En este capítulo vamos a ver cómo el barrio de Prosperidad es bastante diferente al anterior barrio de El Viso. Cambian las calles, cambian las construcciones, cambian los usos del terreno, pero sigue siendo Madrid. El barrio de Prosperidad tiene forma ligeramente alargada y está delimitado por el sur por la Avenida de América (y un poquito de la calle de María de Molina) y por el este por la autopista M-30, límites muy claros; por el oeste por la calle del Príncipe de Vergara; y finalmente, por el norte, por la calle de López de Hoyos y por un trocito de la calle de Alfonso XIII, que tiene su origen, precisamente, a partir de la calle de López de Hoyos, que hasta ese punto se llama calle de Corazón de María.
En el barrio de la Prosperidad viven unas 36 mil personas en un espacio de poco más de 104 hectáreas, lo que convierte a este barrio en el segundo más pequeño del distrito de Chamartín. Sin embargo, a pesar de este hecho, Prosperidad es, con diferencia, en barrio más densamente poblado del distrito, con 351 habitantes por hectárea.
En una fecha tan temprana como 1882, toda esta zona de la que estamos hablando era una serie de tierras de secano que producían productos agrícolas donde proliferaban numerosos caminos, casas de labranza y pequeñas ventas, que por aquel momento se llamaban ventorros. En 1898 la zona quedó oficialmente integrada en el entonces distrito de Buenavista, y finalmente en el de Chamartín, hecho que acaeció en 1955.
El barrio de la Prosperidad creció, como es lógico, en los arrabales de la ciudad, cuando la ciudad como tal había crecido tanto que ya no era posible crecer más dentro de los límites marcados por la vieja tapia de Felipe IV, construida en 1625. Este hecho motivó que se creara un proyecto de expansión de la ciudad que contemplaba el derribo de la cerca de Felipe IV con objeto de aumentar el espacio urbano de Madrid. En este proyecto se contempló un nuevo límite para la ciudad que dio lugar a las llamadas rondas, que hoy conocemos como la Avenida de la Reina Victoria y las calles de Raimundo Fernández Villaverde, de Joaquín Costa, de Francisco Silvela y del Doctor Esquerdo.
Más allá de esta nueva expansión planificada de la ciudad se había desarrollado una periferia alejada que permitió el desarrollo de pequeños núcleos de población que, poco a poco, se irían convirtiendo en el germen de nuevos barrios. Éste fue el caso del barrio que nos ocupa, el de Prosperidad, que como otros de la periferia nació y creció de forma irregular, sin planificación, como algo totalmente espontáneo gracias a la fuerte inmigración que por aquel tiempo sufrió Madrid por parte de gentes de otras provincias que acudían a la capital en busca de trabajo y, en general, de un mejor futuro.
En el caso del barrio de la Prosperidad podemos saber incluso su fecha de nacimiento, ya que fue el 14 de diciembre de 1862 cuando se registraron en una notaría las dos primeras parcelas dispuestas para la construcción de viviendas. El nombre del vendedor nos da una pista de por qué se eligió este nombre para el lugar, ya que se trató de un señor francés llamado Próspero Soynard, rentista e inversor de profesión, que había adquirido unos terrenos de suelo agrícola en la zona.
En aquella época las viviendas que se construyeron eran de tipología muy rural, casitas bajas de ladrillo y teja con patios interiores. Como ya hemos indicado, el barrio fue primeramente incluido en el distrito de Buenavista hasta 1955, momento en el que fue incluido en el distrito de Chamartín. En aquel momento el barrio era más grande, ya que incluía la parte que hoy conocemos como barrio de Ciudad Jardín, del que hablaremos en el próximo capítulo. Esto terminó en 1970, cuando un decreto municipal cambió esta realidad, quedando la calle de López de Hoyos como medianera entre los dos barrios. Este hecho explica por qué la Plaza de la Prosperidad está hoy en el barrio de Ciudad Jardín y no en el de la Prosperidad.
En los inicios de siglo XX, aquellas casas bajas de carácter rural fueron desapareciendo para dar espacio a viviendas con un mayor nivel de salubridad. Aparecieron, por tanto, nuevas tipologías que convirtieron al barrio en lo que es hoy, un barrio mucho más densificado y populoso. Se proyectan también colonias de viviendas acogidas a las leyes de cosas baratas como la Colonia Primo de Rivera, la Colonia Cruz de Rayo o la Colonia Prosperidad, planteadas y construidas en los años 20 y 30 del siglo XX. Estas colonias explican también el nombre del barrio de Ciudad Jardín, ya que estaba inspiradas en la Ciudad Jardín de origen inglés y en las tipologías arquitectónicas en las que se plantean viviendas agrupadas por bloques, unas adosadas por grupos de dos y otras aisladas.
Tras la Guerra Civil el barrio de Prosperidad aumentó muchísimo su población por el éxodo de las provincias hacia la capital, lo que provocó nuevas promociones inmobiliarias que son, en su mayor parte, las que podemos ver hoy día en el barrio. En la década de los 60 y de los 70 se procedió al derribo sistemático de buena parte de las casas más antiguas y de parte de las que se construyeron antes de la Guerra Civil, lo cual explica que en la actualidad no podamos casi ver aquellas casas bajas de carácter rústico con las que se comenzó a plantear el barrio allá por la segunda mitad del siglo XIX.
Pero basta de información, vamos a andar un poco y a conocer el barrio. Iniciaremos nuestra andadura en la Avenida de América. El Intercambiador de la Avenida de América no es bonito por fuera, a no ser que uno consideré como algo bello la emanación subterránea de cajones de grandes dimensiones que salen del mundo subterráneo al modo de ampollas cuadradas. No, no vamos a discutir su funcionalidad, que incluye terminales de autobuses urbanos, interurbanos y de largo recorrido, así como de paradas de metros de diversas líneas; pero si su estética.
El intercambiador está situado en el cruce de la Avenida de América con las calles de Francisco Silvela, de Príncipe de Vergara y de María de Molina. Dada la complejidad de los diferentes sistemas de transporte que aglutina, el intercambiador está organizado en varios niveles, estando los tres superiores dedicados a las dársenas de autobuses y los inferiores a las distintas cotas de las cuatro líneas de metro que tienen una parada allí.
El germen de todo este complejo fue la estación de metro de la línea 4 inaugurada en 1973, cuando dicha línea fue ampliada desde la estación de Diego de León a la de Alfonso XIII. Cuando está línea de metro se inauguró ya estaba pensado el proyecto de aglutinar en ese mismo lugar cuatro líneas de metro que fueron inaugurándose de forma sucesiva.
El apeadero de la línea 4, el primero que se construyó, fue orientado siguiendo el eje de la calle de Francisco Silvela. Dos años después, en 1975, entró en servicio el apeadero de la línea 7 de Metro con la peculiaridad de tener un andén central y dos laterales siguiendo el eje de la Avenida de América y de la calle de María de Molina. En 1976 se inauguró el apeadero de la línea 6 de Metro, orientado en el eje de la calle de Francisco de Silvela y también con un sistema de andén central y dos andenes laterales. Finalmente, en lo que respecta al Metro de Madrid, el último apeadero, el de la línea 9, quedó inaugurado en 1983, siendo por aquel entonces cabecera de línea hasta que dejó de serlo en 1986 con la continuación de la línea hacia el sur. Este apeadero sigue el eje de la calle del Príncipe de Vergara y es el que quedó a mayor profundidad de todos los demás apeaderos construidos.
A finales de los años 90 se realizó un vaciado subterráneo bajo la Avenida de América para construir la terminal de autobuses subterránea que se situó en la zona del vestíbulo que daba servicio de acceso a las diferentes líneas de metro situadas allí. Esta estación de autobuses se inauguró en el año 2000, convirtiéndose en la segunda estación de este tipo, es decir, subterránea, construida en Madrid: la primera fue la de Moncloa.
Un poco más hacia el noroeste, siempre por el lado norte de la Avenida de América, está el edificio que desde 1988 sirve de sede a la Unión General de Trabajadores (U.G.T.). El edificio, no obstante, se construyó unos años antes, en 1977, con un estilo arquitectónico brutalista que le da un aire soviético, ya que muchos opinan que es un armatoste de hormigón, ni más ni menos.
El edificio es obra de los arquitectos Antonio Vallejo Acevedo y Santiago de la Fuente, y en un principio iba a ser la sede de otro sindicato, en este caso del Sindicato Vertical, que lo ocupó únicamente unos pocos meses porque se disolvió por aquella época. Cuando el sindicato se marchó tomó las instalaciones Aviación Civil, hasta que en 1988 comenzó a llegar, poco a poco, la U.G.T. Para el año 1990 ya ocupaba todo el inmueble el sindicato, y se comenzaron a hacer algunos cambios en su estructura.
En cada planta hay una federación de U.G.T. que trabaja por separado y que se trata con las demás como nos tratamos nosotros con la administración. Es una manera peculiar de organización interna, pero si les funciona estará muy bien, digo yo. En 2016 supimos que la U.G.T. iba a dejar su histórica sede de la calle de Hortaleza y que iba a mudar todas sus delegaciones a la Avenida de América, poniendo en alguiler el fabuloso Convento de las Arrecogidas. El sindicato pretendía con la unificación de sedes reducir costes de electricidad, teléfono y seguridad. Este traslado conllevaría hacer un estudio de eficiencia energética en el edificio de la Avenida de América, ya que se encontraba un poco obsoleto y, según parece, se escapaba de él el frío y el calor.
Muy cerca del edificio hay una plaza que descubrí que no era tal. Me estoy refiriendo a la Plaza de Nuestra Señora del Pilar, a la que llegué por un camino peatonal. En realidad es una especie de patio abierto con pequeños jardines entre dos bloques de viviendas bastante altos y aparatosos. Después de aquello volví mis pasos de nuevo hacia la Avenida de América, pero antes, por la calle de Matalpino primero y por su continuación hacia el oeste, -la calle de Clara del Rey-, llegué al principio de la calle de Corazón de María donde queda a un lado el Colegio Claret de Madrid y a otro las famosas y estilosas Torres Blancas, de las cuales hablo en plural pero… bueno es complicado, ahora os lo explicaré.
El Colegio Claret es un centro privado concertado católico que ofrece una educación humana y cristiana, como no podía esperarse de otra forma. Fue fundado en 1954 y fue ampliándose con el paso de los años, como suele suceder con este tipo de colegios. A lo largo de todos estos años han pasado por sus aulas multitud de niños que se han convertido en hombres y mujeres así como también gran numero de profesores y de personas que han desempeñado otro tipo de trabajos.
El colegio abrió sus puertas en 1954 con 180 alumnos de Primera Enseñanza y de los primeros cursos de Bachillerato. En 1962 se concluyó la segunda parte del edificio y se abrió el internado, por lo que el edificio ganó en longitud, extendiéndose por la calle de Corazón de María. En 1968 se amplió el complejo aún más con el gimnasio, la iglesia, museos y laboratorios, así como un salón de actos y tres plantas de residencia para los alumnos de los cursos superiores. Por aquel entonces ya había en el colegio 2.500 alumnos. En 1990 el colegio compró la finca deportiva “El Olivar” para desarrollar las clases de educación física los alumnos de Primaria y de B.U.P.
Las Torres Blancas son uno de los edificios más carismáticos de Madrid. De las muchas curiosidades que tiene este edificio hay una que debe ser la primera en contar. Este edificio es doble mentiroso, puesto que no son torres, ya que sólo se construyó una de las dos proyectadas; y no son blancas, ya que finalmente no se recubrieron de mármol blanco como estaba proyectado.
El proyecto de las Torres Blancas es un icono de la arquitectura organicista en España. Fue diseñado por el célebre arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza. Su construcción terminó en 1969, año en el que se convirtió en una de las estructuras de hormigón más complejas e innovadoras de la época, ya que presentaba unas formas atípicas para las construcciones en hormigón que se habían hecho hasta entonces.
El inmueble fue encargado por el Grupo Huarte, que exigió un programa de uso mixto con 21 pisos destinados a viviendas y los últimos niveles destinados a una sala de exposiciones y conferencias, una cafetería, espacios comerciales y una piscina cubierta. Desde el primer momento Sáenz de Oiza buscó romper con las convenciones típicas de la arquitectura de tipo residencial, dividiendo en tres bloques los pisos destinados a viviendas. Lo más característico de la torre surgió en la idea de Sáenz de Oiza de huir de los patrones clásicos del uso del hormigón, creando una estructura que reflejara de alguna forma el crecimiento orgánico de los árboles, para lo cual los volúmenes principales se concibieron a través de formas cilíndricas que nacen de pequeñas formas circulares. Para expresar esta intención el arquitecto se sirvió muy singularmente de la semicircularidad de los balcones que corren de lado a lado mientras suben, creando un ritmo asimétrico que llama la atención de manera poderosa.
Un poco más hacia Zaragoza, es decir, hacia el noroeste, nos encontramos otro edificio que, a día de hoy, es curioso y que llama poderosamente la atención. Me estoy refiriendo al Hotel Puerta de América, construido entre 2003 y 2005 como un concepto colectivo de 18 arquitectos y diseñadores de gran prestigio internacional. El edifici0 se construyó en un solar en el que tenía sus instalaciones deportivas la Fundación Santiago Apóstol que quedó separado del resto del terreno de esta fundación cuando se construyó el tramo de la autopista A-2 hasta el aeropuerto en los años 50.
El hotel, que tiene categoría de 5 estrellas, fue concebido desde el primer momento para ser un punto de encuentro entre diferentes sensibilidades arquitectónicas y decorativas, para lo cual contó con 18 arquitectos y diseñadores que se encargaron de diferentes espacios y funcionalidades del inmueble. Así, empezando desde abajo, Teresa Sapey se hizo cargo del sótano (aparcamiento); John Pawson se encargó de la planta baja; Zaha Hadid hizo lo propio con la primera planta; Norman Foster de la segunda; David Chipperfield de la tercera; Plasma Studio de la cuarta; Victorio & Lucchino de la quinta; Marc Newson de la sexta; Ron Arad de la séptima; Kathryn Findlay de la octava; Richard Gluckman de la novena; Arata Isozaki de la décima; Javier Mariscal y Fernando Salas de la undécima; y Jean Nouvel, quien también se encargó del ático y de la fachada multicolor, de la duodécima. Christian Liaigre diseñó el restaurante, Marc Newson el bar y Jason Bruges y Arnold Chan son los artífices del sistema de iluminación.
La fachada es, quizá, por lo llamativo de sus colores y por las palabras en diferentes idiomas que muestra, lo más característico del hotel, a lo que yo añadiría el copete o peineta que se acomodó en la parte superior y que, sin tener ni idea, diría que sirve para dar sombra al ático, quizá a la cafetería. Las palabras en diferentes idiomas que vemos en la fachada pertenecen al poema “Libertad” de Paul Éluard.
Al dejar el hotel giramos a la izquierda para dar con la calle del Corazón de María primero y de Clara del Rey después. La calle de Juan Bautista de Toledo, en dirección noreste, nos conduce a la calle de López de Hoyos, justo a la altura de la Plaza de la Prosperidad. Esta plaza, como ya adelantamos en la introducción de este capítulo, quedó en el barrio de Ciudad Jardín cuando aquel barrio se desgajó de Prosperidad, ya que está al otro lado de la calle de López de Hoyos y esta calle marca el límite entre uno y otro barrio. No obstante, vamos a hablar de ella aquí, porque me parece más apropiado y porque me viene mejor, ya que estamos ya aquí.
La Plaza de la Prosperidad es de un buen tamaño, tiene numerosos bancos y árboles, una boca de Metro y a mí me dio la sensación de tener muchos obstáculos para mis pies. Según cuentan, ha mejorado muchísimo, ya que ahora es más segura, accesible y funcional, en palabras de los propios vecinos. La plaza pasó por cinco meses de reforma en 2006, que aumentó un 11% su espacio y en la que se plantaron 21 nuevos árboles y numerosos arbustos y flores. A pesar de esto, como digo, mi sensación fue que la plaza tenía bastantes obstáculos, por lo que me resultaría interesante saber cómo era la plaza antes de la reforma.
Un pequeño monumento interesante que está en la Plaza de la Prosperidad es el llamado ‘Nostrolito‘. No tengo ni idea del por qué de su nombre, sólo he podido saber que se plantó en la plaza en 1986 como un símbolo de paz y de desarme que representa la tumba de la guerra con la inscripción: “Aquí yace la guerra“. El pequeño monumento fue retirado en 2013 y en su lugar se situó una estatua de un oso y un madroño. Este cambio, propiciado por el ayuntamiento de Ana Botella, no gustó nada a los vecinos, que se movilizaron para solicitar su restitución, cosa que consiguieron en 2018 gracias a la Asociación Vecinal Valle-Inclán.
Justo al lado de la Plaza de la Prosperidad, y también realmente en el barrio de Ciudad Jardín, está el Mercado de Prosperidad que, como me conocéis, no pude dejar de visitar. Éste mercado abrió sus puertas por primera vez en 1954 con el nombre de Mercado Municipal de Prosperidad. Al igual que ha sucedido con otros muchos mercados “tradicionales” ha vivido un proceso de ‘repensamiento’ que lo ha convertido en un concepto de mercado moderno, más cercano, más vivo y más cómodo.
Actualmente hay 36 locales entre interiores y exteriores que ofrecen una gran variedad de productos en puestos tradicionales con una imagen moderna. Como no podía ser de otra manera, dentro del recinto no sólo se puede comprar comida sino también consumirla. Para ello se ha creado un nuevo concepto llamado “Mercado de Prosperidad Gastro” que ofrece un espacio tranquilo y cuidado con propuestas de cocina tradicional y de nueva creación en 9 locales donde podemos comer y cenar.
Uno de los locales del mercado, aunque situado en el exterior, es una sucursal de la famosa y ya visitada Chocolatería San Ginés, que visitamos en uno de los capítulos que dedicamos al barrio de Sol. Esta sucursal fue inaugurada en 2016 y presenta exactamente el mismo producto que la chocolatería del centro. La decoración interior es también casi idéntica, pues sus paredes están colmadas de fotografías de personajes famosos que han pasado por San Ginés, entre los que se cuentan el presidente norteamericano Jimmy Carter o el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, por poner dos ejemplos relevantes.
Avancemos un poco. Vamos a caminar por la calle de López de Hoyos en dirección noroeste. La calle de López de Hoyos me recordó bastante a otras calles comerciales de Madrid como la de Bravo Murillo, que me queda muy cerca de casa; o las de General Ricardos o Alcalá, que me quedan un poco más lejos. Es una calle recta, llena de gentes en sus aceras y de comercios tradicionales en los bajos de los edificios que la delimitan, tales como zapaterías, tiendas de ropa, fruterías, colchonerías, etc. aunque también podemos encontrar grandes cadenas de supermercados o de material de otra índole.
Pasadas unas calles, llegamos a la calle de Santa Hortensia, que queda a nuestra derecha según la dirección que llevamos. Esta calle tiene una forma curiosa, ya que de lado a lado su recorrido es el mismo que el de una letra U. La tomamos en este momento y la dejaremos más tarde para retornar a ella después. Ya veréis. Justo en la esquina de la calle de López de Hoyos con la calle de Santa Hortensia está la Parroquia de Santa Matilde.
Esta parroquia tiene su origen en marzo de 1928, cuando se convocó un concurso entre arquitectos para realizar un proyecto de edificio para las escuelas de la fundación de doña Pilar de la Mata y Martínez, constituida unos cuantos años antes, en 1907, cuyos objetivos eran sociales y educativos. El conjunto de edificios resultante fue inaugurado en 1930 con la asistencia del rey Alfonso XIII y otras personalidades. En aquel conjunto había una capilla pensada para que pudieran usarla los usuarios del centro educativo pero que se abría también los domingos para atender las necesidades espirituales del barrio. La Parroquia de San Matilde, como tal, fue erigida en 1966, pero mientras la parroquia nacía el colegio agonizaba: el colegio dejó de funcionar a finales de los 60.
Dejamos la calle de Santa Hortensia para tomar la primera calle que aparece a nuestra izquierda. La calle de Baeza nos lleva al Parque del Banco. Esta es una plaza ligeramente rectangular que no tiene nada de especial. En uno de sus costados están los Jardines de Mario Benedetti, que tampoco tienen nada de especial. La calle de Santa Rita, que es una de calles que limitan la Plaza del Banco, nos conduce de nuevo a la calle de Corazón de María.
En la calle de Corazón de María me tomé un café, quizá el café más caro que me he tomado en toda mi vida. Me cobraron 2,50€ en un restaurante llamado Arcade. No sé si al verme con una cámara colgada del hombro me cobraron la tarifa para extranjeros o algo así. En cualquier caso, no volveré jamás. No me quiero arruinar.
Bajando por la calle de Corazón de María se llega a la Avenida de Camilo José Cela. En ese punto ya podemos ver nuestro próximo punto de atención, que no es otro que la sede de I.B.M. Este edificio del que estoy hablando es muy reconocible por sus fachadas de ladrillo naranja, sus ventanas redondas y por las grandes letras en las que se lee I.B.M. Esta es la segunda sede que tiene la compañía norteamericana en Madrid después de la que tuvo en el barrio de Recoletos, en el distrito de Salamanca y de la que ya hablamos en la segunda parte del capítulo dedicado a ese barrio.
Este edificio fue proyectado por los arquitectos Salvador Gayarre, Tomás Domínguez del Castillo y Juan Martín Baranda en 1987 y fue terminado dos años más tarde, en 1989. Se trata de un cuerpo de 150×50 metros con diez plantas y un sótano donde hay tres garajes. Tiene una superficie de algo más de 75 mil metros cuadrados y capacidad para albergar a unas 1.500 personas. Los garajes tienen capacidad para 900 automóviles.
Es un edificio de singular diseño arquitectónico que ofrece una amplia gama de servicios y que fue concebido para ayudar al individuo. Fue construido en hormigón armado hasta la quinta planta con forjados reticulares y con pilares metálicos desde la quinta hasta la décima planta. Las fachadas están compuestas por zócalos de granito y paramentos de ladrillo, materiales que van en consonancia con la arquitectura madrileña tradicional.
Junto al edificio de la I.B.M. hay una pasarela peatonal que permite a los viandantes atravesar de lado a lado la Avenida de América y acceder, por tanto, al barrio de la Guindalera, en el distrito de Salamanca. Como no puedo resistirme a las pasarelas y a las fotos sobre grandes autopistas, por supuesto que me dirigí hacia ella. Es algo superior a mí.
Tras bajar de la pasarela tomé un pequeño camino que hay entre el edificio y unas pistas deportivas que me devolvió, de nuevo, a la calle del Santa Hortensia. Esta calle, tomada hacia la derecha, justo en el lugar donde comienza a girar hacia el norte, me puso al lado de uno de los edificios de la Consejería de Educación y Juventud de la Comunidad de Madrid. No es que este sea un edificio muy significativo para hablar de él aquí, pero es que ahí mismo me pasaron en una misma visita dos tonterías que os voy a contar. El motivo de mi visita fue pagar unas tasas y entregar la documentación necesaria para presentarme a unas oposiciones a las que luego no me presenté por despistado. El segundo, y más nimio aún, fue que casi me llevo una multa, de nuevo, por despistado, por introducir en el parquímetro la matrícula de mi coche de manera equivocada. Por suerte, la mujer que controlaba el aparcamiento no me multó, pero me advirtió muy seriamente que hay que poner bien la atención a la hora de poner la matrícula en el sistema, porque me pueden multar. Así que ya lo sabéis, comprobad siempre bien que la matrícula que aparece en la pantalla sea la correcta. No siempre vais a tener mi encanto para evitar multas.
Seguimos por la calle de Santa Hortensia hasta casi el final, en su parte más septentrional. Justo cuando esta calle comienza a girar bruscamente hacia la izquierda para terminar en la calle del Padre Claret, surge a nuestra derecha una pequeña calle, la de Francisco Vivancos, que nos conduce directamente a la M-30 por un espacio que se convierte en peatonal. La calle de Ángel Hernández vuelve a convertirse en apta para los automóviles más adelante y termina junto a un parque sin nombre, adosado al lateral de la M-30, por el que podemos caminar más hacia el norte. No obstante, antes de hacer ese recorrido, tuve que subir a otra pasarela y hacer las fotos de rigor.
Ahora si, a través de este parquecillo alargado junto a la M-30, muy apto para el paseo de perros y para el deporte de esquivar minas salidas del culito de los perros, llegamos al acceso/salida de la M-30 que conecta esa vía con la Avenida de Ramón y Cajal a través de la calle del Padre Claret. Justo al otro lado de ese acceso/salida de la autopista hay un pequeño parquecito singular que no parece un parque urbano sino más bien un simple bosquecillo natural de pinos y chopos únicamente colonizado por unos columpios para solaz infantil. Este parque recibe el nombre de Parque de Félix Rodríguez de la Fuente.
Lo más característico del parque, inaugurado en 1980 por Enrique Tierno Galván, es el Monumento dedicado al naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, que casi pasa desapercibido porque consiste en un grupo de piedras grandes en el que destaca la figura de lo que parece un águila. Nadie puede decir que, ciertamente, se trata de un monumento muy bien ensamblado por su entorno. Ah, y casi se me olvidaba: este parque tiene otra cosa muy característica, ni más ni menos que una boca de metro que, a diferencia del monumento, no queda para nada bien ensamblada con su entorno.
Una vez atravesado el parque y habiendo salido por la Avenida de Ramón y Cajal, nos dirigimos al oeste hasta poder tomar de nuevo la calle del Padre Claret, pero esta vez en dirección sur. Queremos volver a tomar a nuestra derecha la calle de López de Hoyos para terminar este capítulo y el recorrido por el barrio de la Prosperidad. En esta zona exacta es donde la calle de López de Hoyos se hace rara, ya que justo ahí se corta para saltar mágicamente al otro lado de la M-30 y continuar al otro lado de la autopista hasta la Plaza de los Santos de la Humosa, bien entrado el distrito de Hortaleza.
En el número 169 de la calle de López de Hoyos está el edificio que sirve de sede a la Dirección Provincial del Instituto de la Seguridad Social. Se trata de un edificio de una arquitectura curiosa. No es grande, pero su fachada es transparente, llena de cristales y su acabado enrejado lo hace llamativo.
Comoquiera que no sé muy bien qué tareas se llevan a cabo en este edificio y éste ha sido un capítulo más bien largo, o a mí me lo parece, voy a dejarlo aquí y doy por terminado el recorrido por el barrio de Prosperidad. Nos esperan todavía más barrios dentro del distrito de Chamartín.
El barrio de Prosperidad ha roto la pauta que estábamos observando en el barrio de El Viso. Si aquel era tranquilo, con viviendas unifamiliares de alta renta, este es denso y popular, con comercio tradicional, con mucho más ruido y ajetreo en sus calles. En torno a la Avenida de América hemos encontrado grandes edificios como el de la U.G.T., el de las Torres Blancas o el del Hotel Puerta de América y el de la I.B.M., pero en las calles más interiores nos hemos encontrado con un paisaje muy distinto. La calle de López de Hoyos, junto con la calle del Corazón de María y, en menor medida, la de Clara del Rey, forman la estructura sobre la que se desarrolla este barrio, cuyo corazón, aunque técnicamente se encuentra en otro barrio, es la Plaza de la Prosperidad.
En el siguiente capítulo conoceremos el barrio de Ciudad Jardín, en el cual volveremos a tener sensaciones diferentes, parecidas a las que ya tuvimos en el barrio de El Viso. Volverán las viviendas bajas unifamiliares, y los grandes edificios, la mayoría de ellos concentrados en un mismo sitio, la calle del Príncipe de Vergara, donde encontraremos la Junta Municipal del Distrito y el Auditorio Nacional de Música. Terminaremos aquel capítulo conociendo el Parque de Berlín. Así que os espero en el próximo capítulo de “Conociendo mi ciudad”, ¿vale?
Todas las fotos del recorrido fotográfico por el barrio de Prosperidad:
Todos los días una nueva foto en color del proyecto en Instagram. JMPhotographia en las redes sociales: