[Cap. 14] Conociendo mi ciudad: Barrio de Imperial (Arganzuela)

Tras haber terminado nuestro recorrido fotográfico por el distrito de Centro o Distrito Primero -a la forma en la que lo hacen en París- avanzamos ahora al siguiente distrito, el de Arganzuela, al que voy a llamar Distrito Segundo. El distrito de Arganzuela está situado al sur del distrito de Centro pero al norte del río Manzanares. Como distrito contiene un total de 7 barrios: Imperial, Las Acacias, Chopera, Legazpi, Delicias, Palos de Moguer y Atocha.

El distrito de Arganzuela es la prolongación natural de Madrid hacia el sur, buscando el río, y unos terrenos que fueron usados principalmente para el establecimiento de industrias, por lo que en primer lugar florecieron fábricas, almacenes, mercados y mataderos. Fue a partir de Plan de Ordenación de 1963 cuando toda la zona se recalificó socialmente dejando a un lado los usos industriales para dar paso a espacios ciudadanos más homogéneos y consistentes con la identidad social del resto de la ciudad.

Nuestros primeros pasos por el Distrito Segundo van a comenzar en el barrio de Imperial. A mí, particularmente, me suena un poco raro eso de “Barrio de Imperial”, pero bueno, dejémoslo y sigamos avanzando. El barrio de Imperial está delimitado por el Puente de Segovia y la calle de Segovia al norte; la Ronda de Segovia y la calle de Toledo al este; y el río Manzanares al sur y al oeste. En el barrio viven más de 23 mil personas.

Comencé mi recorrido, como siempre, cogiendo el metro en la Estación de Chamartín y desplazándome hasta la estación de Puerta del Ángel, al otro lado del río. Desde allí, por el Paseo de Extremadura, llegué hasta el primer punto de este recorrido: el Puente de Segovia, que une el Paseo de Extremadura con la calle de Segovia.

El Puente de Segovia es el puente más antiguo de Madrid, ya que su construcción data de la época de Felipe II, si bien, como entidad arquitectónica que posibilita el trasporte y salva el río Manzanares, se encuentra ya mencionado en el siglo XIV en dos cartas de Alfonso XI de Castilla en los que éste autoriza su edificación. El Puente de Segovia que podemos admirar y cruzar hoy, -tanto a pie como montados en coche o en autobús-, es obra del gran arquitecto Juan de Herrera, autor de otros monumentos madrileños como el Palacio Real de Aranjuez o el Monasterio de El Escorial. El puente quedó construido en 1584 tras un par de años de obras.

Puente de Segovia - ©JMPhotographia

Unos 60 años después recibió su primera reparación y se construyó una puerta ornamental para dotar al puente de un mayor monumentalidad, aunque aquella puerta desapareció con el paso del tiempo. Durante la Guerra Civil, el Puente de Segovia fue víctima de la contienda, ya que fue volado por el bando republicano para impedir la entrada en Madrid del ejército sublevado al mando del General Yagüe. Tras ser reconstruido y ensanchado sufrió nuevas variaciones en la década de los sesenta del siglo XX con motivo de la construcción de la autovía de circunvalación M-30, que recientemente ha sido soterrada, hecho que ha provocado la aparición de restos arqueológicos relativos al primer puente que se construyó unos pocos metros al norte del emplazamiento del actual.

Desde el mismo puente se ve la Sala La Riviera, que está en el extremo noroeste del distrito. Confieso que no he estado dentro de esta sala nunca, pero todo se dará con el tiempo. La Riviera debe ser el cuarto lugar de espectáculos más importante, en aforo, detrás de los grandes estadios, de la plaza de toros de Las Ventas y del Palacio de los Deportes. Cuenta con una capacidad para 2.500 personas (no sé si ahora ha bajado un poco este número), 2 salas, 2 cuartos de producción, 9 barras, 4 camerinos y cocina propia. Se trata, por tanto, de una sala polivalente perfectamente capacitada para albergar cualquier espectáculo o evento sin importar la envergadura, y ya cuenta con más de 50 años de experiencia en el sector.

Sala La Riviera - ©JMPhotographia

Bajando un poquito por el Paseo de la Virgen del Puerto y por la izquierda la calle de Manzanares conduce hasta la Ronda de Segovia. Justamente allí se ha instalado recientemente el llamado Campus Madrid de Google. Se trata de un nuevo espacio de lo que ahora se llama Coworking -malditos nombres extranjeros- en el que los emprendedores podrán disponer de un lugar para desarrollar sus ideas. Google lo ha abierto con el objetivo de generar una comunidad de emprendimiento y fomentar un ecosistema por y para las startups -malditos nombres extranjeros-. El edificio es muy de Arganzuela, ya que es una vieja fábrica restaurada que tiene cuatro plantas. Sólo con registrarse de forma gratuita en la web de Campus Madrid se puede acceder al edificio y disfrutar de los servicios de WiFi, cafetería, etc. No obstante, lo más aprovechable de Campus Madrid es que los emprendedores pueden encontrar asesoramiento y formación para sus empresas y propósitos, así como frecuentes charlas sobre temas que les interesan.

Campus Madrid de Google - ©JMPhotographia

Desde el edificio de Google bajamos por la Ronda de Segovia y su prolongación en línea recta, -la Ronda de Segovia gira ligeramente a la izquierda para dirigirse a la Puerta de Toledo-, que es el Paseo de los Melancólicos. Por la calle de Ruy González de Clavijo volvemos a la ribera del río y desde allí seguimos caminando un poco más en dirección sur por los agradables jardines de pinos que rodean el Manzanares. Tras pasar pequeños puentes y compuertas de la canalización del río llegamos a un puente de nueva construcción pero que destaca por su forma. Estamos hablando del Puente de Andorra, cuya característica más clara es que se bifurca en medio del río, de tal forma que tiene no dos sino tres entradas, como una letra Y, vamos.

Este puente, inaugurado por Alberto Ruiz Gallardón en 2011, es la respuesta al honor que se le hizo en 2008 a la ciudad de Madrid al recibir su nombre un puente inaugurado en el Principado de Andorra. El puente fue construido antes y fue conocido con el nombre de Puente Y, por lo que no sé si creer la explicación de su forma como un homenaje a la orografía del principado, cuyos valles y ríos están dispuestos con esta forma de Y griega. En cuanto a su aspecto, es un gran reja verde que recuerda bastante a muchos puentes del ferrocarril y que tiene algún que otro balcón que puede usarse como un mirador hacia el río y la ciudad.

Puente de Andorra - ©JMPhotographia

El Puente de Andorra me sirvió para volver a cambiarme de orilla y poder así volver al distrito por otro gran puente de la ciudad de Madrid: el Puente de San Isidro. Este puente une Arganzuela con Carabanchel y se halla muy cerca del Estadio Vicente Calderón, hecho por el que hasta hace nada solía ser un lugar de paso de muchos aficionados del Atlético de Madrid cuando acudían al estadio. De hecho, algún clamor por motivo de algún gol he tenido la suerte de escuchar mientras cruzada a pie este puente por culpa de llegar tarde al partido. Fue proyectado en 1969 para tener una vía de alta capacidad que conectara las dos orillas del río y se hizo muy necesaria tras la construcción del estadio, hecho que, lógicamente, aumentó muchísimo la densidad de tráfico procedente de los distritos exteriores hacia el centro de la ciudad. Además, para acceder a Arganzuela desde los distritos exteriores era necesario usar dos puentes históricos como son el Puente de Segovia y el Puente de Toledo, lo que justificaba la construcción de una nueva vía de comunicación de alta capacidad.

Este puente substituyó a una antigua pasarela que, a su vez, se había construido como substitución del antiguo Pontón de San Isidro, que servía de atajo para llegar a la Ermita de San Isidro. De hecho, el puente une el Paseo de los Pontones, en el distrito de Arganzuela; con el Paseo de la Ermita del Santo, en el Barrio de San Isidro, perteneciente al distrito de Carabanchel.

Y nuestro siguiente punto de interés es mi querido Estadio Vicente Calderón, donde se me agolpan los buenos recuerdos y algunas decepciones, como es lógico en todo casa de un equipo deportivo. Con un aforo que supera los 50 mil espectadores, fue inaugurado en 1966 para substituir al viejo Estadio Metropolitano que se situaba en la zona de Cuatro Caminos. Cuando fue inaugurado, tenía capacidad para 62 mil espectadores, albergando su primer partido el 2 de octubre de 1966 con un empate a uno contra el Valencia Club de Fútbol. Luis Aragonés marcó el primer gol de su historia -de la historia del Estado del Manzanares, no de la suya propia- en un recinto deportivo pionero en Europa por el hecho de que el 100 por 100 del aforo estaba sentado.

Parece ser que este verano, es decir en unos meses, el Estadio Vicente Calderón va a ser derribado y se convertirá en historia y recuerdos. En su lugar -y en el de la antigua fábrica de cervezas Mahou- se construirán, según el último plan, 1.300 viviendas en pisos no superiores a 12 plantas y amplias zonas verdes, pero no podremos evitar el recuerdo, cuando paseemos por allí, de que una vez hubo un estadio de fútbol donde sentimos que la vida algunas veces valía la pena, que podía ser maravillosa o cruel, pero era la vida que nos gustaba.

Estadio Vicente Calderón desde el Puente de San Isidro - ©JMPhotographia

Volviendo al Paseo de los Pontones y girando a la derecha en dirección Este llegamos a la Plaza de Francisco Morano. Se trata de una rotonda de tráfico que recibió en un primer momento el nombre de Plaza de Ramón y Cajal pero que en 1963 recibió el nuevo nombre en honor al actor Francisco Morano (1876-1933) para evitar la duplicidad del nombre con la Avenida de Ramón y Cajal que está en el distrito de Chamartín. La plaza es el centro donde se cruzan el Paseo de los Pontones y el Paseo Imperial, y donde también confluye uno de los extremos del Paseo del Doctor Vallejo Nágera.

Terminamos el recorrido por este barrio bajando por el Paseo Imperial, -supongo que este paseo da nombre al barrio- y llegando a la Glorieta de las Pirámides. Esta glorieta está situada al norte del Puente de Toledo, hecho que motivó que antiguamente recibiera el nombre de Glorieta del Puente de Toledo. Actualmente su nombre se lo dan dos obeliscos de granito y caliza de 14 metros de altura erigidos en 1831 que fueron construidos por Francisco Javier de Marietegui. El aspecto actual de la plaza, con una fuente y una isleta ajardinada data de 1996, año en el que se reformó la glorieta.

Glorieta de las Pirámides - ©JMPhotographia

Se trata de un lugar donde se conectan muchas importantes vías de la zona como el Paseo de los Melancólicos, el Paseo de las Yeserías, el Paseo Imperial, la calle de Toledo, el Paseo de las Acacias y, a través del propio puente, -aunque actualmente es de uso peatonal-, la Glorieta del Marqués de Vadillo.

Y ya está, hemos terminado el primer barrio del distrito de Arganzuela. Ha sido un visto y no visto. Algo muy liviano si tenemos en el recuerdo los capítulos anteriores relativos al distrito de Centro. Así serán la mayoría de los capítulos a partir de ahora, aunque como ya dijimos, habrá alguna excepción. Espero que os haya gustado también el barrio de Imperial, también tiene sus cosas, ¿verdad?

En el próximo capítulo nos adentraremos en el barrio de Las Acacias. Empezaremos en el Puente de Toledo y visitaremos el Parque de la Chimenea, la Plaza de las Peñuelas y una parte importante de Madrid Río, entre otras cosas.

Todas las fotos del recorrido fotográfico por el barrio de Imperial:

Todos los días una nueva foto en color del proyecto en Instagram. JMPhotographia en las redes sociales:

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