Nos adentramos ya en los dos últimos barrios que nos quedan para terminar de recorrer el distrito de Salamanca. Vamos ya con el primero de ellos. El barrio de Lista es, como dijimos en el capítulo anterior, el barrio más pequeño en extensión pero el más poblado dentro de todo el distrito. Tiene forma triangular y casi podríamos decir que sus límites son tres calles, pero lo cierto es que, por muy poco, son cuatro. Por el norte está ese poco, un poco de la calle de María de Molina; por el este está limitado por la calle de Francisco Silvela; la calle de Don Ramón de la Cruz es el límite por el sur; y en lo que respecta al oeste, el límite está en la calle del Príncipe de Vergara. El barrio de Lista está situado justo al norte del barrio de Goya, con el que comparte numerosas calles que van en sentido norte-sur, como es el caso de la propia Príncipe de Vergara, la del General Pardiñas o la del Conde de Peñalver, entre otras.
El esquema de calles rectas y cruzadas en damero lo rompe la única rotonda que hay en el barrio, la del Marqués de Salamanca, en la que se cruzan las calles de Ortega y Gasset y del Príncipe de Vergara.
La superficie es de sólo 52,02 hectáreas y la población asciende a casi 21 habitantes, lo cual da como resultado una densidad poblacional de 403 habitantes por hectárea. Según datos de 2017, es el barrio de todo el distrito donde el crecimiento vegetativo es más inferior, ya que la diferencia entre nacimientos y fallecimientos sólo fue de -6. Es el cuarto barrio del distrito atendiendo al precio de la vivienda de segunda mano después de los barrios de Recoletos, de Castellana y de Goya.
Comenzamos nuestro recorrido donde terminamos el barrio anterior, en la zona del intercambiador de transportes de la Avenida de América. Tomamos ese pequeñito trozo de la calle de María de Molina del que hemos hablado y giramos a la izquierda en dirección sur por la calle del Príncipe de Vergara. Antes de llegar a la primera calle que cruza, la del General Oraa, tenemos dos lugares de los que vamos a hablar. En primer lugar la Fundación Institución Teresiana, una asociación de laicos de la iglesia católica fundada hace más de cien años ya, concretamente en 1911, por san Pedro Poveda en Covadonga, Asturias.
Entre los objetivos que tiene la Institución Teresiana figuran los compromisos con la evangelización, promoción humana y transformación social y sus principales herramientas para acometer estos objetivos son la educación y la cultura.
Casi justo en frente está la Parroquia de Santa Mónica de los Agustinos Recoletos. Esta orden, la de los Agustinos Descalzos de Filipinas y de las Indias u Orden de Recoletos de San Agustín, -que hoy simplemente es conocida como Orden de Agustinos Recoletos-, surgió de la Orden de San Agustín en el siglo XVI. Como su nombre indica, -eso de “recoletos”-, esta orden nació en 1588 con la idea de mantener un modo de vida distinto, más inclinado al interior y a la austeridad. En 1606 realizaron su primera misión en Filipinas. A día de hoy esta orden está presente en 20 países en todo el mundo y se encuentra conformada por más de 1.100 sacerdotes y religiosos y cuenta con numerosos monasterios de clausura y conventos.
En 2014 esta parroquia fue noticia porque uno de los párrocos cometió una serie de abusos sexuales y vejaciones con una empleada marroquí.
La siguiente calle que cruza Príncipe de Vergara es la de Diego de León, que tomamos hacia la izquierda. Esta calle conecta de este a oeste la calle de Francisco Silvela con la calle de Serrano cruzando las calles de Príncipe de Vergara y Velázquez entre las más principales, ya que cruza muchas otras. Y como siempre que hablamos de calles y plazas de nombres insignes, hablemos un poco de la figura de este Diego de León.
Su nombre completo fue Diego de León y Navarrete González de Canales y de Valdivia y nació en Córdoba en 1807, muriendo en Madrid en 1841. No vivió muy largo, pero seguro que si muy intenso, ya que fue un destacado militar que alcanzó el rango de teniente general y que fue nombrado virrey de Navarra. Como su largo y recargado nombre indica, Diego de León perteneció a la nobleza. Fue su padre Diego Antonio de León y González de Canales, marqués de las Atalayuelas, comendador de la Orden de Calatrava y caballero de la Orden de Malta, entre otras distinciones. Diego de León participó en la Primera Guerra Carlista, donde destacó por su valentía y se ganó su buen nombre. Su estrella se apagó fulminantemente a los 34 años cuando se unió al alzamiento de O’Donnell de 1841 contra el general Espartero y realizó un asalto al Palacio Real que fracasó. Fue detenido cerca de Colmenar Viejo, se le hizo un consejo de guerra y fue condenado a la pena de muerte. Fue fusilado el 15 de octubre de ese mismo año. Como curiosidad, dada su condición de general, y vistiendo uniforme de gala, fue él mismo quien dio la orden de abrir fuego al pelotón de fusilamiento.
Pasadas dos calles encontramos a nuestra derecha el Hospital Universitario de la Princesa, justo antes de llegar a la calle de Francisco Silvela, muy reconocible por su orientación diagonal, la de la calle, no la del hospital. Este hospital fue fundado en 1955, si bien otros centros distintos habían tenido previamente la misma denominación. Es uno de los cuatro hospitales “docentes” de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid.
El origen de este hospital lo podemos buscar en uno que se construyó en la calle de Alberto Aguilera en 1852, que en aquel año se llamaba todavía Paseo de los Areneros. La construcción de este hospital fue una iniciativa de Isabel II tras sufrir un atentado el 2 de febrero de ese mismo año del que tanto ella como su primogénita recién nacida salieron ilesas. La reina decidió crear un centro hospitalario que recibiera la denominación “de la Princesa” en honor a su propia hija. Este hospital fue inaugurado el 24 de abril de 1857.
Durante la Guerra Civil este hospital fue trasladado por necesidades tácticas, al Colegio del Pilar, en el mismo distrito de Salamanca, recibiendo desde entonces el nombre de Hospital Nacional de Cirugía. De ahí, debido a su vetusto estado, fue trasladado a su emplazamiento actual. El hospital que hoy vemos es obra del arquitecto Manuel Martínez Chumillas y se inauguró con el nombre de Gran Hospital de la Beneficencia General del Estado.
Como quiera que en estos tiempos en los que vivimos la tecnología se supera a sí misma cada muy pocos años, el hospital tuvo que reinventarse y actualizarse mediante una profunda reforma que se llevó a cabo entre los años 1978 y 1984, en la que intervino Alfonso Casares. Tras esa gran reforma, el 15 de octubre de 1984 fue reinaugurado y recuperó su antiguo nombre, y desde ese momento estuvo vinculado con la Universidad Autónoma de Madrid, motivo por el que recibió también el apelativo de “hospital universitario”. Desde esa reforma y hasta 2001, el Hospital Universitario de la Princesa estuvo gestionado por el Instituto Nacional de la Salud, y a partir de 2002 lo está por la Comunidad de Madrid, tras recibir las transferencias sanitarias por parte del Gobierno de España.
Bordeamos el hospital y tomamos la calle del Conde de Peñalver en dirección sur y tras cruzar las calles de Maldonado y de Juan Bravo tenemos la Prisión Provincial de Torrijos primero, y el Colegio Calasancio después, al otro lado de la calle de Padilla. La Prisión Provincial de Torrijos, o simplemente Cárcel de Torrijos, fue un centro penitenciario para hombres operativo tras la finalización de la Guerra Civil. El edificio fue levantado entre 1910 y 1914 bajo los planos del arquitecto Daniel Zabala Álvarez. Como reconoceréis en muchos otros edificios de la capital, el estilo arquitectónico de la Prisión de Torrijos es el neomudéjar tan característico por su ladrillo visto. Su nombre proviene de la antigua denominación de la calle, ya que la de Conde de Peñalver recibía anteriormente el nombre de calle de Torrijos.
La Cárcel de Torrijos era la más pequeña de todas las cárceles de Madrid durante los primeros años de implantación del Franquismo. Esto se debiera quizá a que inicialmente el edificio se planteó como un seminario para dar asilo a fundaciones de índole benéfico. En su levantamiento tuvo participación doña Fausta Elorz, que quería el edificio para albergar una residencia para ancianos administrada por una congregación de las Hijas de la Caridad. Fue tras la Guerra Civil que el edificio se incautó y se convirtió primero en prisión para mujeres, pero eso fue únicamente durante la guerra, ya que terminado el conflicto la cárcel se convirtió en prisión masculina.
El prisionero más famoso que fue forzado a vivir en esta cárcel fue el poeta alicantino Miguel Hernández, que escribió en ella sus Nanas de la Cebolla. Sólo estuvo recluido en Torrijos unos cuatro meses en 1939 porque se le dio la libertad. Otro famoso que estuvo en esta prisión fue el humorista Miguel Gila, que coincidió en el tiempo con el propio Miguel Hernández.
En los años 50 se asignó a la Sección Femenina y poco después se cerró como prisión y volvió a convertirse en la residencia de ancianos que es hoy en día.
El Colegio Calasancio de Madrid es muy reconocible por el relieve de la Virgen que presenta en el chaflán que da a las calles de Conde Peñalver y de Padilla. El solar en el que se ubica, de casi 14.500 metros cuadrados, fue adquirido en 1916 por el Colegio de San Antón. El padre Clemente Martínez logró que dicho colegio se deshiciera de los terrenos a favor de las Escuelas Pías de la Provincia de Castilla. Después de eso puso el proyecto en manos del arquitecto Jesús Carrasco quien diseñó un gran colegio que, para su desgracia, nunca pudo ver concluido. El colegio se inauguró en 1922 con una comunidad de 12 religiosos y unos 700 alumnos.
Año tras año el colegio se fue completando con mobiliario, gabinetes, la biblioteca y la segunda fase del vasto complejo que se había diseñado. En 1936 ya tenía 14 religiosos y casi 1.500 alumnos. Desgraciadamente parte del edificio se incendió durante la Guerra Civil, varios religiosos fueron asesinados y el colegio quedó convertido en cárcel. Tras la contienda, el colegio tuvo que alquilar dos hoteles en la calle de Velázquez para poder continuar con su labor educativa hasta que el edificio fuera reparado y reacondicionado, cosa que ocurrió gracias al arquitecto Julián Laguna Serrano.
En 1975 se fueron suprimiendo las plazas de internos en el colegio por lo que una parte del colegio quedó vacía. Esos aposentos se reutilizaron entonces para servir de residencia para religiosos de edad avanzada que se constituyó como una comunidad independiente de la del colegio, con todas las dependencias necesarias y requeridas para atender a ancianos.
Tomamos la calle de Ortega y Gasset en dirección este y tras pasar la calle de Alcántara vemos las banderolas verticales que indican que estamos frente al Injuve, el Instituto de la Juventud. El Injuve es un organismo autónomo que desde 2011 está adscrito al Ministerio de Sanidad, pero que operó anteriormente bajo la adscripción a los ministerios de Cultura (1977-1988), de Asuntos Sociales (1988-1996), de Trabajo y Asuntos Sociales (1996-2008), y de Igualdad (2008-2011).
Entre sus funciones están las desarrollar iniciativas y actividades para facilitar la participación de la gente joven en la sociedad, promover el desarrollo cultural, artístico, cívico, solidario e intercultural; buscar la autonomía e emancipación de la juventud con programas de orientación laboral, empresarial y de vivienda. Para conseguir sus objetivos trabaja con varios ministerios y otros organismos análogos de las Comunidades Autónomas, concejalías, ayuntamientos y organizaciones juveniles.
Seguimos en dirección oeste, hacia la calle de Francisco Silvela. Justo antes de llegar a ella está el Tribunal de Cuentas, o mejor dicho estaba, ya que dicho tribunal acaba de abandonar esta sede, que tenía un carácter temporal, usada desde 2015 por motivo de la reforma integral que se ha llevado a cabo desde entonces en la sede principal de este organismo en la calle de Fuencarral.
Este edificio del número 100 la calle de la calle de Ortega y Gasset estuvo ocupado entre 2003 y 2015 por la Concejalía de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Madrid, dirigida durante 8 de esos años por Ana Botella, que fue la misma que tomó la decisión de desalojar dicho edificio al ser nombrada alcaldesa de Madrid. El edificio pertenece a la inmobiliaria Colonial del Grupo Villar Mir, y cuenta con 7.600 metros cuadrados. El Ayuntamiento pagó un alquiler de 11,4 millones de euros por el período 2004-2008, mientras que el alquiler que ha pagado el Tribunal de Cuentas por poco más de dos años ha sido de sólo 1,8 millones de euros.
El traslado del Tribunal de Cuentas ha afectado a más de medio millar de trabajadores, que han tenido que hacer dos mudanzas en apenas dos años.
Dejado atrás el Tribunal de Cuentas, tomada la calle de Montesa en dirección sur, hay una especie de hospital llamado Centro de Diagnóstico Médico. Quien haya paseado por la zona, quizá en una noche de copas de verano como las de este mismo agosto, se habrá dado cuenta de la presencia de este centro médico en lo que podría ser cualquier cosa, pero también un hospital. Lo digo porque a mí me ha pasado.
El Servicio de Prevención y Promoción de la Salud depende de la Dirección del Instituto de Salud Pública y tiene como objetivo el desarrollo de actividades específicas preventivas y de promoción de la salud destinadas a tres grupos de edad: infanto-juvenil (¡menudo palabro!), adulto y mayor. El Centro de Diagnóstico Médico dispone de consultas especializadas en Medicina Interna, Endocrinología, Dermatología, Urología, entre otras. Además, la mujer recibe una atención específica aplicada a los tres grupos de edad antes mencionados.
Ahora vamos a caminar un poco por la calle de Don Ramón de la Cruz en dirección este para que podamos subir por Conde de Peñalver de nuevo hasta la calle de Ortega y Gasset. En este pequeño espacio entre ambas calles encontramos, a nuestra derecha, la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Filipinas, muy reconocible por su fachada, que tiene un aspecto bastante moderno.
Esta iglesia es un ejemplo de la llamada arquitectura brutalista, obra del arquitecto Cecilio Sánchez-Robles Tarín, levantada entre los años 1967 y 1970. No es solo una iglesia, sino un conjunto de iglesia, convento y oficinas. La arquitectura brutalista se distingue por el uso del hormigón bruto, pero no sólo en eso, sino en crear un impacto con los materiales y las formas aspirando a una suerte de arquitectura utópica y social. Tuvo al francés Le Corbusier como su máximo exponente.
Continuamos ahora por la calle de Ortega y Gasset hacia la calle de Príncipe de Vergara, que vamos a tomar hacia el norte justo donde está la Plaza del Marqués de Salamanca. Esta glorieta no es, sensu strictu, la única plaza de tráfico circular del distrito de Salamanca, a pesar de que muchos puedan opinarlo. La verdad es que hay otras glorietas en el distrito como la Plaza de la América Española en el barrio de Fuente del Berro o la Glorieta de Jaime Campmany en el barrio de la Guindalera, y por ambas hemos pasado en los dos últimos capítulos de “Conociendo mi ciudad“.
Su primer nombre fue, simplemente, Plaza de Salamanca, sin embargo, a partir de 1944 pasó a recibir el nombre de Plaza del Marqués de Salamanca para evitar confusiones entre este Salamanca, que aquí es el nombre del marqués, y el nombre de la provincia y ciudad española de Salamanca. La plaza está presidida por una estatua de José Salamanca, marqués de Salamanca (1814-1883), que da nombre no sólo a esta plaza sino también, como todos sabemos, a todo el distrito, por ser el impulsor y constructor del mismo. Dicha estatua fue realizada en 1903 y es obra de Jerónimo Suñol. Consta de tres partes: una base con tres escalones de granito, un pedestal de forma cuadrangular y ángulos achaflanados hecho en piedra blanca, y la estatua propiamente dicha, de bronce.
En la plaza estuvo la sede del Instituto Nacional de Industria (INI) que fue una entidad estatal creada como soporte institucional para la promoción y el desarrollo de la industria española. El INI estuvo activo hasta 1995, año en el que sus funciones fueron asumidas por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, SEPI, por sus siglas. Gracias al impulso y a la iniciativa del INI se fundaron en España empresas de la categoría de Endesa o SEAT, por poner dos ejemplos.
En el edificio donde estuvo el INI se planea que se sitúe en 2020 la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, que volvería, tras 16 años a su antigua sede. Lo que no sé muy bien es si, con el cambio de gobierno, estos planes se han mantenido.
La primera calle que cruza Príncipe de Vergara hacia el norte es la calle de Padilla, y justo allí mismo, en la acera derecha mirando al norte, está el Instituto Nacional de Consumo. En la fachada del edificio pone eso, pero en realidad, el Instituto Nacional de Consumo ya es pasado, pues en 2014 quedó fundido en el organismo llamado AECOSAN, siglas de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición.
El instituto Nacional de Consumo fue un organismo autónomo encargado de defender los derechos de los consumidores y usuarios españoles. Fue fundado con el inicio de la democracia en 1975 y entre sus funciones también estuvieron las de promover la investigación, la información, la educación y el asesoramiento sobre consumo. Ahora hace todo esto dentro de la nueva agencia AECOSAN.
Nos introducimos por la calle de Padilla y caminamos en dirección oeste. No tenemos que andar mucho hasta tomar la primera calle hacia el norte, que es la calle del General Pardiñas. Justo al llegar a la primera calle que hay hacia el norte, la de Juan Bravo, queda a nuestra derecha la Parroquia de Nuestra Señora del Pilar, que está encajonada como en el centro de la manzana, lo que provoca que justo delante de esta iglesia haya un espacio abierto que, a modo de plaza, presenta bancos y espacios ajardinados.
La primera parroquia dedicaba a la Virgen del Pilar fue inaugurada en el barrio de la Guindalera, -como ya sabéis no lejos de aquí-, el 12 de octubre de 1883, fiesta del Pilar. Fue impulsada por una de las primeras pobladoras del barrio, una agricultura aragonesa llamada Gregoria Jimeno. El arquitecto Juan Bautista Lázaro trazó los planos de forma gratuita y dirigió la obra, que fue sufragada gracias a donativos de la familia real y de otros contribuyentes adinerados.
Sin embargo, esta iglesia fue quemada durante la Guerra Civil y su sede fue trasladada a la calle de López de Hoyos, donde actualmente se halla la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. Después se instaló la capilla en la Residencia de Ancianas de Fausta Elorz, antigua Prisión Provincial de Torrijos, de la que hemos hablado en este mismo capítulo. La sede actual se inauguró el 15 de abril de 1962.
De aquí ya no nos queda casi nada para terminar el capítulo, si acaso hablar un poco de la calle de Juan Bravo. Esta calle se extiende desde la calle de Francisco Silvela, en el este, frente a las calles de Azcona y Martínez Izquierdo, y llega hasta el Paseo de la Castellana, donde se encuentra con la calle de Eduardo Dato, a la cual va a dar a parar por medio del paso elevado que allí se dispone. Durante su primer tramo tiene una mediana pequeña, pero a partir del cruce de la calle de Alcántara y hasta la calle de Serrano es un bulevar con una acera central que alberga no pocos negocios de hostelería.
Pero hablemos un poco de la figura histórica de Juan Bravo, noble castellano que participó en la Guerra de las Comunidades de Castilla. Juan Bravo (1483-1521) perteneció a la baja nobleza. Nació en Guadalajara pero por motivos de matrimonio y relaciones con la nobleza rural de la época pasó a vivir a Segovia, donde quedó designado regidor y jefe de las milicias. Y fue allí, aprovechando la ausencia del rey Carlos I al marcharse a Alemania en 1520, donde inició una revuelta contra el procurador en Cortes, que fue ahorcado. Los sublevados tomaron la ciudad y se organizaron para defenderla, aunque no pudieron tomarla del todo, ya que el alcázar siguió ocupado por tropas fieles al rey.
Juan Bravo comenzó a relacionarse con las otras ciudades sublevadas y a ganar gente para su causa, tomando Zaratán y Simancas al año siguiente. Fue derrotado finalmente en la batalla de Villalar en abril de 1521, hecho prisionero y decapitado junto a Juan de Padilla y Francisco Maldonado al día siguiente. Algunos notarán que la calle de Maldonado está justamente al norte de la de Juan Bravo y la de Padilla justamente al sur.
Y con esto hemos terminado este capítulo dedicado al barrio de Lista.
El Barrio de Lista es pequeño pero matón, sobre todo si lo recorres zigzagueando y en pleno mes de julio, como fue el caso. Madrugar ayuda para estos menesteres, pero el tiempo pasa y el calor siempre acaba acechando. De nuevo estamos en un barrio de calles rectilíneas, unas grandes y espaciosas y otras no tanto. Por presencia, el barrio se puede confundir con cualquiera de los otros tres barrios rectilíneos: Recoletos, Goya y Castellana. Barrio elegante y sobrio, y difícil de fotografiar con luz dura, ya que las sombras, que no son pocas, se hacen muy oscuras y hay que arriesgar bastante para poder sacar información de las partes poco iluminadas. Hemos hecho lo que hemos podido en este sentido.
En el siguiente capítulo ya terminaremos el distrito de Salamanca. El barrio de Castellana, como el de Recoletos, se ciñe al Paseo de la Castellana como los barrios de Fuente del Berro y de la Guindalera se abrazan con la M-30, siendo el resultado de este “abrazo” muy diferente, como es lógico. Visitaremos varias fundaciones como la de Juan March o Carlos de Amberes, la notabilísima embajada de la República Italiana, el suntuoso Hotel Villa Magna, el edificio histórico de ABC Serrano, la embajada de los Estados Unidos de América, a la que no haremos ninguna foto porque no queremos que nos detengan, también visitaremos un mercado municipal y un museo… pero vamos a mantener un poco la sorpresa. ¿Os está gustando el distrito de Salamanca? ¿si? Pues se nos está terminando.
Todas las fotos del recorrido fotográfico por el barrio de Lista:
Todos los días una nueva foto en color del proyecto en Instagram. JMPhotographia en las redes sociales: