Después de estar metido en casa durante más de un mes, en el que mis únicas salidas se han producido para el acopio de viveres y de otros productos de primera necesidad, el pasado 2 de mayo todos los que estábamos en estas condiciones pudimos, por fin, salir a la calle.
Confieso que el primer día, el 2 de mayo, salí con intención de correr un poco y ver cómo estaba mi cuerpo. Confieso igualmente que volví a casa a los 10 minutos de haber salido con miedo y abrumado por las riadas humanas sin control con las que me encontré y que pusieron en peligro más de un mes de cuidado personal contra el contagio del Covid-19.
Me surgieron al instante varios pensamientos. ¿Dónde vivía toda esa gente? ¿De dónde habían salido? ¿Por qué estaban invadiendo mi espacio? Yo tenía pensado ir a una zona en la que casi nunca se ve un alma, en la calle de Mauricio Legendre entre mi casa y el puente que conduce al barrio de Begoña. De repente me dí cuenta de que las calles que yo creía que iban a estar indemnes de aquella marabunta también estaban tomadas por aquellos locos del Cannonball. Había bicicletas por todas partes, había corredores por todos lados, había paseantes por doquier. Mi sensación era precisamente esa: “invasores”. Estaban invadiendo mi espacio, y mi vida se había convertido en ese instante en una carrera no tanto para ejercitar mi cuerpo, sino casi para salvar mi vida.
Al llegar a casa pensé que salir con la cámara era en cualquier caso menos peligroso que ir correteando por ahí. Por lo menos, la velocidad, -la poca en este caso-, podría ayudarme a reconocer al peligroso y me daría también tiempo a alejarme de él. Es por esto que tomé la determinación de salir al día siguiente con la cámara y documentar un poco estos momentos históricos que estamos viviendo.
El domingo 5 hubo también muchísima gente en la calle, incluso por vías que normalmente no están tan frecuentadas. No puedo decir con seguridad si hubo menor afluencia, pero la lógica me dice que sí, porque el ansia de libertad se debió saciar para muchos el sábado. No obstante, a ojos de cualquier observador, no se podría decir con seguridad que hubiera menos gente.
Ya en la calle pude comprobar que tanto los viandantes como los ciclistas, ante la baja frecuencia de automóviles, estaban quizá demasiado confiados. La gente andaba por el centro de las calzadas, los ciclistas circulaban en dirección contraria por el lateral del Paseo de la Castellana por espacios breves para hacer giros que no harían en otras circunstancias más normales. ¿Y de dónde demonios habían salido tantas bicicletas? No había visto jamás tantas máquinas de pedales. Muchos de estos ciclistas mostraban que hacía tiempo que no habían montado en bicicleta, algunos por la manera de moverse, otros por la manera de pararse, otros por su avanzada edad. Lo cierto es que había tantas bicicletas como en una concentración de bicis.
A todo esto, los coches de policía seguían dirigiéndose a destinos con la sirena a todo volumen y a mucha velocidad. Eso es peligroso, porque algún imprudente puede encontrarse a la parca, ya que las calles siguen siendo peligrosas y los coches siguen circulando, aunque haya pocos.
El lugar donde me encontré mayor afluencia de paseantes y corredores fue el lateral del Paseo de la Castellana en la zona que sirve a las Cuatro Torres del CTBA. Ahí se concentraba la mayor cantidad de gente y ese era el tramo más agobiante que me encontré. Por suerte, allí la acera es bastante amplia y uno, -si tiene tiempo y sabe-, puede maniobrar para separarse de la gente. Y eso es otra cosa de la que quiero hablar. Me dio la sensación de que yo era el único allí que caminaba en perpetuo zigzag para separarse de los peligros que le venían por delante. La tónica general que vi fue la total despreocupación por mantener las distancias. No obstante, no estuve observando a todos durante todo el rato. Estoy seguro de que no era el único que caminaba en zigzag.
El siguiente día que salí, ya era lunes. Como era de esperar, el día 4 había más coches en las calles. En esta ocasión decidí acercarme a la Plaza de Castilla con mucha precaución. La verdad es que fue sorprendente llegar allí y ver que no había más gente en aquel lugar. En un día normal, la cantidad de gente que hay en la Plaza de Castilla, en comparación con la zona en la que vivo, a unos 800 metros de distancia, suele ser bastante grande. La Plaza de Castilla es un nodo de comunicaciones, numerosos autobuses y metros llegan allí cada hora, suele ser un lugar lleno de viajeros, pero no estaba más concurrida que mi barrio. Es como si todo el mundo de los barrios de Hispanoamérica y de Nueva España estuvieran viniendo a pasear a mi barrio: de ahí mi sensación de invasión.
Con dos días de fotos me fue suficiente. Lo siguiente que me interesaba era saber si saliendo a las 21.30 podría andar o correr con más seguridad, con menos gente. Y el martes 5 de mayo me sirvió para corroborar eso. A las 21.30 se puede salir con menos agobio, ya hay muchísima menos gente en las calles. Así que esto es lo que puedo decir y documentar sobre los primeros días de la llamada Fase-0, una fase en la que me temo que vamos a seguir estando unos días más en la Comunidad de Madrid.
Por cierto, y hablando de “Conociendo mi ciudad“, tengo preparados dos capítulos que iré publicando progresivamente en las próximas semanas, concretamente los dedicados a los barrios de Nueva España y de Castilla. Más allá de eso, no tengo más fotografías para poder continuar publicando nuevos capítulos, ya en el distrito de Fuencarral. Saldré a hacer fotos por ese distrito cuando pueda hacerlo, hasta entonces, si es necesario, publicaré otro tipo de contenido, basado en la mayor parte en mis viajes por España y por el Mundo. Soy un privilegiado por ello y quiero contarlo.
Espero que todos los que me leéis o me habéis leído alguna vez estéis bien y también toda vuestra familia. Vivimos para aprender y sin vida no podremos hacernos mejores. Cuidaos mucho y tened paciencia, porque sólo la constancia y la paciencia nos sacará lo suficientemente cuerdos de esto. Ánimo a todos. Cuidaos y cuidad mucho, por favor.
Aquí os dejo todas las fotografías que hice en la calle los días 3 y 4 de mayo de 2020: