Entramos ya en el barrio de Los Jerónimos, lugar que recibe su nombre de la Iglesia de los Jerónimos -nombre popular- o San Jerónimo el Real, siguiendo el nombre más antiguo usado cuando la iglesia era también monasterio. El barrio se formó sobre terrenos que pertenecían a los reyes y que formaban parte del antes más amplio Real Sitio del Buen Retiro. Fue la reina Isabel II la que los vendió al Estado para su urbanización. El barrio comenzó a tomar forma en 1865.
El barrio de Los Jerónimos está delimitado por las calles de Alcalá y de O’Donnell por el norte; por la Avenida de Menéndez Pelayo por el este, que rodea el lado oriental del Parque del Retiro; por el Paseo de la Reina Cristina por el sur; y por el Paseo del Prado por el oeste. Como ya dijimos en el capítulo anterior al presentar este barrio, hay dos zonas muy distinguibles en él: lo que está dentro del parque y lo que está fuera. En la parte de fuera, que es la primera que vamos a abordar, hay edificios importantes como el Museo del Prado, el Real Jardín Botánico, la Iglesia de los Jerónimos, varios museos relacionados con la guerra, el Palacio de Cibeles y la famosísima en el mundo entero Puerta de Alcalá. Por otra parte, dentro del parque tenemos paseos, fuentes ornamentales, muchos árboles, muchas personas, pavos reales, estanques, barcas y cualquier otro elemento que tengamos en nuestra cabeza relacionado con el ínclito Parque del Retiro.
Los Jerónimos en un barrio en el que no todo el mundo puede vivir, ya que se trata de un barrio demandado por gente de alto poder adquisitivo donde las viviendas llegan a alcanzar un valor de 12 mil euros por metro cuadrado. El barrio de Los Jerónimos compite bastante bien en lo que se refiere a viviendas de lujo y presencia de políticos y banqueros con el distrito de Salamanca, que muchos madrileños llaman “barrio ” a pesar de que no lo sea. Los motivos para que esto sea así ya los hemos mencionado: es la proximidad de todo lo que hay fuera del parque y del parque mismo.
Los Jerónimos es el barrio más grande de todo el distrito, ya que supone casi el 35% del terreno de todo el distrito. También es el barrio con menor población de todo Retiro, con poco más de 7 mil almas. A pesar de que dije que intentaría dedicar un sólo capítulo a todo lo que hay fuera del parque, esto va a resultar imposible de realizar, por lo que, aunque yo no quiera, tengo que dividir el contenido de dos partes.
Comencé mi recorrido saliendo por la boca del metro de la estación de Atocha Renfe. En ese punto sólo que hay alzar la vista hacia el sitio apropiado para ver las cuatro columnas de la fachada del Museo Nacional de Antropología. Nos encontramos en la confluencia del Paseo de la Infanta Isabel y de la calle de Alfonso XII. En su interior, como no podía ser de otra manera, se encuentran muestras de la culturas humanas desarrolladas en los cinco continentes. Su inauguración se produjo en 1875 y fue el primer museo antropológico de España, si bien su primer nombre fue el de Museo Anatómico.
El edificio que alberga la sede del Museo Nacional de Antropología fue construido entre los años 1873 y 1975 por Francisco de Cubas con el objetivo de ser casa y museo del doctor Velasco, su fundador. Tiene tres plantas, la inferior dedicada a antropología física y Asia y también a exposiciones temporales; la primera a África; y la superior a América. En un primer momento las escaleras de acceso estaban flanqueadas por dos estatuas sedentes de Miguel Servet y Francisco Vallés, aunque ambas desaparecieron en una reforma posterior.
El museo nació a iniciativa de Pedro González Velasco, de profesión médico, que quiso crear una institución para dar albergue a sus propias colecciones, todo ello en la línea del Museo Británico. Tras la muerte de su fundador, el museo pasó a ser el Museo Nacional de Ciencias Naturales, y quedó instalada en él la correspondiente sección de antropología. No fue hasta 1910 que volvió a convertirse en museo antropológico al escindirse el Museo Nacional de Ciencias Naturales mediante una Real Orden. Durante el Franquismo pasó a llamarse Museo Nacional de Etnología, pero se volvió a independizar otra vez en 1952, si bien perdió diversos objetos que pasaron a formar parte del Museo Arqueológico Nacional. Por fin, en 1993, volvió a recuperar su nombre actual, pero en el museo estaban también las sedes del Museo Nacional de Etnografía y del Museo Nacional del Pueblo Español hasta el año 2004 en que se creó el Museo del Traje, que recibió las colecciones presentes en el Museo Nacional del Pueblo Español.
Andando por el Paseo de la Infanta Isabel en dirección a la Glorieta de Carlos V nos encontramos con la sede del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, un edificio impresionante por su tamaño y vistosidad. Su sede es el llamado Palacio de Fomento, construido en los años 90 del siglo XIX con un proyecto del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco en un solar que, en principio, estaba destinado para ser ocupado por la Facultad y Escuela Central de Artes y Oficio y de Comercio. Debe su nombre a que inicialmente albergó la sede del Ministerio de Fomento. Mirando al edificio no se puede pasar por alto el grupo escultórico de La Gloria y los Pegasos, obra de Agustín Querol. Desde 2014 se puede visitar, ya que en su interior hay importantes obras de arte procedentes de Patrimonio Nacional y del cercano Museo del Prado.
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación fue creado en 1981, siendo Calvo-Sotelo presidente del gobierno. Desde entonces ha estado activo con algunos cambios en sus competencias, ya que a veces ha tenido competencias en Medio Ambiente. Entre sus competencias actuales está la de elaborar legislación relativa a materias agrícolas, pesqueras y alimentarias, la propuesta y ejecución de políticas sobre estas materias, así como la representación del Estado en los organismos internacionales correspondientes.
Pasado el Palacio de Fomento nos encontramos, ya en el Paseo del Prado con la calle de Claudio Moyano, mucho más conocida bajo el nombre de Cuesta de Moyano. Esta calle peatonal es famosa por razones culturales, en concreto, por sus puestos de venta de libros, de segunda mano en muchos casos. En la calle hay dos estatuas: al inicio de la subida hay una de Claudio Moyano, que fue el político que impulsó la Ley de Instrucción Pública de 1855; y al final de la cuesta hay otra del escritor Pío Baroja que fue sacada de dentro del Parque del Retiro. En toda aquella zona se disponía antiguamente un zoo que formaba parte de un área en el que se querían potenciar las ciencias naturales y de cuya pretensión quedan todavía vestigios como el Real Observatorio Astronómico, el Jardín Botánico o el Museo del Prado, que en un principio fue un Gabinete de Historia Natural.
Justo al norte de la Cuesta de Moyano está el Real Jardín Botánico al que se accede por la Plaza de Murillo que, -como su nombre indica-, yace junto a la Puerta de Murillo del Museo del Prado. El Jardín Botánico fue creado en 1755 por una Real Orden de Fernando VI. En un principio se creó cerca del río Manzanares, pero no tardó mucho en ser trasladado a su ubicación actual junto al Paseo del Prado, hecho que ocurrió en 1781. El Real Jardín Botánico tiene su origen en un jardín botánico previo que fundó Felipe II junto al Palacio Real de Aranjuez.
En el proyecto inicial de Fernando VI intervino el arquitecto de la corte Francesco Sabatini, que proyectó una distribución a tres niveles que hoy en día albergan plantas procedentes de América, el Pacífico y Europa. Después de Sabatini intervino también Juan de Villanueva, que racionalizó el proyecto adaptándolo a su función científica y docente. Además, también creó lo que hoy se conoce como “Pabellón Villanueva”, una obra con mayor peso estético y menor peso científico, destinado finalmente a ser la biblioteca y las aulas de las cátedras de botánica y de agricultura.
El Jardín Botánico fue receptor de plantas obtenidas en numerosas expediciones cientíicas realizadas por todo el mundo fruto de las cuales también recibió dibujos, semillas, pliegos de herbario, etc. convirtiendo al Jardín Botánico de Madrid en uno de los más importantes jardines botánicos de Europa en el siglo XIX. En 1882 el Real Jardín Botánico vio mermados sus terrenos, ya que parte de ellos se destinaron a la construcción del ya mencionado Palacio de Fomento. Cuatro años después, en 1886, un famoso ciclón que asoló Madrid derribó una gran cantidad de árboles muy valiosos. En 1893 también se abrió la Cuesta de Moyano también a costa de los terrenos del Jardín. En 1974 fue cerrado después de varios años de abandono administrativo con el fin de realizar profundas reformas estructurales.
Y si, lo siguiente que nos encontramos caminando en sentido norte por el Paseo del Prado es el Museo Nacional del Prado. Ya hemos dado algunas pinceladas acerca del origen de este museo pictórico que, concebido en un principio por José Moñino y Redondo, el nombre que hay detrás del “Conde de Floridablanca”, -y a su vez Primer Secretario de Estado de Carlos III-, como Real Gabinete de Historia Natural. Todo ello formaba parte, como ya hemos dicho, de un proyecto de urbanización de la zona con espacios dedicados a las ciencias y saberes.
El proyecto del Museo del Prado fue aprobado por el rey Carlos III en 1786, suponiendo la culminación de la carrera de Juan de Villanueva, si bien el resultado final se apartó un poco, debido a la duración de las obras y a otros avatares, del diseño concebido inicialmente. Las obras se produjeron durante el reinado de dos reyes, Carlos III y Carlos IV. El edificio del Museo del Prado se inauguró prácticamente en los inicios de la Guerra de la Independencia, hecho que motivó su uso como cuartel de caballería y que sufriera daños propios de su uso bélico.
Fue el siguiente monarca borbón, Fernando VII, y más particularmente su esposa, Isabel de Braganza, quienes, a partir de 1818 recuperaron el edificio, prácticamente en estado de ruina, y con diseños nuevos del propio Villanueva, y tras su muerte, de Antonio López Aguado, discípulo suyo, y con fondos personales de la corona, restablecieron el edificio del futuro Museo del Prado, que fue inaugurado en noviembre de 1819 con el inicial nombre de “Museo Real de Pinturas”. En la inauguración el museo contaba con un total de 311 cuadros de pintores de la escuela española expuestos en 3 salas. A medida que se iba terminando el edificio se fueron abriendo nuevas salas con más obras de arte que estaban almacenadas esperando ser exhibidas.
En 1868, tras el destronamiento de Isabel II en la llamada Revolución Gloriosa, el museo pasó de la titularidad de la corona española al de los “bienes de la Nación”. Cuatro años más tarde, el museo recibió los bienes del Museo de la Trinidad, un museo creado gracias a la aplicación de la Desamortización de Mendizábal de 1836. Al fusionarse ambos museos, el museo resultante pasó a llamarse Museo Nacional de Pintura y Escultura, que era la denominación oficial que había tenido hasta ese momento el propio Museo de la Trinidad. No fue hasta que se ejecutó un Real Decreto en 1920 que el museo recibió su nombre actual de Museo Nacional del Prado, denominación por el que ya era conocido popularmente desde los años previos por haberse construido en el antiguo Prado de los Jerónimos.
En años posteriores, ya bien entrado el siglo XX, se añadieron al Museo del Prado colecciones de otros museos, como el Museo de Arte Moderno que, quitando las obras del siglo XX (estas formaron el actual Reina Sofía), se unió al acervo del museo en 1971; el Museo-Biblioteca de Ultramar o el Museo Iconográfico.
Durante buena parte de los siglos XIX y XX el Museo del Prado no gozó de períodos de mucha salud, pues las partidas destinadas para su mantenimiento por el Estado no eran suficientes. Las medidas de seguridad y de prevención de incendios fueron ciertamente muy exiguas. Durante la Guerra Civil muchas obras fueron evacuadas por el temor de los bombardeos franquistas. Las obras sufrieron diversos avatares viajando por el levante español y finalmente hasta Ginebra, de donde regresaron al terminar la guerra.
A partir de ese momento, el museo ha necesitado ampliarse constantemente, y esas ampliaciones en busca de más espacio han estado aparejadas con mejoras en los sistemas de filtrado y control del aire y de materiales de los techos para evitar goteras y otros problemas. La última gran remodelación y ampliación del edificio fue la llevada a cabo por el arquitecto Rafael Moneo en 1995.
Cabe destacar, y siempre debe hacerse, que Madrid tiene la suerte de tener uno de los museo pictóricos más importantes del mundo, si no el que más, y además uno de los más visitados. Se trata de un museo esencial para la pintura europea de los siglos XVI al XIX que cuenta con una amplísima presencia de autores como Velázquez, El Greco, Goya, Tiziano y Rubens además de otros autores tan imprescindibles como Murillo, Zurbarán, Ribera, Tintoretto, Van Dyck, Rafael, Fra Angelico, Veronese, etc.
El Museo Nacional del Prado consta, a día de hoy, de dos edificios. El edificio principal y más antiguo, conocido como Edificio Villanueva, por su arquitecto, está formado por un cuerpo central terminado en ábside flanqueado por dos galerías alargadas que terminan en pabellones cuadrados en cada extremo. En el cuerpo central está la llamada Puerta de Velázquez, en el Paseo del Prado, acompañada por un pórtico con seis columnas, una cornisa y un ático. Las otras dos puertas, la de Goya y la de Murillo, están orientadas hacia el norte y el sur respectivamente en los extremos de los pabellones cuadrados laterales.
El segundo edificio, de reciente creación, fue planeado por Rafael Moneo y construido entre 2001 y 2007, al lado de la Iglesia de Los Jerónimos, hecho por el que es popularmente conocido como “El Cubo de Moneo”. La creación de este edificio supuso la mayor ampliación del Museo del Prado en toda su historia de casi doscientos años. La conexión entre ambos edificios se realiza con un pasillo subterráneo que aprovecha el desnivel existente entre la calle donde se levanta la Iglesia y claustro de los Jerónimos y el Paseo del Prado. La construcción de este edificio supuso el desmontaje y posterior remontaje pieza a pieza del antiguo claustro renacentista de Los Jerónimos.
Además de estos dos eficios principales hay otros edificios adcritos al Museo Nacional del Prado, entre los cuales los dos más importantes son el Casón del Buen Retiro y el Salón de Reinos, ambos edificios antiguas dependencias del antiguo Real Sitio del Buen Retiro y de los que hablaremos más adelante.
Detrás del Edificio Villanueva del Museo Nacional del Prado está San Jerónimo el Real, más conocido como Iglesia de los Jerónimos o, simplemente, como Los Jerónimos. Se trata de un antiguo y muy importante monasterio de la ciudad de Madrid administrado por la orden de San Jerónimo. La importancia del monasterio, del que sólo quedan la iglesia y el claustro renacentista, radica en que en él se celebraron varias bodas, funerales y proclamas reales, dada su histórica relación con la monarquía hispánica.
Los orígenes del Monasterio de San Jerónimo el Real están en los tiempos de Enrique IV el Impotente, rey de Castilla que ya en el año 1463 había dado privilegios a esta congregación. Fueron los Reyes Católicos quienes ordenaron la construcción de un monasterio de frailes jerónimos en la ciudad que sirviera de aposentos a la Familia Real cuando realiza estancia en Madrid. En aquellos tiempos, como todos entenderemos, el monasterio se encontraba fuera de las murallas de la ciudad, pero su importancia fue grande desde muy pronto, pues, por ejemplo, allí se declaró a Felipe de Habsburgo, futuro Felipe II, príncipe de Asturias.
La invasión napoleónica de 1808 y la posterior Guerra de la Independencia dejó muy dañada esta parte de Madrid, ya que tanto el monasterio como el antiguo Palacio de Buen Retiro quedaron gravemente dañados. Fernando VII convirtió el monasterio en un cuartel de artillería, y en tiempos de Isabel II se restauró la iglesia gracias al arquitecto Narciso Pascual y Colomer, del que ya hemos hablado en estas publicaciones. El daño sufrido, sin embargo, no pudo ser salvado en el caso del Palacio del Buen Retiro, que finalmente fue derribado casi en su totalidad, quedando en pie únicamente el Casón del Buen Retiro y el Salón de Reinos.
En 1878 la iglesia fue cedida al arzobispado de Madrid que la reformó ampliamente en su interior. La última gran reforma, sin embargo, se produjo a principio del siglo XX con motivo de la ampliación del Museo del Prado.
Justo al lado de la Iglesia de los Jerónimos está el edificio que da cobijo a la Real Academia Española. Esta institución cultural se encarga de la regularización lingüística publicando normativas cuya finalidad es la preservación de la unidad de la lengua española dentro de todo el mundo hispanoparlante. Fue la primera Real Academia fundada, hecho que explica que en su nombre no necesita añadir la disciplina artística o cultural a la que se refiere. Su fundación se produjo en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena y duque de Escalona, copiando la idea de la Academia Francesa. Dos años después se aprobaron sus primeros estatutos.
La Real Academia publica varias otras periódicamente, la principal de las cuales es, obviamente, el Diccionario de la Real Academia Española, abreviado como DRAE, publicado por primera vez en 1780; pero también la Gramática de la Lengua Española o la Ortografía de la Lengua Española.
En la fachada norte de la Real Academia, que da a la calle de Felipe IV, y frente al Casón del Buen Retiro, encontramos la Estatua de María Cristina de Borbón. Este monumento, dedicado a la cuarta esposa de Fernando VII y regente del reino durante la minoría de edad de Isabel II, está construido en bronce, piedra y mármol. El pedestal, de 4 metros y medio de altura, fue creado por el arquitecto Miguel Aguado; y la estatua de bronce, de tres metros, por el célebre escultor Mariano Benlliure.
La Estatua de María Cristina de Borbón está situada delante del Casón del Buen Retiro. Ya hemos comentado por ahí que tanto el Casón del Buen Retiro como el Salón de Reinos del que hablaremos a continuación son las únicas dos dependencias supervivientes del antiguo Palacio del Buen Retiro. Su construcción date de 1637 y la intención a la hora de construir este edificio fue la de convertirlo en un salón de baile que usaría la corte del rey Felipe IV. Actualmente y desde 1971 forma parte del Museo del Prado y se ha venido utilizando por parte de éste para albergar importantes exposiciones de pintura del siglo XIX. Históricamente fue el lugar donde estaba expuesto el Guernica de Pablo Picasso hasta que fue trasladado al Reina Sofía en 1992.
Después de una importante restauración del edificio, y con la construcción del “Cubo” de Moneo, la colección de puntura del XIX se trasladó al edificio principal y actualmente se usa el Casón para dar sede al Centro de Estudios del Museo del Prado.
El Casón del Buen Retiro no fue un edificio independiente en su origen, ya que se ubicada en un segmento dentro de una sucesión de edificios, por lo que no fue un edificio independiente hasta la demolición, lógicamente parcial, del anterior palacio. El Casón fue entonces remodelado para asimilarlo a un edificio exento que antes no era, por lo que se le añadió dos nuevas fachadas y se procedió a realizar una ampliación del propio edificio. Una de esas nuevas fachadas tuvo que rehacerse posteriormente por verse afectada por el famoso ciclón que asoló parte de la ciudad y que también dejó grandes daños en el Real Jardín Botánico.
Entre los usos que se dieron al Casón del Buen Retiro debemos mencionar ser la sede del Real Gabinete de Máquinas y posteriormente del Real Gabinete de Estudios Topográficos desde 1831.
En el techo del Casón destaca la pintura “La alegoría del Toisón de oro” de Luca Giordano, muy recuperada gracias a la reforma que se llevó a cabo en el edificio a partir de 1997.
Muy cerca del Casón está el Salón de Reinos. Este edificio, también llamado Salón Grande, albergaba las mejores pinturas del Palacio del Buen Retiro, -hoy conservadas en el Museo del Prado-, y se usaba para recibir a los embajadores de las naciones extranjeras. Fue construido entre 1630 y 1635 y recibe su nombre por el hecho de estar en él pintados los escudos de los veinticuatro reinos que formaban la Monarquía Hispánica en aquellos tiempos.
Venga, va, voy a mencionarlos todos: Reino de Aragón, Reinos de Castilla y León, Reino de Cerdeña, Reino de Sicilia, Reino de Galicia, Reino de Granada, Reino de Jaén, Reino de Murcia, Reino de Navarra, Reino de Portugal, Reino de Sevilla, Reino de Toledo, Reino de Valencia, Principado de Cataluña, Archiducado de Austria, Ducado de Borgoña, Ducado de Brabante y Ducado de Milán, Condado de Flandes, Señoría de Vizcaya, Virreinato del Perú, Reino de Córdoba, Reino de Nápoles y Virreinato de Nueva España.
Muchos conocen a este edificio con la denominación de Museo del Ejército por estar allí situado dicho museo hasta 2005, año en el que se trasladó al Alcázar de Toledo. Actualmente y desde 2015 el edificio también está gestionado por el Museo del Prado, que lo está reformando para sus propósitos y lo piensa reabrir como una dependencia más del museo quizá en 2019 o 2020.
El propósito inicial del edificio era el de servir de palmo para que los reyes pudieran asistir a representaciones teatrales que se realizaban en el patio, una especie de Teatro Real antes del Teatro Real. Posteriormente, al desarrollarse los demás edificios del Palacio del Buen Retiro y convertirse éste en un verdadero palacio, tomó también las funciones propias de un salón del trono, pero sin dejar nunca de realizar también una función festiva, pues siempre se usó para fiestas y otros actos sociales. Tenía las mejores punturas precisamente por esa función de salón del trono, ya que debía impresionar a los embajadores y demás dignatario extranjeros que lo visitaban.
Terminamos aquí esta primera parte de nuestro recorrido por el barrio de los Jerónimos pero no el barrio en sí, ya que continuaremos esta historia en el siguiente capítulo de “Conociendo mi ciudad”. El barrio de los Jerónimo, como hemos visto y veremos, alberga algunos de los edificios más importantes y carismáticos de la ciudad de Madrid como el Real Jardín Botánico, el Museo del Prado o San Jerónimo el Real.
En el próximo capítulo completaremos nuestra visita fotográfica el barrio recorriéndolo en sentido norte y visitando lugares tan emblemáticos como la Bolsa de Madrid, el monumento a los Caídos por España en la Plaza de la Lealtad, el Museo Naval y el Cuartel General de la Armada, y cómo no, el Palacio de Cibeles y la famosísima y muy emblemática Puerta de Alcalá, donde terminaremos nuestro recorrido por el barrio. ¡Hasta entonces!
Todas las fotos de la primera parte del recorrido fotográfico por el barrio de los Jerónimos:
Todos los días una nueva foto en color del proyecto en Instagram. JMPhotographia en las redes sociales: