Vamos a continuar este confinamiento en casa y vamos a seguir rindiendo homenaje a Italia, que como ya sabéis, es un país que no deja a nadie indiferente y que, como dijo alguna vez alguien: es lo más parecido a un museo al aire libre que podemos imaginar.
En esta ocasión quiero retrotraerme un poco más de lo habitual, hasta el año 2016, -año en el que ni siquiera era orgulloso posesor de una cámara réflex-, que fue cuando realicé un viaje por el norte de Italia que me llevó a Bolonia, Siena, Florencia, Módena, Milán, Venecia, Padua, Vicenza y Verona entre el 26 y el 31 de mayo. El motivo de nuestro viaje, el de mi hermano Patxi y el mío, fue asistir a la final de la Champions League que jugaba y perdió mi equipo en Milán contra el Real Madrid.
Siena es una pequeña ciudad de poco más de 50 mil habitantes situada en la región de la Toscana, capital de la provincia de Siena. Si no es una ciudad más conocida y visitada se debe, en una parte importante, por estar situada cerca de otra gran ciudad que, digamos, siempre le ha hecho sombra, Florencia, situada a menos de 75 kilómetros distancia y a muy poco más de una hora de camino en automóvil.
A pesar de ser una ciudad muy antigua, y de origen etrusco, aunque según una leyenda fuera fundada por dos hijos de Remo, -el hermano de Rómulo y mítico fundador de Roma-, y de que una loba sea la imagen que podemos ver en su escudo de armas, Siena es una ciudad que en su estado actual nos recuerda que su crecimiento y florecimiento se produjo en el final de la Edad Media.
En la Antigüedad Siena, -llamada Sena Julia en época de Augusto-, no pudo florecer por su mala situación geográfica con respecto a las principales calzadas romanas de la península italiana, ya que estaba lejos de todas, lo que le imposibilitó poder crecer comercialmente ni que las nuevas cosas penetraran en ella, como el propio Cristianismo, que no llegó hasta el siglo IV con las invasiones bárbaras.
El origen de las familias aristocráticas de Siena se pone habitualmente la época en la que los lombardos se rindieron ante Carlomargno, hacia finales del siglo VIII. La nobleza de Siena, por tanto, es el resultado del parentesco de la mezcla entre la nobleza local y ciertos supervisores francos con los que formaron nuevas familias. En el siglo XIII la rivalidad de la ciudad con Florencia alcanzó su máximo apogeo, produciéndose la batalla de Montaperti, en la que los sieneses derrotaron a los florentinos y también se construyeron los dos lugares que vamos a visitar en este minirreportaje: la Catedral de Siena (Duomo) y la Piazza del Campo.
En Siena también se fundó, y también en el siglo XIII, una de las universidades más antiguas del mundo, concretamente en 1240, y aún sigue siendo una de las universidades más importantes de Italia. Y otro hito que ocurrió en Siena, pero ya en el siglo XV, fue la fundación de lo que hoy consideramos el banco en activo más antiguo del mundo, el Monte dei Paschi, fundado en 1472.
En el siglo XVI Siena estuvo ocupada por soldados de Carlos I hasta que la guarnición española que hubo allí fue desalojada en 1552. Fue asediada por un ejercito reforzado con soldados florentinos durante 18 meses hasta que se rindió la plaza. Tras esto, el nuevo rey español Felipe II, que debió mucho dinero a los Medicis de Florencia que le habían ayudado, cedió Siena junto con otras plazas al Ducado de Florencia.
Pero basta ya de historia, vamos a hacer un pequeño recorrido por la ciudad. La Siena de hoy, andada a pie, que es como se debe andar, y quitando de enmedio algunas comodidades que delatan que estamos en tiempos modernos, podría parecerse no mucho, sino muchísimo, a la Siena más floreciente del siglo XIII.
Nuestra visita se produjo durante unas pocas horas por la mañana de camino entre Bolonia y Florencia, por lo que decidimos centrarnos el lo importante.
Lo primero que visitamos fue la Piazza del Duomo, donde yace el templo lleno de esplendor dedicado a Santa María de la Asunción que fue construido entre 1220 y 1370 en un estilo compuesto románico-gótico, como es lógico dada la amplitud en el tiempo de su construcción.
Estamos delante de un edificio de corte majestuoso que no debe dejarnos indiferentes, independientemente de la religión que profesemos, si seguimos alguna. Es un edificio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO que contiene varios tesoros del arte de diferentes épocas y corrientes cuya autoría pertenece a artistas de gran importancia para la historia del arte y para la historia en general.
La catedral de Siena fue construida bajo los planos de Nicola Pisano, uno de los arquitectos italianos más renombrados de su época; no obstante, la fachada es obra de su primogénito, Giovanni Pisano, que diseñó una fachada gótica recubierta de mármol blanco, rojo y verde que no pudo ver concluida a causa de su fallecimiento. Respecto al interior, hay que mencionar que la planta es de cruz latina con crucero y cúpula con linterna. La distinción entre la nave central y las laterales se hizo con arcos de medio punto y todas las columnas y paredes siguen el patrón del exterior de franjas en blanco y negro, colores simbólicos de la ciudad, que, ojo, -y esto es un secreto-: el negro no es negro, es verde muy oscuro.
El púlpito de mármol fue construido por padre e hijo entre 1266 y 1258 en estilo gótico. Tiene forma octogonal y en él están representadas escenas de la vida de Jesucristo. Las columnas descansan obre leones que tienen debajo a sus cachorros. Por otra parte, la obra más importante que hay dentro de la catedral es la Maestá, auténtica obra maestra del pintor italiano Duccio di Buonasegna pintada entre 1308 y 1311 que representa a la Virgen coronada con el niño rodeado de apóstoles y santos. En el interior del Duomo hay también 4 estatuas producidas por Miguel Ángel y colocadas en una de las naves laterales, concretamente en el altar Piccolomini, además de otro buen número de estatuas de yeso representando a todos los papas de la Iglesia hasta ese momento.
Dentro de la catedral está también la Biblioteca Piccolomini, encomendada en 1492 por el cardenal Francesco Piccolomini, es decir, Pío III cuando se convirtió en papa, para acoger la colección de libros reunida por su familia.
Una vez vista la catedral, lo siguiente era visitar una de las plazas más bonitas y raras de Europa, la llamada Piazza del Campo. Esta plaza es el auténtico corazón de Siena, por respeto a la Piazza del Duomo. Es una de las plazas más inusuales que he conocido en toda mi vida, por su forma de concha dividida en nueve secciones en memoria de los nueve señores que gobernaron la ciudad a finales del siglo XIII y por estar de alguna manera hundida, ya que la parte de las tiendas y restaurantes, llena de toldos para proteger a los clientes del sol, está más elevada que la parte contraria, en la que está el Palazzo Pubblico y su torre del Mangia.
El nombre de la plaza proviene del espacio verde donde antiguamente tenía lugar un mercado. En la parte de abajo, donde la geometría se presenta más rectilínea, aunque no acaba de serlo, se levanta el Palazzo Pubblico o Palazzo Comunale, sede del gobierno de la ciudad desde aquellos años gloriosos del siglo XIII, cuando los famosos nueve gobernantes se establecieron allí.
Junto al palacio y formando parte de él se alza la Torre del Mangia, otro símbolo de la ciudad de Siena con sus 102 metros de altura, construida, eso si, un poco después, a principios del siglo XIV. Su curioso nombre deriva del apodo de su primer guardián, Giovanni di Balduccio, cuyo sobrenombre era Mangiaguadagni por su tendencia a gastar todo su dinero en comida.
En la parte de las tiendas, al otro lado, y como excavada, ya que recordemos que el suelo de la plaza está en declive, como una concha, que es lo que parece imitar la plaza, encontramos la Fonte Gaia, una fuente que parece una pequeña piscina. Esta “Fuente de la Alegría” fue construida en mármol blanco en 1419 como punto final del sistema de conducciones que traía el agua al centro de la ciudad y como substituta de una fuente anterior. Se trata de una fuente monumental diseñada por Jacopo della Quercia con numerosos bajorrelieves y esculturas que a día de hoy están en otros lugares y que fueron substituidos por copias, menos dos estatuas de Rhea Silvia y Acca Larentia que estaban desnudas y no fueron copiadas en el siglo por considerarse demasiado impúdicas para ser mostradas en público. Curiosamente, estas estatuas si estuvieron expuestas durante la Edad Media y la Edad Moderna, hasta el siglo XIX, y fueron las primeras estatuas femeninas desnudas que no fueran Eva o alguna santa penitente situadas en un lugar público desde la Antigüedad.
Pero todavía no hemos hablado de una cosa muy grande que sucede en la plaza y que tenemos que contar. Los días 2 de julio y 16 de agosto la Piazza del Campo se cubre con una capa de tierra, una mezcla de toba y arena, y allí se desarrollan competiciones de caballos y jinetes que representan a los diferentes barrios de Siena: es el famoso Palio de Siena.
Las dos carreras consisten en tres vueltas a la Piazza del Campo y curiosamente no ganan los jinetes, sino los caballos, ya que un caballo que entre solo en meta en primer lugar, -cosa que por otra parte suele suceder a veces-, es declarado ganador al completar las tres vueltas. Las dos carreras reciben nombres distintos, la del 2 de julio se llama Palio de la Madonna de Provenzano; mientras que la del 1 de agosto se denomina Palio de la Assunta.
Aquí tenéis el video de uno de los Palios de 2019 en el que casi gana un caballo sin jinete:
Ya de camino al coche, para reemprender nuestro camino a Florencia, visitamos la Casa Santuario de Santa Catalina de Siena. Este santuario está formado por varios edificios religiosos que fueron construidos entre 1683 y 1700 en torno a la casa familiar de Santa Catalina de Siena, lugar donde nació esta santa. Dentro de este complejo destaca la Iglesia del Crucifijo, cuyo nombre proviene de un crucifijo milagroso guardado en el altar mayor que según la tradición sería el causante de los estigmas de la santa.
Santa Catalina de Siena vivió en el siglo XIV y hoy es reconocida santa por la Iglesia y consideraba copatrona de Italia y de Europa.
El coche lo habíamos dejado muy cerca del vetusto estadio Artemio Franchi, un nombre de esos que a todos los que nos gusta el fútbol hemos escuchado alguna vez. Y un fiel reflejo de los estados italianos: viejos, con pista de atletismo y transmitiendo un poco de “destartalamiento”, cualidades que también los hacen tan especiales.
Y ya está, hasta aquí nuestro recorrido express por la bonita ciudad de Siena, un lugar que en principio no estaba en nuestro itinerario pero que a día de hoy estoy muy orgulloso de haber elegido y visitado.
¿Vosotros créeis que este año tendremos Palio? Ojalá que si. De todas maneras, si no es este año, tendremos Palio todos los años siguientes. Nos vemos pronto en otro reportaje o en otra entrada de “Conociendo mi ciudad”. ¡Hasta pronto!
Todas las fotos de mi visita a la ciudad de Siena a continuación: