Continuamos nuestro recorrido por el barrio de Recoletos en el distrito de Salamanca. Habíamos terminado la primera parte en el Palacio del Marqués de Salamanca, así que vamos a continuar nuestros pasos desde allí, caminando hacia el norte hasta llegar al edificio que contiene por un lado la Biblioteca Nacional (BNE) y por otro el Museo Arqueológico Nacional (MAN).
La Biblioteca Nacional de España es un lugar que conozco, no bien, pero que si conozco, más o menos. La he visitado en bastantes ocasiones en mi papel de investigador, e incluso algunos años antes, he acarreado con alguna de sus macizas mesas de manera donde años después me he sentado a consultar material bibliográfico. Curiosidades de la vida.
La BNE tiene la peculiaridad de conservar, a modo de depósito legal, pero sin serlo ya actualmente, un ejemplar de todos los libros que se publican en España, aunque, -si tiene una utilidad importante-, es la de contener una envidiable colección de manuscritos, incunables y otros materiales editoriales de carácter histórico como estampas, dibujos, fotografías, partituras, etc. así como otros materiales no editoriales como grabaciones sonoras.
Todos estos fondos pueden ser consultados si se dispone de un carnet de lector o de investigador, aunque cualquier persona puede acceder a las salas de exposiciones y al museo que tiene la Biblioteca.
Al igual que el Palacio del Marqués de Santillana, el edificio de la Biblioteca Nacional y del Museo Arqueológico se construyó en un solar donde antes se erigió el antiguo convento de Agustinos Recoletos, construido en 1620 y derribado más de dos siglos después, a mediados del siglo XIX, víctima insigne de la Desamortización de Mendizábal.
La BNE tiene su origen en la Biblioteca Pública que fundó Felipe V en 1711. Esta biblioteca, a pesar de su nombre, era propiedad de la Corona, e inauguró la costumbre de que todos los impresores dejaran un ejemplar de los libros impresos en toda España allí, de donde nace, por cierto, el Depósito Legal. No fue hasta 1836 que la Biblioteca Pública pasó a depender del Ministerio de Gobernación, cambiando de nombre y adoptando el actual.
El edificio fue inaugurado en 1892, año del cuarto centenario del Descubrimiento de América. Si vemos el edificio desde arriba, en una vista cenital, descubriremos un espacio cuadrado con patios también cuadrados siguiendo una simetría muy acusada. Destaca, sobre todo, el estilo clásico en forma de templo columnado de la fachada principal, con tres puertas de arco cerradas con rejas en la parte inferior y 8 rotundas columnas en la parte superior, precediendo a un frontón alegórico que fue tallado por Agustín Querol representando el triunfo de las Ciencias y de las Artes. Los últimos elementos, -importantísimos-, de la fachada principal son los medallones con las efigies de Calderón de la Barca, de Fray Luis de León, de Quevedo, de Garcilaso de la Vega y de otros ilustres literatos de la cultura española y las magníficas estatuas que franquean las escaleras y la entrada, correspondientes a San Isidoro de Sevilla, Alfonso X el Sabio, Luis Vives, Lope de Vega, Cervantes y Antonio de Nebrija.
Dentro de la BNE hay un museo, -antes llamado Museo del Libro-, en el que se muestra la historia de los libros y su evolución en diferentes salas y que suele realizar actividades educativas para los niños.
Además de la sede principal que tenemos aquí, hay otra en Alcalá de Henares, y yo lo sé bien porque algunos de los libros antiguos que he tenido que consultar han tenido que ser pedidos previamente a Alcalá para poder ser consultados en la sede del Paseo de Recoletos.
Estaría aquí mucho más tiempo hablando de la BNE, pero hablemos un poco del otro inquilino del edificio, el Museo Arqueológico Nacional. Es importante añadir lo de Nacional, porque en Madrid hay otro Museo Arqueológico, -en este caso en Alcalá de Henares-, que lleva el apellido de Regional, de muy interesante visita también. Si queréis ver la Dama de Elche, aquí tenéis vuestro sitio. También podéis ver una réplica de las Cuevas de Altamira, entre otras muchas cosas, porque, obviamente es un museo y hay cosas.
El MAN fue fundado en 1867, en tiempos de Isabel II. Su función fue, desde el principio, conservar y exponer todos los materiales arqueológicos, numismáticos, etnográficos y decorativos que a lo largo de la historia han pertenecido a la Corona Española. Como es obvio, el patrimonio de este museo ha ido aumentando con el paso del tiempo.
Al lado de la Plaza de Colón y del edificio de la BNE y del MAN están los llamados Jardines del Descubrimiento con sus pedruscos, con sus estanques y con su gran bandera de España. A pesar de que, por nombre, la plaza y los jardines son espacios distintos, creo que todos consideramos a las dos cosas un todo llamado “Colón”.
Colón es otro centro de Madrid. En este “nuevo” centro confluyen vías tan importantes como el Paseo de la Castellana y el Paseo de Recoletos y calles tan insignes como las de Goya, de Génova, de Serrano o de Jorge Juan. En su interior, hay un espacio abierto que se usa a veces como escenario de eventos multitudinarios como celebraciones deportivas o actos de carácter político o social; y dos monumentos que celebran el Descubrimiento de América: el Monumento a Colón, en el centro de la plaza de circulación giratoria, coronado por una estatua del descubridor; y el Monumento al Descubrimiento de América, situado en los Jardines del Descubrimiento desde 1977 y obra de Joaquín Vaquero Turcios, acompañado por un pequeño estanque.
Además de estos dos monumentos hay otros dos que podríamos relacionar con el mundo del mar, ambos inaugurados en 2014: el Monumento a Jorge Juan, cartógrafo e ingeniero naval que demostró que nuestro planeta está achatado por los polos, que consiste en un ancla y una cadena sobre un pedestal; y el Monumento a Blas de Lezo, que es básicamente una estatua de él representándolo demediado, es decir, para él en todo su esplendor bélico: cojo, tuerto y con pata de palo. La escultura mide 3,5 metros y se eleva sobre un pedestal.
Pero volvamos a los monumentos más importantes de Colón. El Monumento a Cristóbal Colón se ubica de nuevo, desde 2009, en el centro de la glorieta, marcando justamente los extremos de los dos paseos, el de la Castellana y el de Recoletos. Volvió, por tanto, a su posición original después de que estuviera por unos años situado en el lateral, delante de los Jardines del Descubrimiento. El monumento data de 1885 y se construyó sobre un diseño de Arturo Melida y de Jerónimo Suñol, este último escultor de la estatua que lo corona; con motivo de la celebración de la boda real de Alfonso XII con María de las Mercedes de Orleans.
Del monumento hay me mirarlo todo, desde el pedestal que está magníficamente decorado sobre la piedra hasta la estatua, de 3 metros de altura, que representa al almirante con una bandera de Castilla apoyada sobre un globo terráqueo. Como curiosidad, hay que decir que en el Central Park de Nueva York hay una copia de esta estatua, hecho que no conocía cuando yo visité aquella ciudad hace no tanto.
Los Jardines del Descubrimiento fueron inaugurados en 1970, cuando se reformó la plaza y se aprovechó para construir un aparcamiento subterráneo y el Centro Cultural de la Villa debajo del lugar. Aquí, además de todo lo que ya hemos mencionado, destaca una gran bandera de España que ondea desde hace unos años. La bandera mide casi 300 metros cuadrados (21×14 metros) y tiene un peso de 35 kilos. Está enarbolada sobre un mástil de 50 metros de altura que pesa 20 toneladas y que dispone de un eje que gira en la dirección del viento para evitar que la enorme bandera pueda quedar enrollada. Como curiosidad podemos decir que es la bandera española más grande del mundo y que, dado su tamaño, es muy vigilada y cuidada, y cambiada, ya que el ayuntamiento custodia más banderas exactamente iguales, desconozco la cantidad.
Debajo de los Jardines del Descubrimiento, como hemos ya dicho, está el Centro Cultural de la Villa, que fue inaugurado en 1973, simultáneamente con los pedruscos del Monumento al Descubrimiento de América. Desde 2007, el Centro Cultural de la Villa recibió el nombre del actor y cineasta Fernando Fernán Gómez, fallecido aquel año. En el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, -extraño nombre-, se realizan conciertos, obras de teatro, espectáculos de danza y otros eventos culturales como exposiciones y actividades lúdico-educativas para los más pequeños. Desde diciembre de 2018 hay colocada sobre el pedestal vacío que está sobre el Centro Cultural de la Villa una escultura de 12 metros que representa la cabeza de una niña, “Julia“, con los ojos cerrados, obra de Jaume Plensa.
Caminando hacia el norte y pasando la calle de Goya nos encontramos con Plaza de Margaret Thatcher, nombre de reciente cuño y el famoso restaurante de imaginería del rock americano Hard Rock Café. La plaza, creo, se llama así todavía, de momento, aunque los grupos de izquierda del ayuntamiento quieren cambiarle el nombre por Plaza de los Constituyentes, si no estoy mal informado. Respecto al restaurante, no hay mucho más que decir que no sepa ya todo el mundo: hamburguesas, guitarras y toda la imaginería americana que nos pueda venir a la mente. Se come bien, pero no es barato. Es el único Hard Rock Café en el que he estado además del que hay en Universal City, en Los Ángeles, aunque aquello, ciertamente, es otra cosa. En América es todo más grande, a veces mejor, otras veces no tanto, pero ciertamente más grande. Muy pronto, en mayo, conoceré otro en un sitio que nadie se puede imaginar. Permaneced atentos.
Caminando otro poquito más hacia arriba y pasando la calle de Hermosilla está el llamado Edificio Crédito y Caución. Este edificio pertenece a una compañía de seguros de crédito que le dio el nombre que tiene actualmente. El inmueble es obra del conocido arquitecto Miguel Fisac y fue construido entre los años 1966 y 1968 para ser sede de la empresa IBM, hecho que explica que también se conozca a la construcción como Edificio IBM.
Miguel Fisac (1913-2006), junto con Francisco Javier Sáenz de Oiza (1918-2000), son considerados los arquitectos que modernizaron Madrid y trajeron nuevas ideas y nuevos materiales, -especialmente tipos de hormigón-, a la arquitectura española. Ambos fueron arquitectos difíciles de clasificar y con una fuerte personalidad y una poderosa fuente de originalidad. Si ambos arquitectos destacaron, se debió a que la arquitectura anterior a ellos, la de los años 50 y 60, fue bastante rancia y previsible.
El origen de este edificio hay que buscarlo en el diseño que Fisac hizo para el Centro de Cálculo situado en el Paraninfo de la Ciudad Universitaria, un modesto edificio que la universidad decidió construir para albergar el ordenador IBM regalado por esta compañía a la Complutense. A IBM le gustó tanto el diseño de este edificio que encargó a Fisac el diseño de su sede en Madrid en el Paseo de la Castellana. El edificio estaría destinado a albergar oficinas y maquinaria de cálculo, y Fisac usó el hormigón para aislar la fachada oeste, -tanto térmica como acústicamente-, y minimizar la incidencia del sol.
Un poco más adelante hay una construcción que destaca en su entorno porque no parece que deba pertenecer allí, pero sin embargo, ahí está, ocupando el espacio con despreocupada personalidad. Nos referimos a la iglesia evangélica alemana que allí se levanta. La Friedenskirche o Iglesia de la Paz parece que está un poco oculta, como metida pa’dentro, que diría un castizo, y en el fondo así es, pues fue construida en una época en la que no ser católico en España estaba bastante mal visto.
La iglesia, de estilo neorrománico, fue inaugurada en enero de 1909 en los terrenos que ocupaba por aquellos tiempos la embajada alemana en Madrid. Y por eso de que no ser católico estaba mal visto el templo carece de torres y de otro ornato típico de esta clase de construcciones religiosas. En el interior de la iglesia hay muchas referencias visigóticas y hay un patio con muchísimas columnas y gran cantidad de representaciones de águilas, leones, monstruos de todo tipo y del emperador Guillermo II, que fue quien promovió la creación del templo con objeto de atender las demandas espirituales de la comunidad de protestantes alemanes de Madrid. También hay un retrato de Lutero. Y precisamente allí, en el patio, se celebra todas las Navidades un mercadillo de estilo alemán.
Sigamos. En este punto hay que caminar un poquito más hacia el norte, hasta la calle de Ayala, para llegar a un lugar mítico que ha cerrado recientemente sus puertas: el salón de té Embassy. Este emblemático local fue cerrado en 2017 al no poder afrontar los pagos del alquiler, si bien la empresa que había detrás de él ha conseguido salir adelante y tiene locales en Aravaca, en La Moraleja y en la calle de Potosí.
El local del Paseo de la Castellana llegó a cumplir 86 años de historia, -fue fundado en 1931-, y vio pasar a la misma historia entre sus mesas y sillas. Fue fundado por una inglesa de origen irlandés, Margarita Kearny Taylor, porque Madrid no contaba con ningún típico salón de té de estilo inglés. El local recibió su nombre por estar pensado para que lo pudiera usar y disfrutar el personal de las numerosas embajadas que poblaban y pueblan la zona en la que se abrió. Y no falló el tiro, porque muy pronto se convirtió en punto de reunión, y no sólo de los personales de las embajadas, sino de espías que operaban en el Madrid de la Segunda Guerra Mundial.
Según cuentan las crónicas, por Embassy empezaba una ruta de escape de los nazis, que continuaba en Gibraltar y terminaba finalmente en Inglaterra. Aquí mismo recibían atención médica y preparaban su huida a tierras más seguras. Se dice que en sus sótanos han pasado más de 30 mil refugiados esperando poder huir del fascismo hacia Portugal o hacia Inglaterra.
En la misma calle de Ayala, entre las calles de Claudio Coello y de Lagasca está el Mercado de la Paz. Precisamente por estas tres calles tiene el mercado sus tres entradas, siendo la principal la de Ayala 28 y subsidiarias las de Claudio Coello 48 y Lagasca 49.
El Mercado de la Paz no se diferencia en gran cosa de otros mercados municipales que hemos tenido la ocasión de visitar anteriormente, salvo por su ubicación, en pleno distrito de Salamanca. Los mercados municipales tradicionales se han reconvertido en modernos centro de gastronomía, restauración y reunión o han desaparecido, y esto no ha ocurrido en España, sino en prácticamente todos los países de Occidente.
En el Mercado de la Paz hay comercios de comida, -de verduras, de embutidos y de charcutería, de carnes, de pollos y de pescado; y también de productos más exóticos como carne de caza y animales como cebras, canguros o antílopes- y sitios donde se prepara y se sirve comida, aunque esto no fue así en 1879, año en el que se construyó y en el que, como todos pensáis, tenía un aspecto mucho más diferente al actual, más decimonónico, más férreo. Si algo destaco de este mercado es su elegancia y creo que esta elegancia emana de la exquisita limpieza que allí se siente.
Si el visitante tiene más la intención de ser servido que de servir en casa, puede optar por Casa Dani, uno de los mejores lugares para comer tortilla de patatas. No obstante, hay otras opciones gastronómicas como Do Eat!, un restaurante italiano o la Croissanterie Angela.
El Mercado de la Paz nació en 1860, aunque todavía no se pusiera ninguna piedra, cuando se aprobó el conocido Plan Castro que configuraba toda la zona del distrito de Salamanca de la que estamos hablando. Diez años después, el arquitecto Enrique Verdú realizó una propuesta para la construcción de un mercado que jamás vio la luz. Sin embargo, gracias a esta propuesta y al impulso de la iniciativa privada que preveía el Plan Castro, se construyó finalmente el mercado siguiendo los planos de Antonio Ruiz de Salces y fue inaugurado el 4 de octubre de 1879 con un total de 120 puestos distribuidos en 4 manzanas centrales y otras 4 manzanas laterales. No obstante, el actual nombre del mercado no nació con el mismo mercado, sino a raíz de la reconstrucción que se llevó a cabo después de la Guerra Civil, en 1943.
Una característica de este mercado, -no única, porque otros mercados la tienen-, es la presencia de puestos en la parte externa del propia mercado, en los callejones de entrada de las tres calles. Estos puestos no fueron autorizados hasta 1950. A mediados de los años 80 la concesión del mercado se adjudicó a la Asociación de Comerciantes del Centro Comercial La Paz tras concurso público, hecho que precedió a una nueva remodelación en la que se modernizaron las instalaciones. Hoy en día es tan moderno el Mercado de la Paz que es, de hecho, el primero y único del mundo que vende y comercializa sus productos, -tanto frescos como secos-, a través de la aplicación Prime Now de Amazon.
A través de la calle de Lagasca caminamos hacia el sur hasta dar con la calle de Goya, que tomamos en dirección Este. Pasada la calle de Velázquez y en la esquina de la calle de Núñez de Balboa encontramos otra iglesia blanca y con una torre altísima que recibe el nombre de Basílica de la Concepción de Nuestra Señora. Estamos ante un templo neogótico cuya primera piedra fue colocada en diciembre de 1902 ante los ojos del rey Alfonso XIII y su madre María Cristina de Habsburgo-Lorena.
Los planos corrieron a cargo de Eugenio Giménez Corera, quien tuvo que ser substituido más tarde, en 1910, a causa de su fallecimiento, por Jesús Carrasco, arquitecto que, tras consultar con la Junta Parroquial, realizó ciertos cambios en los diseños con objeto de abaratar los costes. El templo fue finalmente inaugurado el 11 de mayo de 1914 con presencia del rey y, en esta ocasión, su esposa Victoria Eugenia de Battenberg.
Vamos a los datos, que es lo que a todos nos gusta. La torre tiene una altura total de 43,70 metros y está rematada con una estatuilla de la Purísima Concepción. En la basílica hay tres criptas para enterrar a todo aquel que lo deseara y tuviera el dinero para pagar un generoso donativo. Estas criptas se pueden visitar el primer y el segundo día de noviembre, y según dicen merece mucho la pena por ser auténticas obras de arte. En 2014 el papa Francisco le concedió el rango de basílica menor.
Y de una iglesia católica a otra iglesia, pero en esta ocasión anglicana. En la calle de Hermosilla, haciendo esquina de nuevo con la calle de Núñez de Balboa se encuentra la St. George’s Anglican Church. Es una pequeña iglesia que celebra sus liturgias en lengua inglesa y de acuerdo con los preceptos de la iglesia anglicana. Fue construida siguiendo planos del arquitecto vizcaíno Teodoro Anasagasti Algán entre los años 1924 y 1926.
Tiene planta de cruz latina y una única nave y al lado de la cabecera, donde se sitúa el altar mayor se levanta una torre. Responde a un diseño arquitectónico que bebe fuertemente del eclecticismo, fusionando varios estilos como el neorrománico, aportaciones del estilo anglicano, toques neobizantinos, etc.
Para finalizar nuestro recorrido por el barrio de Recoletos subimos por la calle de Núñez de Balboa, hacia el norte, hasta dar con la calle de Don Ramón de la Cruz. Giramos a la derecha, hacia la calle de Príncipe de Vergara y nos topamos con el Colegio de Nuestra Señora del Pilar.
Este colegio fue inaugurado en 1907, fundado por una orden religiosa llamada Compañía de María. Pertenece a la Red de Colegios Marianistas. En sus más tempranos inicios el colegio estuvo situado en un piso de la calle de Goya y contaba con poco más de una decena de alumnos. Este número pronto creció, hecho que obligó a la orden a cambiar de sede en varias ocasiones. En 1921, por fin, contando con la ayuda económica de los Marianistas de Estados Unidos, pudieron construir el imponente edificio que el colegio ocupa ahora. Y es que el colegio de Nuestra Señora del Pilar es eso, imponente: un prodigio arquitectónico, algo que parece más una catedral gótica que un simple colegio.
Pero el colegio, a parte de por su vistosa arquitectura, es conocido por las personalidades que estudiaron allí a lo largo de la historia. De sus aulas han salido niños que han llegado a las más altas cotas de la administración del Estado, entre los que destacan el presidente José María Aznar y el dirigente socialista Alfredo Pérez Rubalcaba. También estudiaron allí personajes como Javier Solana, ministro y Secretario General de la OTAN; Jaime Lissavetzky, etc. A estos nombres hay que unir otros de empresarios, diplomáticos y aristócratas, personajes de la llamada “alta sociedad” que pasaron gran parte de su infancia y adolescencia dentro de los muros de este colegio.
Estudiar allí es una magnífica carta de presentación para el que pueda hacerlo y es sinónimo automático de referencia para las élites madrileñas. El edificio es un diseño en estilos neogótico y modernista de Manuel Aníbal Álvarez Amoroso. Fue un encargo de María Diega Mesmaissières y Sevilla, más conocida como Duquesa de Sevillano, quien quería hacer de él no un colegio sino una residencia para jóvenes de orígenes aristócratas venidos a menos. Sin embargo, la duquesa murió en 1915 sin testamento (podéis ver su panteón de Guadalajara en la galería de este reportaje, aunque rodeado de andamios por desgracia), por lo que finalmente se destinó el edificio a otro uso, en este caso el de colegio, cosa que ocurrió en 1921.
El Colegio del Pilar cuenta con una capilla gótica en el patio interior que para muchos es lo más bonito de todo el conjunto y un Museo de Ciencias Naturales, concebido como una aula más y alimentado por piezas de diversa procedencia, con objetos que hoy no podrían conseguirse, donados por exalumnos, cosas como animales disecados, caparazones de tortugas gigantes, pieles de serpientes, etc. El museo lleva el nombre de Pedro Ruiz de Azua, el marianista que lo ideó y puso en marcha cuando envió a los alumnos de su época al río Manzanares a recoger fósiles.
Durante la Guerra Civil, se usó el colegio como hospital, y tras la contienda se devolvió al inmueble su uso original. A lo largo de la historia ha tenido que ser ampliado para responder al creciente aumento de alumnos, y junto a él se ha construido un pabellón, paralelo a la calle de Don Ramón de la Cruz, con objeto de poder tener más aulas y que causa un fuerte contraste con el resto de la construcción. Más recientemente, a finales del siglo XX, se ha construido un polideportivo, un gimnasio y una piscina debajo del patio del colegio.
A día de hoy, el colegio ha sido declarado “Bien de Interés Cultural” por la Comunidad de Madrid, y cursan sus estudios en el Colegio del Pilar cerca de 1.850 alumnos de ambos sexos y pertenecen al cuerpo docente 110 profesores.
Hasta aquí nuestro recorrido por el barrio de Recoletos. Debido a la mucha información y a los muchos puntos de interés que hemos encontrado, finalmente lo hemos dividido en dos partes. El barrio de Recoletos se deja recorrer, y no solamente por los espacios amplios de la Castellana, de Velázquez o de Príncipe de Vergara, sino también por sus muy abundantes calles de un solo carril. Hemos visto edificios imponentes y muy bellos como el de la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico Nacional o el del Colegio del Pilar. Para un arquitecto es una gozada, y para un fotógrafo también.
En el siguiente capítulo nos moveremos al vecino barrio de Goya, muy parecido en muchas cosas a éste de Recoletos. Visitaremos entre otras cosas la Plaza de Manuel Becerra, la Fábrica de la Moneda, el Palacio de los Deportes y estaremos acompañados en buena parte del camino por la calle de Alcalá. Espero que también me acompañéis a mí.
Todas las fotos de la segunda parte del recorrido fotográfico por el barrio de Recoletos:
Todos los días una nueva foto en color del proyecto en Instagram. JMPhotographia en las redes sociales: