Vamos con la segunda parte de nuestro recorrido por el barrio de Castellana: ya estamos terminando el distrito de Salamanca. Habíamos terminado el capítulo anterior en el complejo comercial de ABC Serrano. Continuamos desde allí hacia el norte por el lateral del Paseo de la Castellana.
Un poquito más al norte está la Glorieta de Emilio Castelar, muy reconocible debido al monumento que hay en su centro. La plaza, -que antes recibió los nombres de Plaza de la Fuente Castellana y Plaza del Obelisco-, conecta la calle del General Oraa y el Paseo del General Martínez Campos a través del eje de la Castellana. El nombre por el que se conoce actualmente data de 1908, como reconocimiento a Emilio Castelar, uno de los presidentes de la Primera República Española.
Desde 1908 se puede contemplar en el lugar un monumento erigido por suscripción pública dedicado a Emilio Castelar, obra del celebérrimo escultor Mariano Benlliure. Este monumento estuvo a punto de ubicarse en la Plaza de Cánovas del Castillo en lugar de la famosa Fuente de Neptuno. En dicho monumento aparece representado Emilio Castelar en su escaño del parlamento y a sus pies aparece una figura femenina que parece representar a la Historia o a la Musa de la elocuencia, dada la condición acreditada de buen orador con la que se vestía a Emilio Castelar. También están por allí las figuras de Demóstenes y de Cicerón, como ejemplos de oradores paradigmáticos, y también otros personajes entre los que pueden distinguirse un obrero, un soldado y un estudiante. Todo esto se ve completado con un bajorrelieve que representa la abolición de la esclavitud. Coronan el monumento tres diosas desnudas que representan a la Libertad, a la Igualdad y a la Fraternidad.
Junto a la Glorieta hay un edificio bastante llamativo por la estrechez de su base: el Edificio Castelar. Este edificio singular ocupa el solar donde anteriormente se levantaba el Palacete del Conde de la Maza, diseñado por los arquitectos Palacios y Otamendi. El autor de este edificio fue Rafael de la Hoz-Arderius, quien contó con la ayuda de Gerardo Olivares. El inmueble está conformado como un paralelepípedo de vidrio de plantas cuadradas y diáfanas colgado desde una plataforma en ménsula de un núcleo de hormigón que se encuentra descentrado en su parte posterior, de manera que parece flotar sobre un cuerpo horizontal de basamento al que no llega a tocar.
Entre 2010 y 2011 el Edificio Castelar fue remodelado por el hijo del propio arquitecto que lo ideó. Los trabajos consistieron en la demolición de ciertos elementos internos y la sustitución de los vidrios internos por otros que fueran transparentes desde el interior.
A través de la calle del General Oraa y luego de la calle de los Hermanos Bécquer, llegamos de nuevo a la calle de Serrano, que esta vez recorreremos, aunque brevemente, en dirección sur. En ese punto está la Embajada de los Estados Unidos de América, un lugar en el que ni intenté hacer fotos, ya que no quiero que me detengan y dar lugar a que puedan hacerme un reconocimiento rectal o algo parecido.
La Misión Diplomática de los Estados Unidos en nuestro país está compuesta por dos elementos, una embajada en Madrid y un consulado en Barcelona. Ambos se encargan de las relaciones entre los dos países y mantienen un programa activo de diplomacia, ofreciendo, como cualquier misión diplomática, servicios consulares a los ciudadanos estadounidenses y de visado a los ciudadanos no estadounidenses que quieren visitar los Estados Unidos o emigrar allí.
La embajada de Estados Unidos en Madrid está situada en el número 75 de la calle de Serrano, aunque la parcela también limita con el Paseo de la Castellana. Su edificio principal está inspirado en la embajada estadounidense en La Habana, y fue proyectado por Ernest Warlow y Leland W. King, a los que asistió el arquitecto español Mariano Garrigues. Fue proyectado en 1950 y construido entre 1951 y 1955 en un estilo internacional sobre el solar en el que anteriormente se alzaba el Palacio de la Marquesa de Argüelles. En el momento de su inauguración, recibió numerosas críticas al no casar para nada su estilo moderno con el resto de edificios decimonónicos de su entorno.
Prácticamente enfrente de la embajada está la Iglesia de San Francisco de Borja, en el número 104. Fue inaugurada en 1965, pero construida entre 1946 y 1950. De estilo neobarroco, fue diseñada por el arquitecto Francisco de Asís Fort para continuar el legado de otra iglesia que hubo con el mismo nombre entre los años 1901 y 1931 en la calle de la Flor Baja donde se depositaron las reliquias de San Francisco Borja que trajo a España el duque de Lerma en 1617. Esta primera iglesia fue destruida sólo un mes después de la proclamación de la II República, cuando grupos de exaltados le prendieron fuego, por lo que desapareció la iglesia, la residencia y la biblioteca, lo cual supuso una grandísima pérdida, ya que guardaba más de 80 mil volúmenes, entre ellos incunables irremplazables y ediciones príncipe de Lope de Vega, Quevedo o Calderón de la Barca. En aquel momento aquella biblioteca estaba considerada la segunda de España.
Respecto a esta Iglesia de San Francisco de Borja, hay que mencionar dos cosas. La primera es que fue el lugar donde se instaló la primera estación de tranvía de la ciudad. La segunda es quizá mucho más conocida. Fue al salir de esta iglesia cuando el presidente del gobierno en 1973, Carrero Blanco, sufrió el atentado mortal que terminó con su vida, concretamente en la calle de atrás, la de Claudio Coello.
Tomando la calle de Maldonado primero y de Lagasca después, llegamos a la calle de Diego de León, que vamos a recorrer un poco hacia el oeste. Allí, entre las calles de Velázquez y de Núñez de Balboa, encontraremos el Mercado Municipal de Diego de León. Situado en el número 26, este mercado puede ser, quizá, el más pequeño de los mercados municipales que hemos visitado hasta ahora. Está abierto desde 1939, justo el año en el que terminó la ominosa Guerra Civil, y todavía se pueden ver en él algunos rótulos originales bastante singulares. Dada su proximidad al barrio, en este mercado los comerciantes conocen sobradamente a sus clientes.
En el mercado se venden principalmente productos frescos de alimentación gracias a locales muy tradicionales, de los que conocimos cuando éramos pequeños. Pero no todo el espacio del mercado se dedica a la alimentación, también hay lugar para otro tipo de negocios especializados en artículos de moda y complementos, en hacer copias de llaves o en encargar arreglos de ropa.
A partir de aquí, gracias a Núñez de Balboa, vamos a ganar el límite norte del barrio, es decir, la calle de María de Molina. Justo allí, a nuestra derecha, queda la Agencia Estatal de Administración Tributaria. No puedo deciros mucho sobre este edificio salvo que es muy muy grande y que ocupa toda la manzana entre las calles de Núñez de Balboa, de María de Molina, de Castelló y del General Oraa.
La Agencia Estatal de Administración Tributaria (A.E.A.T.) se encarga de la aplicación efectiva del sistema tributario y aduanero españoles. Para cumplir sus objetivos lleva a cabo dos tipos de actuaciones: 1) Prestación de servicios de información y asistencia al contribuyente; 2) Persecución de los incumplimientos tributarios mediante actuaciones de control.
Ahora tomamos la calle de María de Molina hacia el oeste, en dirección a la Glorieta de Gregorio Marañón, que es el final de nuestro recorrido de hoy. Antes de llegar a ese final, vamos a hacer una parada en el Museo Lázaro Galdiano, situado entre las calles de Claudio Coello y de Serrano. Este museo se formó con los fondos de las colecciones que fue atesorando el empresario y coleccionista de arte José Lázaro Galdiano (1862-1947).
El Museo Lázaro Galdiano fue creado en 1951, cuando los fondos fueron por fin inventariados en su totalidad, hecho llevado a término por Emilio Camps Cazorla. Todo ello se hizo en cumplimiento del testamento de don José, cuyo último deseo fue que todas sus colecciones pasaran a manos del Estado para que éste los pusiera a disposición de investigadores y para poder acercar la cultura al pueblo. Todo este material se juntó en un mismo lugar, la que era su propia casa, el Palacio de Parque Florido.
Dicha casa fue reformada para tal efecto por José Camón Aznar, primer director del museo, con la colaboración del arquitecto Fernando Chueca Goitia, el deseo fue el de crear un verdadero museo siguiendo criterios museográficos y estéticos, alejándose de cualquier intención de mostrar una casa-museo en la que el visitante pudiera contemplar estampas de la vida de don José mientras estuvo viviendo allí.
La casa de José Lázaro Galdiano tiene su origen en 1903, cuando se encarga el proyecto al arquitecto José Urioste. Su nombre, Palacio de Parque Florido, hace honor a la esposa de don José, Doña Paula Florido y Toledo. José Urioste había diseñado sólo tres años antes el pabellón español en la Exposición Universal de París en estilo neoplateresco, y fue precisamente este estilo el que don José quiso que tuviera su palacio. Tras unas desavenencias, se hizo cargo del proyecto Joaquín Kramer, quien introduciría varios cambios en el proyecto. Sin embargo, la construcción fue terminada finalmente en 1908 por Francisco Borrás.
Al lado del edificio principal hay un pabellón separado destinado a las oficinas, la administración y que servía de almacén de la editorial y de la revista “La nueva España” que fundó y dirigió el mismo José Lázaro Galdiano. Este edificio fue muy transformado con la reforma de Chueca Goitia y hoy alberga dependencias de la Fundación, un auditorio, una sala de exposiciones temporales y las instalaciones de la Biblioteca y del Archivo, así como las oficinas de la revista de arte “Goya”, que edita el museo.
Pero seguro que os estaréis preguntando qué se puede ver en el Museo Lázaro Galdiano. Pues muchísimas cosas, y algunas de ellas excepcionales, como es el caso de una tabla de El Bosco que representa a San Juan Bautista junto a una mandrágora; El Aquelarre, pintura de Goya, el más admirado pintor de don José; o el Salvador Adolescente, pintura atribuida a uno de los discípulos de Leonardo da Vinci. Además de los elementos de la pinacoteca, también pueden verse documentos como cartas de Lope de Vega o manuscritos medievales, aunque esta biblioteca sólo está abierta para investigadores.
Y ya está, hemos llegado al fin de nuestro recorrido por el barrio de Castellana. La Plaza del Doctor Marañón conecta las calles de María de Molina y de José Abascal en el eje del Paseo de la Castellana. En la plaza confluyen o nacen, -según queramos entenderlo-, la pequeña calle de Salas y la calle de Miguel Ángel, que en la Glorieta de Rubén Darío se convierte en la calle de Almagro. Es un lugar bastante céntrico si tenemos en cuenta que en esta plaza se unen tres distritos (Salamanca, Chamartín y Chamberí) y cuatro barrios (Castellana, El Viso, Almagro y Ríos Rosas).
El nombre de la plaza surgió cuando murió el doctor Gregorio Marañón y Posadillo, habitante de la ciudad precisamente en la esquina en la que se junta la calle de José Abascal con el Paseo de la Castellana. Antes de eso el lugar no tenía nombre, ya que ni siquiera la calle de María de Molina llegaba hasta ese punto.
Gregorio Marañón fue uno de los intelectuales más importantes de la España del siglo XX. Nació en Madrid en 1887 y se licenció en medicina en 1908, siendo doctor en 1910. Acompañó al rey Alfonso XIII, del que era ya médico, en su famoso viaje a Las Hurdes en 1922. Después fue represaliado por Primo de Rivera y luchó por la república hasta que esta se materializó en 1931. Se marchó de España al estallar la Guerra Civil, cambiando desde entonces su actitud hacia los gobiernos republicanos. En 1942 se le concedió permiso para volver a España y se le devolvió su puesto en el Hospital Provincial de Madrid, del que había sido desposeído en 1939. Trabajó acumulando honores y nombramientos, algo que fue aprovechado propagandísticamente por el régimen franquista. Murió en Madrid en 1960.
Es verdad que Gregorio Marañón fue reconocido principalmente como médico, especializado en endocrinología, pero también dedicó su vida a la historia y a la filosofía. Esto lo demuestra que fue miembro de nada menos que de cinco reales academias (Lengua, Historia, Bellas Artes, Medicina y Ciencias Exactas).
Pero volvamos a la plaza. En su centro hay una estatua ecuestre dedicada al Marqués del Duero, obra de Andrés Aleu erigida en 1885. Acompañan a la estatua relieves en el pedestal que fueron obra de su alumno Pablo Gibert. Cuando nos referimos al Marqués del Duero estamos hablando de Manuel Gutiérrez de la Concha e Irigoyen, nacido en Córdoba de Tucumán, -actual Argentina-, en 1808 y muerto en Navarra en 1874, militar y político de tendencia liberal-moderada que ganó su nombre en las guerras carlistas.
Pues ya está. Ya hemos terminado otro distrito más en esta aventura loca de recorrer y contar todo lo que nos vamos encontrando en Madrid. El barrio de Castellana tiene de todo y ofrece muchísimas cosas en un entorno muy agradable. No es extraño que aquí vivan las gentes más pudientes y estén probablemente casi todas las mejores cosas que hay en la ciudad de Madrid. Hemos tardado en terminarlo y hemos tenido que dividirlo en dos debido a lo mucho que había que andar y contar, pero ha merecido la pena verlo, vivirlo y escribirlo.
Pasamos ya al siguiente distrito, a Chamartín, que es el distrito en el que he vivido desde los 4 años de edad. Es el distrito que más conozco, por lo que todo lo que contaré será un poco más reconocido por mí. No obstante, siempre hay que indagar en las profundidades de lo que uno a veces conoce de forma superficial. Vamos a por ello, ¡a por Chamartín!
Todas las fotos de la segunda parte del recorrido fotográfico por el barrio de Castellana:
Todos los días una nueva foto en color del proyecto en Instagram. JMPhotographia en las redes sociales: