerta del Sol entre los años 1630 y 1838. Esta fuente, que fue la primera fuente ornamental situada en la Puerta del Sol, recibió también los nombres de Fuente de la Fe, Fuente del Buen Suceso, Fuente de Venus, Fuente de Diana o Fuente de las Arpías. La estatua de la Mariblanca, sin embargo, ha viajado bastante por Madrid, pues de la Puerta del Sol pasó a la Plaza de las Descalzas, tras ser desmontada la fuente que coronaba. En 1892 pasó a estar guardada en los almacenes municipales, casi olvidada, hasta que en 1914 se instaló en El Retiro, donde permaneció hasta 1969, año en el que se desplazó al Paseo de Recoletos. En los años 80 del siglo XX fue colocada en el zaguán de la Casa de la Villa, pero se realizó una copia que ha estado situada desde 1986 en diferentes puntos de la Puerta del Sol.

La decisión de hacer esta copia se debe buscar en las frecuentes vandalizaciones que sufrió la estatua cuando estuvo situada en su última ubicación abierta en el Paseo de Recoletos. Su nombre popular se impuso por la blancura del mármol en el que fue tallada y por no ponerse de acuerdo los cronistas en la figura que representa la estatua. El amorcillo que está situado a su lado parece sugerir que se trata de Venus, pero no obstante se ha dicho ser representación de Diana e incluso una especie de personificación o alegoría de la Fe.

En la esquina de la plaza con la calle Mayor está La Mallorquina, una pastelería y café de tertulia fundado en 1894. Esto que acabo de decir sería verdad si no fuese inexacto. La Mallorquina como tal existía desde antes, pero tenía su sede en la calle de Jacometrezo. En 1894 fue cuando el negocio se trasladó a la Puerta del Sol tras comprar el local donde había un café y salón de té propiedad de Antonio Garín. La empresa, fundada por tres socios, -uno de ellos mallorquín-, trajo de las Baleares la sobrasada y las ensaimadas, que popularizó servidas junto con chocolate.

El edificio más antiguo de la Puerta del Sol es Real Casa de Correos, construida entre los años 1766 y 1768 y situada en la parte sur de la plaza, ocupando un lugar central en la misma. No en vano, como ya dije, es el edificio más antiguo de la plaza y el centro sobre el que se realizó la posterior reurbanización de la misma. Destaca por su reloj, que cada año desde 1962 es el protagonista de las Campanadas de Año Nuevo de muchos españoles. Este edificio ha tenido usos varios, y siempre ha estado relacionado con la Real Casa de Postas, que está a su espalda y del que hemos tenido la oportunidad de hablar en este mismo capítulo.

Real Casa de Correos - ©JMPhotographia

Pensado para ser la Casa de Correos, el edificio albergó la Capitanía General, el Gobierno Militar y un cuerpo de guardia civil para prevenir revueltas y motines que pudieran producirse en la zona más céntrica de la ciudad. Durante la etapa franquista el edificio se convirtió en la Dirección General de Seguridad, un lugar sombrío donde estaba prohibido cualquier tipo de manifestación y donde se instalaron prisiones donde se detenía y a veces torturaba a toda aquella persona perteneciente a la oposición clandestina al régimen. Con la llegada de la Democracia se instaló allí la Presidencia de la Comunidad de Madrid.

Justo debajo del reloj que sirve para celebrar el comienzo de cada año con las famosas Campanadas televisadas se ubica una placa pegada en el suelo que marca el comienzo de todas las carreteras radiales que salen de Madrid. Esta placa recibe el nombre de Kilómetro Cero, y es bastante famosa entre los visitantes. La placa expuesta actualmente es nueva, estrenada en 2009.

Kilómetro Cero - ©JMPhotographia

En la boca de la calle de Alcalá, finalmente, encontramos la escultura -o mejor grupo escultórico- más característica de Madrid, o una de las que más, que no es otra que la estatua del Oso y el Madroño. Esta estatua, -llamémosla así para abreviar-, es una representación del escudo de armas de la ciudad que ya estaba creada como tal en fecha tan temprana como el siglo XIII. Según parece, los osos eran animales abundantes en el Madrid primigenio y el que se puso en el escudo sería un ejemplar que cazó en rey Alfonso XI. Un siglo después, ya en el siglo XIII, se cambiaría la torre que estaba junto al oso por un madroño, árbol que también era abundante en los alrededores de la ciudad por una disputa sobre unos dominios, quedando los arbolados para la ciudad y los pastos para el Cabildo de la Clerecía. No es una historia particularmente bonita y tampoco coinciden en absoluto las fechas, ya que Alfonso XI vivió enteramente en el siglo XIV, no en el siglo XII.

Respecto a la estatua en sí, es obra en piedra y bronce de Antonio Navarro Santafé y fue inaugurada en 1967. Siempre ha estado en la Puerta del Sol, pero ha pasado por diferentes localizaciones dentro de la misma.

El oso y el madroño - ©JMPhotographia

Con este capítulo hemos terminado nuestro recorrido por el distrito de Centro de Madrid. Hemos terminado de pasear por el distrito más histórico, turístico y afamado de la capital de España. Pero Madrid es más grande y debo seguir con mi tarea. Ya estoy pensando en el distrito de Arganzuela, que acometeré próximamente. No obstante, voy a descansar un poco, una semana al menos.

A partir de ahora preveo capítulos más cortos, con menos puntos de interés, pero iguales, en esencia, a estos primeros trece capítulos. Me está gustando mucho hacer esto y me felicito cada día por la idea que tuve de hacer esto. Espero que a vosotros también os esté gustando y que os resulte, de alguna manera, útil y educativo. Me gustaría que estéis conociendo Madrid como yo lo estoy haciendo. Nos vemos en el distrito de Arganzuela.

Todas las fotos de la segunda parte del recorrido por el barrio de Sol:

Todos los días una nueva foto en color del proyecto en Instagram. JMPhotographia en las redes sociales:

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