El séptimo distrito de la ciudad de Madrid es el distrito de Chamberí. De este distrito de la ciudad podemos quizá decir, -para una correcta introducción-, que es una digna continuación de la monumentalidad del distrito de Centro, ya que está situado justo al norte de aquel. La monumentalidad a la que nos referimos se ve perfectamente en la arquitectura, en las fachadas de los edificios, en los forjados de las terrazas y también en los precios de los inmuebles.
El terreno que hoy ocupa el distrito de Chamberí estuvo en la Edad Media ocupado por bosques y sirvió de coto de caza para miembros de la Corte de aquellos tiempos, supongo que del Reino de Castilla. Las tierras fueron propiedad durante muchos años de la Orden del Temple, por lo menos hasta el siglo XIV. En el reinado de Carlos I (1516-1665) se talaron aquellos bosques con objeto de usar aquellas tierras como dehesas y posteriormente tierras de secano en su mayor parte, quedando otra parte, más pequeña y situada cerca de los arroyos, para convertirse en huertas.
Hacia final del siglo XVIII el sector agrícola dio paso a otros usos más boyantes en aquella época, por lo que proliferaron pequeñas industrias dedicadas a la fabricación de materiales de construcción. Esto también propició la aparición de las primeras edificaciones residenciales para alojar a los propios trabajadores y de trazados de viales. Los primeros que nacieron fueron el Camino de Hortaleza, que hoy es la calle de Santa Engracia; el Camino del Cisne, -hoy calle de Eduardo Dato-, y el Paseo Nuevo de las Delicias de la Princesa, que hoy es el Paseo de la Castellana. La aparición de estos “paseos” dio origen, a su vez, a la construcción de quintas de recreo, entre las que destacaba la Quinta del Marqués de Santiago, cuya ubicación coincide con la actual Plaza de Chamberí.
La mayor parte de los terrenos de los que estamos hablando pasaron a manos del Estado y de particulares después de la desamortización de Mendizábal, ya que aproximadamente cuatro quintos del terreno estaban en manos de la Iglesia, de nobles y de pequeños propietarios. Una vez en manos del Estado, este incluye estos nuevos terrenos en los diversos planes de ensanche de Madrid en los siglos XIX y XX.
Respecto al nombre, la versión más extendida y que muchos conocen es que la denominación tiene relación con un cuartel que los invasores franceses levantaron durante la Guerra de la Independencia en lo que hoy es la Plaza de Chamberí y que llamaron precisamente así, “Chambéry”, como la comuna francesa situada en el departamento de Saboya. Sin embargo, parece ser que hay soporte documental que acredita que antes de la invasión francesa ya se usaba esta denominación, puesto que así aparece en un plano de Madrid de Nicolás Chalmandrier del año 1761.
El distrito de Chamberí está compuesto por seis barrios, cuyos nombres son, por orden administrativo, Gaztambide, Arapiles, Trafalgar, Almagro, Ríos Rosas y Vallehermoso. Limita al norte por las avenidas de Moncloa y de Reina Victoria; al este por el Paseo de la Castellana; al sur por las calles de Alberto Aguilera, de Carranza, de Sagasta y de Génova; y al oeste por las calles de la Princesa, de Meléndez Valdés, del Arcipreste de Hita, de Isaac Peral y por el Paseo de Juan XXIII. Respecto a los otros distritos, Chamberí limita con Moncloa-Aravaca y Tetuán por el norte; con Chamartín y Salamanca por el este; con Centro y Salamanca por el sur; y con Moncloa-Aravaca por el sur.
En estos límites hay además numerosas y famosas plazas, por ejemplo, en su frontera norte está la Plaza de Cuatro Caminos; en su frontera este las plazas de San Juan de la Cruz, del Doctor Marañón y de Colón, así como la Glorieta de Emilio Castelar; por la parte sur encontramos las glorietas de Ruiz Jiménez y de Bilbao, además de las plazas de Alonso Martínez y de Colón; y por el oeste está la Plaza de Cristo Rey.
Los seis barrios forman un distrito que tiene una extensión de 467,92 hectáreas y reúnen a una población de casi 141 mil habitantes, lo que significa una densidad de población de 301 habitantes por hectárea. Los dos barrios más grandes son los dos que están situados más al norte, Ríos Rosas y Vallehermoso, que en algunos casos doblan en tamaño a barrios como Gaztambide, Arapiles y Trafalgar. El tercer barrio en tamaño, y quizá el más importe de todos, por ser el barrio más administrativo de todos y por reunir a residentes de mayor poder adquisitivo, es el de Almagro.
De todos los barrios que hoy componen el distrito fue precisamente este último el primero en ser urbanizado, seguramente por limitar con el Paseo de la Castellana. Hoy en día este espacio reúne la sede del Ministerio del Interior y numerosas embajadas de países como el Reino Unido, Alemania, Colombia o Suecia, además de la sede original de la Cruz Roja o el palacio donde realiza sus labores el Defensor del Pueblo. Allí también hay otros edificios notables como el Hotel Santo Mauro o diversos palacetes.
Comencemos ya a hablar del primer barrio del distrito de Chamberí, vámonos al barrio de Gaztambide, situado en la parte más occidental del distrito de Chamberí. El barrio de Gaztambide tiene una superficie de 50,65 hectáreas y una población de poco más de 23 mil personas. Gaztambide es el barrio más pequeñito de Chamberí, pero en lo que respecta a la relación entre extensión y población, ocupa el primer puesto con una densidad de población de 461 habitantes por hectárea. Se trata de un barrio de calles rectas y largas cruzadas por otras calles rectas y largas, formando un damero casi perfecto, únicamente interrumpido por las calles importantes que lo delimitan al norte (Cea Bermúdez), al sur (Alberto Aguilera) y al oeste (Princesa).
El barrio toma el nombre de una de las calles que lo cruzan de norte a sur, la calle de Gaztambide, que lleva el nombre de Joaquín Romualdo Gaztambide y Garbayo (Tudela 1822-Madrid 1870), compositor navarro conocido sobre todo por sus zarzuelas.
Comenzamos nuestro recorrido donde la calle de la Princesa cruza entre las calles del Marqués de Urquijo y de Alberto Aguilera, justo donde se encuentra uno de los edificios de El Corte Inglés más conocidos de Madrid. Vamos a tomar la calle de la Princesa hacia el noroeste, una calle que nace en la Plaza de España y que es la continuación de la Gran Vía.
El nombre de esta vía se dio en honor de la infanta Isabel de Borbón y Borbón (Madrid 1851-París 1931), conocida como “La Chata”, una persona muy querida por el pueblo que fue dos veces princesa de Asturias y que finalmente acompañó a la familia real al destierro en Francia cuando en España se proclamó la república. Evidentemente, la vía existía antes de ser nombrada con su actual nombre, ya que aparece en el plano de Teixeira de 1656, donde recibe el nombre de Camino de San Bernardino. Un poco antes de tomar su denominación de hoy recibió el nombre de calle del Duque de Liria, debido a que muy cerca se halla el Palacio de Liria.
La calle de Menéndez Valdés aparece a la derecha y nos permite, poco después, tomar a la izquierda la calle de Gaztambide, que da nombre, como ya dijimos, a todo el barrio. Todas estas calles que suben y que cruzan pueden resultar muy parecidas a muchas otras de los barrios que componen el distrito de Salamanca, con un único carril y un único sentido, aparcamientos en diagonal en al menos uno de los lados y jalonada por edificios que no suelen superar las cuatro o cinco alturas.
Girando a la izquierda por la calle de Fernando el Católico volvemos a la calle del Arcipreste de Hita, que corre paralela a la calle de la Princesa. Pues bien, justo en ese lugar se encuentran dos grandes arcos rebajados elípticos que atraviesan, -o mejor dicho, permiten atravesar-, un edificio bien grande, que creo que da vivienda, -o dio en su día-, a numerosos militares.
Se trata de los llamados Arcos de la Moncloa, que no deben confundirse con el Arco del Triunfo, que no está muy lejos de allí, situado también en Moncloa. Los Arcos de la Moncloa conectan la calle del Arcipreste de Hita con la calle de la Princesa, que corre paralela a la primera.
La calle del Arcipreste de Hita pasa a llamarse justo ahí calle de Isaac Peral, que viaja hacia el norte hacia más allá de la Plaza de Cristo Rey. Mucho antes de eso, casi en la esquina con la calle de Donoso Cortés hay una famosa librería: Visor Libros.
Esta tienda tiene más de 150 metros cuadrados y además de ser una librería donde se venden libros es la sede de la editorial Visor, dedicada principalmente a la publicación de obras poéticas desde que en 1968, su fundador, Jesús García Sánchez, sacó a la luz una edición de Rimbaud a la que siguieron muchas otras, entre las que destacan las de autores como Gloria Fuertes, Joaquín Sabina, Mario Benedetti, Vicente Huidobro y otros muchos. En este siglo XXI la editorial inició su expansión por Hispanoamérica, lo que la ha llevado a abrir una sede en Colombia y otra en México.
En lo que respecta a la tienda, es una librería general en la que se puede encontrar cualquier género, si bien está enfocada más a las humanidades, a las ciencias sociales y a la literatura. Además de la librería física, existe una librería on-line en www.visor-libros.com.
Tras un breve zigzagueo en el que pasamos por las calles de Donoso Cortés, de Hilarión Eslava, de Joaquín María López y de Gaztambide llegamos a la Parroquia de Santa Rita, que queda a nuestra izquierda, un poco antes de que la calle de Gaztambide se encuentre con la calle de Cea Bermúdez. Esta parroquia, situada en el número 75 de la calle, fue inaugurada en octubre de 1959, cinco años después de haberse fundado la comunidad religiosa de agustinos recoletos que la administra, y siete años después de la compra del solar por parte de la Provincia San Nicolás Tolentino.
El templo, sin embargo, no fue declarado parroquia hasta 1965, año en el que tomó posesión el primer párroco, Fray Jesús Álvarez Maestro. Lo más destacable de esta parroquia es el órgano que fue bendecido, -y por tanto inaugurado-, hace unos meses, en septiembre de 2020. En realidad, este nuevo órgano substituye a uno previo del que desconozco los detalles.
Seguimos hacia el norte y giramos a la derecha para tomar la calle de Cea Bermúdez, ancha y usualmente más fácil de transitar en automóvíl que su continuación, la calle de José Abascal, que muchos madrileños renombran como José Atascal, por razones que el lector sabrá entender. La calle de Cea Bermúdez va desde la intersección de la calle de Bravo Murillo hasta la Plaza de Cristo Rey, recorriendo una distancia de aproximadamente un kilómetro.
Se trata de una vía moderna, urbanizada en los años 50, tras la desaparición del Cementerio de la Patriarcal, conocido popularmente como “Campo de Calaveras”, que ocupaba aproximadamente el espacio donde hoy se levanta el Parque Móvil Ministerial.
La calle homenajea a Francisco de Paula de Cea Bermúdez y Buzo, conde de Colombi, (Málaga 1772-París 1850), celebre diplomático de la época de Fernando VII que fue nombrado por este Primer Secretario de Estado y del Despacho en 1825, un nombre muy rebuscado para llamar a la persona que ejerce el gobierno en nombre del rey, lo que hoy conocemos como un Primer Ministro o Presidente del Gobierno. No duró mucho en el cargo, dada la inestabilidad política que se vivía en aquella época por la querella que había entre los liberales y los partidarios de la monarquía o absolutistas. Fue llamado por el rey para ejercer la misma dignidad más tarde, en los últimos meses de su reinado para preparar el advenimiento de su hija, Isabel II. Debido a que su actuación política siempre se movió entre esas dos facciones, acabó siendo odiado por las dos y teniendo que exiliarse en Francia.
Tomamos ahora la calle de Guzmán el Bueno hacia el sur girando a la derecha. Esta calle tiene dos carriles y un único sentido de circulación, norte-sur. En realidad, es una calle de un único carril para la circulación general, ya que el otro carril es para uso de autobuses y taxis. Tiene una longitud de 1,8 kilómetros entre la Avenida de la Reina Victoria en el norte y la calle de Alberto Aguilera en el sur.
La historia de Alonso Pérez de Guzmán (León 1256-Gaucón, 1309) es notablemente conocida y tiene una parte de legendaria, pero vamos a repetirla aquí, ya que puede que algún lector la desconozca. Este señor fue un militar y noble leonés que fundó la casa de Medina-Sidonia. Su vida, como militar, estuvo marcada por las luchas contra los invasores magrebíes, unas veces batallando y otras veces participando en treguas y diplomacias, conformando alianzas y pactos de diversa índole y condición. Fue premiado por estos servicios por el rey Alfonso X, llamado el Sabio, con la villa de Alcalá Sidonia, hoy llamada Alcalá de los Gazules. Con Sancho IV en el trono, Alonso volvió a la guerra y consiguió amasar una gran fortuna con la que amplió sus muchas propiedades.
Sin embargo, más que estos detalles, lo que más se conoce de este personaje es su leyenda, relacionada con la muerte de su propio hijo, en la defensa de la ciudad de Tarifa, estando la plaza asediada por el infante don Juan, hermano del rey Sancho IV. La leyenda dice que Alonso Pérez de Guzmán lanzó desde lo alto de los muros una daga para que con ella mataran a su propio hijo, al que habían capturado, ya que prefería perder un hijo antes que sucumbir al chantaje que le estaban haciendo los sitiadores. Según las palabras de un antiguo romance, Alonso gritaría estas palabras: “Matadle con éste, si lo habéis determinado, que más quiero honra sin hijo, que hijo con mi honor manchado“.
Caminando en dirección sur surge a nuestra derecha la calle de Giner de los Ríos, y sin movernos de la calle de Guzmán el Bueno podemos ver la Sala Copérnico, que está a escasos metros. Es una sala de gran trayectoria donde habitualmente se realizan conciertos, pero también es una discoteca. Además, tiene un aparcamiento para clientes situado justo al otro lado de la calle.
Por dentro es la típica sala con varias alturas, pero de una sola planta, con gran cantidad de focos de diversos colores que crean un ambiente propio. Dispone también de tres barras bastante grandes. Debido a su ubicación, Copérnico es un local frecuentado sobre todo por gente joven universitaria. Por suerte, la música que ponen es muy variada, y entre el tan envolvente regueatón hay espacio para el pop o el house.
Pasada una calle más llegamos de nuevo a la calle de Fernando el Católico, pero a la altura de una manzana que reúne un colegio, una iglesia y un parque. Pero vamos por partes, el colegio al que nos referimos es el Colegio La Salle-San Rafael, un centro mixto de carácter privado-concertado, presentado en un edificio en forma de L de estilo neomudéjar, ya sabéis, de ladrillo visto, con ciertos toques modernistas en los motivos que conforman su decoración. Hay un tercer pabellón, en un segundo edificio independiente, usado para servicios (no lavabos) para los alumnos, es decir, comedor, laboratorios, gimnasio, y esa clase de servicios.
El colegio se fundó en 1907 siendo una pequeña escuela, humilde, ya que, por aquella época, las necesidades educativas de los niños de Chamberí también eran pequeñas. Con el crecimiento de esa demanda se vio la necesidad de construir algo más grande, y la respuesta a esto fue el edificio actual.
Al lado del colegio está la hermosa Parroquia del Santísimo Cristo de la Victoria, de la cual destaca poderosamente su alta torre y sus hechuras en general. Lleva esta iglesia el nombre del patrón de la ciudad de Vigo, que es venerado allí en el primer domingo de agosto.
La parroquia fue inaugurada en 1940 obteniendo su “territorio” al tomarlo de la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, sita en la calle de San Bernardo, número 101. Sin embargo, la parroquia vivió más de 20 años sin templo, ya que el edificio donde está la parroquia no fue inaugurado hasta 1963. Dentro de la parroquia hay una imagen tallada por Manuel Miranda en Santiago de Compostela y donada por la comunidad viguesa en la que se representa a Cristo muerto y alanceado en tamaño real, pendiente de una cruz de 4 metros.
En la historia de esta parroquia hay un hombre que batalló casi toda una vida para ver concluido un proyecto. Hablamos de don José Alcocer, a quien se encargó la cura pastoral en 1940 y que la observó hasta 1975. Durante los primeros años, al no existir el templo, la comunidad parroquial comenzó su actividad en el colindante Colegio La Salle San Rafael, hasta que en 1943 se trasladó al Asilo de los Convalecientes, regentado por las Hijas de la Caridad en la calle de Meléndez Valdés.
Dejando la iglesia y dirigiéndonos un poco hacia el sur, en la esquina de la calle de Blasco de Garay con la calle de Meléndez Valdés, calle por la que ya hemos transitado, encontramos un parquecillo muy verde y de pequeño tamaño que recibe el nombre de Jardines del Concejal Alejandro Muñoz Revenga. Estos “jardines” son, en realidad, una plaza pavimentada muy frondosa, por cierto.
Estos jardines ocupan la esquina inferior derecha de la manzana donde están colegio e iglesia y tienen la longitud que cubre la largura de la propia iglesia a la que acompañan. En la plaza se ha vuelto a instalar una pista deportiva que ya estuvo presente hace años en ese mismo lugar, pero que fue eliminada en una reforma para dar espacio a una gran cantidad de arena de una zona infantil. La verdad es que es una plaza muy frecuentada por niños y mayores, pero no por eso menos agradable, que ha sido remozada hace un par de años y que cuenta con una gran zona infantil, esa pista de deporte de la que hemos hablado y numerosos aparatos de gimnasia para los mayores, así como bancos para aprovechar las grandes sombras que se producen gracias a la frondosidad de la vegetación presente.
De aquí ya vamos a la terminación de este barrio y de este capítulo. La calle de Calvo Asensio, que rompe la cuadrícula, -como también la calle de Antonio Palomino-, nos conduce a la calle de Rodríguez San Pedro, y gracias a la calle de Guzmán el Bueno, bajando otra vez hacia el sur, llegamos a la calle de Alberto Aguilera, donde vamos a terminar nuestro paseo por el barrio de Gaztambide.
La calle de Alberto Aguilera, que va desde la Glorieta de Ruiz Giménez, -en la calle de San Bernardo-, hasta la calle de la Princesa, es precedida por el este por varias calles que parecen segmentar una única vía que partiría desde la Glorieta de Colón, formándose así las calles de Génova, de Sagasta, de Carranza, y la ya mencionada calle de Alberto Aguilera, todas ellas jalonadas por las renombradas plazas de Alonso Martínez, de Bilbao y de Ruiz Giménez. Todos estos segmentos divididos en cuatro vías son el límite sur del distrito de Chamberí y, de una forma u otra, vamos a estar recorriéndolas de forma intermitente en los próximos cuatro capítulos de “Conociendo mi ciudad“.
El barrio de Gaztambide ha sido nuestra puerta de entrada a un distrito tan importante y tan céntrico como el de Chamberí. A modo de un segundo y más pequeño ensanche de Madrid o, como si el distrito de Salamanca tuviera un espejo en el que mirarse, Chamberí tiene cosas que vamos a ir descubriendo en los próximos capítulos de “Conociendo mi ciudad”. Gaztambide nos ha ofrecido calles rectas y paralelas, unos arcos espectaculares en los bajos de un edificio que permiten el paso del tráfico rodado, una librería famosa, un par de iglesias importantes, un afamado lugar de entretenimiento y un colegio, y todo ello en un paseo que supera por muy poco 3 kilómetros de distancia.
En el próximo capítulo visitaremos el vecino barrio de Arapiles, algo más grande que Gaztambide, y que nos ofrecerá hoteles, hospitales, más librerías, más salas de entretenimiento, un mercado de abastos municipal, más iglesias también, el Parque Móvil de Estado, y muchas más cosas. Si os gusta Madrid y os gusta que os hablen de Madrid, nos veremos en el siguiente capítulo de “Conociendo mi ciudad”.
Todas las fotos del recorrido fotográfico por el barrio de Gaztambide:
Todos los días una nueva foto en color del proyecto en Instagram. JMPhotographia en las redes sociales: