Después de visitar el barrio de Prosperidad lo que nos toca ahora es seguir nuestro camino por el distrito de Chamartín adentrándonos en el barrio de Ciudad Jardín. Ya comentamos en el capítulo anterior, hablando de la historia del barrio de Prosperidad, que el barrio de Ciudad Jardín nació al dividirse en dos el barrio de Prosperidad, hecho que ocurrió en 1987. El barrio tiene sus límites en la Avenida de Ramón y Cajal por el norte y la calle de López de Hoyos por el sur y en las calles del Príncipe de Vergara por el oeste y de Alfonso XII por el este.
Geográficamente está inscrito en un espacio dentro de los otros dos barrios de Chamartín que ya hemos recorrido, el de El Viso y el de Prosperidad. Esta zona perteneció al suburbio de Madrid desde sus orígenes en 1862, quedando dentro del barrio de Buenavista desde 1898.
Ciudad Jardín es el barrio más pequeño del distrito de Chamartín con una superficie de sólo 76,23 hectáreas. Viven en el barrio más de 18 mil personas, número de habitantes que se ha mantenido casi inamovible en los últimos 10 años. Estos datos configuran una densidad de población que llega a ser la segunda de todo el distrito con 243 habitantes por hectárea.
Vamos a comenzar nuestro recorrido en la calle de Alfonso XIII, que vamos a recorrer en dirección norte hasta llegar al límite del barrio, es decir, hasta llegar a la Avenida de Ramón y Cajal. Una vez allí, giramos a la izquierda y nos encontramos con nuestro primer punto de interés del recorrido: la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora. A pesar de que estamos ante una iglesia de tamaño considerable, no es fácil encontrar información sobre este templo. La parroquia presenta una única torre alta en el flanco derecho del frontal de la Avenida de Ramón y Cajal y otra torre baja, -si es que puede llamarse torre-, sobre el espacio del crucero. No sé a vosotros, pero a mí, el edificio me recuerda a una especie de Monasterio de El Escorial pero en pequeño. No soy capaz de deciros quién fue el arquitecto ni el año de inauguración de esta iglesia.
La calle de Gabriel y Galán primero y la calle de Guerrero y Mendoza después nos sirven para adentrarnos en el barrio y para tener nuestro primer encuentro con la tipología de inmuebles residenciales del barrio, es decir, casas bajas y chalets de uso unifamiliar y calles con baja densidad de tráfico. Al final de la calle de Guerrero y Mendoza nos encontramos con la tapia de un descampado que hay justo delante del Colegio de la Fundación Santamarca y no podemos continuar. En lugar de girar a la derecha y volver a la Avenida de Ramón y Cajal giramos a la izquierda y continuamos en dirección sur por la calle de la Charca Verde, que es precisamente el nombre de este descampado.
Siguiendo la calle de la Charca Verde hacia el sur se llega a la calle de Pradillo, y queda a nuestra izquierda el Centro Deportivo Municipal Pradillo. El nombre de este polideportivo ha resonado en mi memoria desde niño, porque siempre, en casi todas las actividades deportivas que desarrollé circundaba el sonido de esa palabra: Pradillo.
En el centro se dan clases de pre-infantiles (de 3 a 5 años) de natación y educación física de base; de infantiles (de 6 a 14 años) de bádminton, fútbol, gimnasia rítmica, natación, pádel y tenis; y de jóvenes y adultos (de 15 a 65 años) de acondicionamiento físico deportivo, aquagym, aeróbic aerolatino, fitness, gimnasia suave, musculación, natación, pádel, pilates y tenis.
El Centro Deportivo Municipal Pradillo tiene unas instalaciones que abarcan 12.350 metros cuadrados, en las que quedan incluidos un campo de fútbol 7, 6 pistas de pádel, 2 pistas polideportivas y 1 pista de tenis, todo ello al aire libre; a lo que hay que añadir unidades deportivas cubiertas como una piscina de 25 metros, 3 salas multiusos, una sala de musculación y 2 saunas.
Tomamos la calle de Pradillo en dirección oeste, o lo que es lo mismo, caminamos hacia la Plaza de Cataluña. A nuestra izquierda queda el Teatro Pradillo. Este teatro no llamará la atención del caminante, ya que está situado en un no muy glamuroso local que anteriormente ocupaba la empresa de mensajería SEUR que fue adquirido por algunos componentes de la Compañía La Tartana Teatro. Se inauguró en 1990 bajo la dirección de Juan Muñoz Rebollo y Carlos Marquerie con la representación de la obra “Los hombres de piedra” de Antonio Fernández Lera.
Como os podréis estar imaginando no es una sala grande, ya que tiene un aforo de sólo 121 espectadores y un escenario o zona de representación muy pequeño. Se trata de un teatro independiente que ha podido sobrevivir gracias en buena parte al apoyo de las administraciones, particularmente del INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música). A esto hay que sumar que este teatro suele estar dentro de las programaciones culturales del Ayuntamiento de Madrid en actividades como Los Veranos de la Villa o el Festival de Otoño.
Dos calles después, y también a nuestra izquierda, nos encontramos con el Centro Cultural Nicolás Salmerón y el colegio del mismo nombre. La entrada principal de este centro cultural está en el número 51 de la calle del Mantuano, aunque el inmueble también tiene fachadas que van a dar a las calles de Pradillo y de Vinaroz. Fue levantado por la Sección de Construcciones Escolares del Ayuntamiento de Madrid contando con un equipo técnico de arquitectos que fue dirigido por Bernardo Giner de los Ríos. Su inauguración se produjo en 1933 como un mastodóntico colegio, -no en vano era conocido como “El coloso de Chamartín”-, que simbolizaba las preocupaciones educativas y culturales del entonces gobierno de la República.
Durante la posguerra el edificio se destinó a ser escuela de mandos de la falange con el nombre de Jose Antonio, para lo cual fue reformado para adaptar el inmueble a residencia. En 1983 el alcalde Tierno Galván inauguró el Centro Cultural que recuperó el nombre primigenio del colegio. Estamos hablando de un espacio de 7 mil metros cuadrados que se dedica a muy variadas actividades, entre las que destaca una escuela de música, un salón de actos con capacidad para 350 personas y dos bibliotecas, una para adultos y otra para niños.
Junto a la calle de Vinaroz hay una modesta edificación perteneciente al Colegio Nicolás Salmerón, creo que es la casa donde alguna vez vivió algún conserje del colegio, que es famosa en mi familia por haber sido local de ensayo musical que pudo utilizar mi hermano Carlos. Fue por allá en 1992 o 1993, por mediación del entonces concejal de Chamartín, Miguel Cantos, y cuando mi hermano lideraba un grupo de chavales muy jóvenes que se hacía llamar Los Forajidos, y hacían canciones que para mí son míticas como “El Rubio”, “Con música en la sangre” o “Hasta que acabe el ron”.
La calle de Vinaroz nos lleva hacia el sur del barrio. La recorremos hasta el encuentro de las calles de Malcampo y de Luis Vives y ahí giramos a la derecha, es decir, tomamos la calle de Luis Vives, -humanista para más señas-, y de allí seguimos hasta dar con la calle de Cartagena, que tomamos a la derecha para dirigirnos al norte. La calle de Cartagena desemboca en la calle del Príncipe de Vergara que, como dijimos al principio de este capítulo, es el límite por el oeste del barrio.
Justo en el espacio en el que la calle de Cartagena muere en la calle de Príncipe de Vergara, en la parte trasera del edificio que alberga la Junta Municipal de Chamartín estaba hace un tiempo el Museo de la Ciudad. Estoy hablando de mis tiempos de adolescente y de primera juventud (ahora estoy en la segunda), pero a día de hoy es una oficina de atención al consumidor, si no estoy mal informado.
A partir de aquí ya sólo vamos a caminar en dirección norte. Nada más girar por la calle de Cartagena y tomar la calle de Príncipe de Vergara está el edificio de la Junta Municipal de Chamartín. Aquí los madrileños que viven en Chamartín pueden recibir información relevante y hacer algunos trámites como reservas de matrimonios civiles, reclamaciones de consumo, prestación de servicios sociales, trámites relacionados con el padrón, licencias urbanísticas, etc. El edificio de la Junta Municipal va a juego con el otro edificio importante que tiene enfrente, que no es otro que el del Auditorio Nacional de Música, ambos con ladrillo visto.
La Plaza de Andrés Segovia media entre el edificio de la Junta Municipal de Charmartín y el Auditorio Nacional de Música, quizá el edificio más importante de todo el barrio. Esta plaza está dedicada a la memoria del músico jienense Andrés Segovia (1893-1987), nacido en Linares y maestro de la guitarra española y uno de los artífices de que este instrumento tan nuestro se pudiera introducir dentro de la esfera de la música clásica. Este compositor cobra aún más importancia en el espacio de la plaza debido a la escultura que hay colocada hacia la entrada de la Junta Municipal.
Se trata de un busto que el Ayuntamiento encargó al escultor Santiago de Santiago en 1993. Este escultor, que además es autodidacta, tiene varias obras diseminadas por Madrid, entre los que destacan los monumentos a Álvaro Iglesias y, mucho más curiosamente, uno dedicado por UNICEF al Niño, que está, y no exagero, a menos de 100 metros de mi casa. Ya os lo enseñaré en el capítulo que dediquemos al barrio de Castilla.
El Auditorio Nacional de Música es una sala de conciertos de música preferentemente clásica pero también es un organismo dependiente del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, que ya hemos mencionado en este capítulo un poco más arriba. Quien pase cerca verá que no es un edificio muy antiguo, no puede serlo por sus hechuras. En realidad es obra del arquitecto José María García de Paredes y se inauguró en 1988. Fue construido dentro de un proyecto llamado “Plan Nacional de Auditorios”, cuyo objetivo era dotar al país de una adecuada infraestructura musical.
En el Auditorio Nacional de Música se desarrolla una importante actividad musical. Tiene dos salas de conciertos, una sinfónica y otra de cámara, teniendo la primera una capacidad para 2.324 espectadores y la segunda para 692 espectadores. Esta infraestructura permite la realización de cuatro conciertos diarios. Por último, tenemos que decir que en este edificio tienen su sede tanto la Orquesta y Coro Nacionales de España como la Joven Orquesta Nacional de España.
En la fachada norte del Auditorio Nacional de Música, -que es la fachada principal-, hay un espacio que se configura con nombre de Plaza de Rodolfo y Ernesto Halffter. Se trata de un espacio con forma de triángulo isósceles y que podríamos llamar “mixto”, ya que la parte que da a la fachada del Auditorio Nacional sería como una plaza y la parte norte de los dos lados largos se establecería como un parque.
La plaza lleva el nombre de dos hermanos compositores españoles, hijos de un joyero alemán que se estableció en España. Ernesto fue el único discípulo reconocido de Manuel de Falla y estuvo a favor de Franco mientras que Rodolfo era republicano, hecho que le ocasionó tener que irse al exilio, para lo cual eligió México, donde se naturalizó y murió en 1987.
Caminando en dirección norte llegamos a la Plaza de Cataluña. Esta plaza no es gran cosa, es más bien un espacio un poco más abierto en la confluencia de la calle de Príncipe de Vergara y el final de la Avenida del Doctor Arce que, como dijimos en otro capítulo, es la vía que prolonga un poco más hacia el norte la calle de Velázquez. También va a parar allí la calle del Cinca, que luego llamada calle del Segre va a dar a la Plaza de los Sagrados Corazones, al lado del Estadio Santiago Bernabéu.
Desde la Plaza de Cataluña, un pequeño parque nos da acceso a un gran parque. El pequeño parque no sé si tiene nombre, ya que no es más que un pequeño espacio peatonal con árboles y bancos para sentarse. El parque grande desde luego que si tiene nombre: es el Parque de Berlín, un parque lo suficientemente grande como para tener varias zonas perfectamente diferenciadas.
He leído por ahí que el parque está dividido en dos zonas, una alta con canchas para varios deportes, un auditorio y zonas infantiles y otra baja, la zona más verde propiamente del parque, también llamada “Senda botánica” y donde está la zona dedicada al derribo del Muro de Berlín en cuya fuente se exhiben tres piezas del muro traídas de Alemania. No obstante, si por mí fuera, yo dividiría el parque en tres zonas, ya que la zona alta puede a su vez dividirse en otras dos zonas: la zona de las canchas de deporte y otra zona, por la que yo mismo entré, que podríamos llamar “zona de merendero”. El auditorio quedaría justo entre estas dos zonas.
El parque abrió en 1967, bajo el mandato como alcalde de la ciudad de Carlos Arias Navarro. El consistorio madrileño invitó a Willy Brandt, exalcalde de Berlín y en ese momento Ministro de Asuntos Exteriores de la República Federal de Alemania, pero no pudo finalmente asistir. Acudió en su lugar el embajador alemán, Helmut Allard, que fue acompañado por una comitiva de vicealcaldes de los distritos berlineses, así como miembros eminentes de la colonia alemana en Madrid.
Entré al parque, como ya he dicho, por la zona alta o superior, que es eminentemente plana, motivo por el que se utilizó para colocar las canchas deportivas y la zona del merendero y del auditorio. Esta condición de zona llana también se utiliza en la época en la que se celebran las fiestas del distrito, ya que el auditorio es usado para los conciertos programados y la zona de las canchas deportivas se usa para estacionar casetas y atracciones de feria.
Nos salimos un momento del parque acercándonos a la calle que hay en su parte este, que recibe el nombre de calle de Marcenado. Allí está la entrada del Colegio de la Fundación Santamarca, cuya figura ya habíamos visto desde el lado opuesto.
Este colegio lleva su nombre en honor de su “fundadora”, la Condesa de Santamarca, también Duquesa de Nájera, también Marquesa de Sierra-Bullones, también Duquesa de Montealegre, también Duquesa de Guevara, también Duquesa de la Quinta del Marco, también Condesa de Oñate, también Condesa de Treviño y, finalmente, también Condesa de Castro Nuevo.
Al morir esta señora en 1914, siendo viuda desde 1910, y habiendo sido titular de una inmensísima fortuna y colección de bienes y tras no haber tenido descendencia, se decidió cumplir sus devotas voluntades y fundar un colegio-asilo para niños huérfanos y pobres de la ciudad de Madrid. En un principio este asilo se iba a levantar en un palacio ya construido en la calle de Alcalá, concretamente en el solar contiguo al Banco de España, pero finalmente hubo que cambiar de idea por las dificultades que presentaba la rehabilitación, por lo que se decidió construir un edificio nuevo en lo que entonces eran las afueras de la ciudad.
Las obras comenzaron en 1921 bajo los planos del arquitecto Manuel Ortiz de Villajos. Finalmente, el Banco de España compró el palacio que se había pensado usar en un primer momento para poder ampliar sus dependencias, por lo que se inyectó más dinero en el proyecto del asilo con el dinero obtenido por esa venta. Finalmente, el asilo fue completado en 1928. El edificio construido tiene algunos elementos neomudéjares, tan de moda en Madrid por aquella época, aunque también tiene otros elementos neogóticos en las ventanas y pináculos. Su planta es cuadrada y tiene tres alturas. Justo en medio se ubicó la capilla, a modo de eje, dando lugar a dos patios en las partes laterales.
Volvemos al parque para terminar nuestro recorrido por el barrio de Ciudad Jardín. Ahora vamos a dirigirnos hacia la zona baja, que es menos plana y donde podemos recorrer una senda botánica con diferentes árboles interesantes como un ailanto, una mimosa, una mahonia, un cornejo, un abeto, un acebo, una arizónica, un limpiatubos, un álamo, una abelia, una tuya, etc.
En esta zona baja está también la principal atracción del parque, es decir, la fuente en la que están los tres lienzos que pertenecieron al Muro de Berlín y que fueron comprados por el ayuntamiento en 1990 pagando 9 millones de pesetas. Es una zona mucho más verde y llena de senderos. Frente a la fuente principal está la que se considera la entrada y salida oficial del parque, frente a la Plaza de la Virgen Guadalupana, que utilizamos para salir del parque y por la que ponemos punto final a este capítulo.
El barrio de Ciudad Jardín es el más pequeñito del distrito de Chamartín, pero tiene grandes atractivos para el caminante. Quizá el más significativo por su altura cultural es el Auditorio Nacional de Música, una sala de conciertos sinfónicos y de cámara que supuso un antes y un después en la ciudad, que antes sólo contaba para esos menesteres con un espacio elitista como el Teatro Real. El Parque de Berlín es también un lugar destacable dentro de este barrio, ya que es un lugar tranquilo, ameno y verde por el que da verdadero gusto pasear.
En el próximo capítulo recorreremos el barrio de Hispanoamérica, comenzando precisamente donde hemos terminado este, en la Plaza de la Virgen Guadalupana. Recorreremos edificios tan importantes como el Estadio Santiago Bernabéu, algún ministerio, el colegio de San Agustín y una iglesia recoleta a la que se accede subiendo escaleras. Si os parece, nos vemos en el barrio de Hispanoamérica muy pronto.
Todas las fotos del recorrido fotográfico por el barrio de Ciudad Jardín:
Todos los días una nueva foto en color del proyecto en Instagram. JMPhotographia en las redes sociales:
Fue un placer cederos el local de ensayo y se que de allí salieron grades cancioes, un saludo, chavales!
Un placer, señor Cantos, contar con su testimonio en este blog. Muchas gracias.