Vamos a comenzar el cuarto distrito de Madrid, el de Salamanca. Poco a poco vamos avanzando. Hemos quizá perdido la fuerza del lanzamiento, pero seguimos firmemente avanzando en esta aventura, la cual, a título personal, es fascinante y muy beneficiosa para mí. Espero que para otros, que me leéis, también sea para beneficio propio.
El distrito de Salamanca contiene los dos barrios donde es más caro el metro cuadrado de la ciudad. Es un distrito de los más importantes, si no el que más, en lo que se refiere a zonas comerciales y residenciales de mayor nivel no sólo de Madrid, sino de toda Europa, ya que en él se encuentran las calles comerciales de Serrano, Ortega y Gasset, Velázquez, Príncipe de Vergara y Claudio Coello, calles identificadas por todos como lugares de compras de lujo en la ciudad de Madrid.
El distrito de Salamanca tiene una población de casi 150 mil habitantes. Está limitado al norte por la calle de María de Molina y por la Avenida de América; al este por la M-30; al sur por las calles de Alcalá y de O’Donnell; y al oeste por los Paseos de la Castellana y de Recoletos.
Arquitectónicamente es un distrito muy rico en edificios de corte clásico y de vanguardia, hecho que convierte al barrio de un modo bastante homogéneo en una zona elegante. Los efectos de esta arquitectura se pueden ver mejor en las grandes calles y avenidas, algunas de las cuales ya hemos mencionado. Hablamos de la calle de Serrano, de Diego de León, de María de Molina, de Goya, de Francisco Silvela, de Velázquez, de Príncipe de Vergara, de Conde de Peñalver, etc. que perfilan una zona de la ciudad perfectamente constituida en forma de damero con la única distorsión de una plaza de circulación circular que, precisamente, lleva el nombre del impulsor de todo el conjunto: el Marqués de Salamanca.
Vamos a ver qué barrios conforman el distrito de Salamanca. Son seis: Recoletos, Goya y Fuente del Berro están en la parte sur del distrito, mientras que La Guindalera, Lista y Castellana ocupan la parte norte. De estos seis barrios, cuatro conforman damero de calles rectas que se cruzan unas con otras con dos únicas excepciones: la Plaza del Marqués de Salamanca, que acabamos de mencionar hace unas líneas, y la calle de Alcalá, que corta el damero con su disposición diagonal. Los otros dos barrios, La Guindalera y Fuente del Berro, se salen de esa planificación de calles rectas y entrecruzadas.
Dejemos ya de lado el distrito y empecemos a hablar del primer barrio que vamos a visitar hoy. El barrio de Recoletos contiene edificios muy importantes que no son de carácter residencial ni comercial como aquel que contiene al mismo tiempo, por un lado y por otro, la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico Nacional. También tiene iglesias importantes como la de San Manuel y San Benito o la Basílica de la Concepción de Nuestra Señora y un colegio de mucha importancia como el de Nuestra Señora del Pilar. También cuenta con un espacio monumental como los Jardines del Descubrimiento, frente a la Plaza de Colón y un mercado de abastos, como muchos otros que hemos ya visitado: el Mercado de la Paz.
El barrio de Recoletos está limitado al norte por la calle de Don Ramón de la Cruz; por el este por las calles de Príncipe de Vergara y de Menéndez Pelayo; por el sur por la calle de Alcalá; y por el oeste por el Paseo de Recoletos. Cuenta con una población de cerca de 16 mil habitantes.
Comenzamos nuestro recorrido saliendo por la boca de Metro de la estación de Príncipe de Vergara, en la calle de Alcalá. Caminamos en dirección a la Puerta del Sol -hacia el oeste-, y muy pronto encontramos nuestra primera parada: la Casa Árabe.
Ya hemos hablado, o al menos mencionado, la Casa Árabe cuando hablamos, en el capítulo anterior sobre el barrio del Niño Jesús, sobre las Escuelas Aguirre. Allí ya dijimos que el edificio donde se encuentra hoy la Casa Árabe fue la primera sede de este colegio. Pero ya contamos esa historia. Aquí vamos a centrarnos en la Casa Árabe.
Su nombre oficial es Casa Árabe-Instituto Internacional de Estudios Árabes y del Mundo musulmán y se trata de un consorcio institucional creado en 2006 por convenio de colaboración que subscribieron varias instituciones como el Ministerio de Asuntos Exteriores, la Agencia Española de Cooperación Internacional, la Comunidad de Madrid, la Junta de Andalucía, los ayuntamientos de Madrid y de Córdoba -donde existe otra sede-, etc. Se creó para profundizar en las relaciones políticas bilaterales y multilaterales, contribuir a la estabilidad y a la paz y fomentar las relaciones económicas, comerciales, turísticas, culturales y educativas y también el desarrollo de la formación y promoción de la investigación sobre el mundo árabe y musulmán.
El edificio del que estamos hablando es de estilo neomudéjar y fue construido entre 1881 y 1886 bajo los planos del arquitecto Emilio Rodríguez Ayuso. Se construyó en un solar cedido por el ayuntamiento para la construcción de la escuela promovida por el filántropo Lucas Aguirre y Juárez (1800-1873), que no pudo ver dicho edificio construido en su vida. Se trata de un edificio de dos plantas que incorporaba estancias como un gimnasio, una biblioteca, un pequeño museo, una sala de música y hasta un observatorio meteorológico. La torre mide 37 metros de altura y está dividida en tres cuerpos y rematada por un mirador de cristal. Desde 2008, tras una remodelación, pasó a ser la sede de la Casa Árabe.
Muy cerca de allí, donde la calle de Alcalá se bifurca y da lugar a la calle de O’Donnell, está la Estatua de Espartero. Lleva allí desde 1886, el mismo año en el que se terminó de construir el edificio de las Escuelas Aguirre. Es obra del escultor catalán Pablo Gibert y Roig, quien ganó un concurso realizado dos años antes para erigir una estatua ecuestre en la capital al general Baldomero Espartero. El momento que refleja la estatua es la entrada del general en Madrid tras la firma del Convenio de Vergara, que es el documento que lleva en la mano izquierda, mano con la que también sujeta las riendas que controlan el caballo. El general luce uniforme de gala y numerosas condecoraciones, toisón de oro incluido.
En el pedestal se lee la leyenda: “A ESPARTERO, EL PACIFICADOR, 1839, LA NACIÓN AGRADECIDA”. En sendos laterales hay relieves que contienen escenas de la batalla del puente de Bolueta y del Abrazo de Vergara.
Y si, venga, vamos a hablar de los testículos o de los huevos del caballo. Todos sabemos que estos generaron la expresión “Tener más cojones que el caballo de Espartero”, usada para dar fe y homenaje a la valentía de alguien. Y es que a mucha gente le pareció que el tamaño de los testículos del caballo de Espartero eran desproporcionados, una desproporción que ha sido imitado en otras estatuas que representan al general y a su caballo.
Voy a aprovechar la ocasión para hablar de Espartero. Debemos situarnos en la Primera Guerra Carlista, desarrollada entre los años 1833 y 1840. Esta guerra civil tuvo lugar es España entre los llamados “Carlistas”, partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón y de un régimen absolutista; y los llamados “Isabelinos” o “Cristinos”, defensores de Isabel II y de la regente María Cristina de Borbón, que en principio se trataba de un gobierno de tinte absolutista pero posteriormente se convirtió en un gobierno de tinte liberal.
La guerra surgió por planteamiento de Carlos María Isidro, que era hermano de Fernando VII, por verse excluido de la sucesión al trono después de haber sido durante mucho tiempo el heredero al trono, ya que su hermano no había logrado tener hijos en ninguno de sus tres matrimonios. No obstante, con su cuarta mujer logró que la reina quedara embarazada, por lo que el rey publicó un documento llamado “Pragmática Sanción” por la que dejaba sin efecto un reglamento de 1713 que excluía a las mujeres del trono hasta agotar la descendencia masculina de Felipe V, primer rey Borbón en España. Este documento restablecía una antigua ley castellana en la que las mujeres podían ascender al trono en caso de morir el rey sin descendencia masculina.
Carlos María Isidro no reconoció a Isabel como princesa de Asturias y esto llevó, a la muerte de Fernando VII, a la guerra civil. Y ahí es donde cobró relevancia Baldomero Espartero. La mayor parte de este conflicto se desarrolló en el norte, pues en el País Vasco y Navarra apoyaban fervientemente al pretendiente Carlos por considerar que al hacerlo podrían volver a recibir los fueros que les quitaron los borbones tras la Guerra de Sucesión. No vamos a extendernos mucho más porque estos recorridos no son para detenernos en los avatares de la historia, sino más bien para que el que tenga curiosidad se informe. Baste decir que el general Espartero luchó por la reina y que gracias a los servicios prestados se le obsequió con varios reconocimientos y títulos como el Príncipe de Vergara, Duque de la Victoria o El Pacificador.
Continuemos. Antes de llegar a la Plaza de la Independencia, o es lugar en el que está la Puerta de Alcalá, por si alguno anda despistado, encontramos la Iglesia de San Manuel y San Benito. La iglesia destaca por el uso que se da en él del mármol de Macael y por los mosaicos que decoran paredes y techos.
El templo fue construido por unos adinerados burgueses, aunque de origen humilde. Manuel Caviggioli y Benita Maurici nacieron en Barcelona a principios del siglo XIX. Forjaron una gran fortuna sin que se sepa realmente muy bien cómo lo hicieron. Vinieron a Madrid a vivir siendo aún jóvenes y entraron en los círculos frecuentados por la aristocracia. Manuel quería construir una iglesia-panteón que les sirviera de mausoleo para albergar sus restos y donde pudiera haber una residencia para una comunidad religiosa que dirigiera una fundación que serviría para la instrucción gratuita de la clase obrera. Cuando él murió en 1901, fue su viuda, Benita, la que convirtió este proyecto de Manuel en una realidad.
En la historia se mezcla un poco benéficas intenciones y religiosidad de la pareja con cierto deseo bastante egoísta de perpetuar su memoria y dejar constancia de su poder, como lo demuestra el hecho de que, a cambio de la construcción de la iglesia y de la escuela, los Padres Agustinos, a quien encomendaron todo ello, debían recordarles en sus plegarias celebrando misas y honras fúnebres mensuales y en fechas especiales.
La iglesia fue llamada en primer lugar Iglesia del Salvador, pero posteriormente tomó el nombre de sus promotores usando a la denominación de los santos Manuel y Benito. Comenzó su construcción en 1903, un año antes de la muerte de la propia Benita, que, como Lucas Aguirre, tampoco pudo ver terminada la obra. En 1910 se trasladaron los cuerpos de Manuel y Benita a la iglesia, y un año más tarde, en 1911, se inauguró oficialmente la iglesia. El exterior está construido en piedra y mármol blanco y la cúpula con cobre rojo. La torre, de planta cuadrada, mide 43 metros de altura.
Seguimos caminando hacia la Puerta de Alcalá, pasamos el monumento y continuamos por la calle del miso nombre hasta dar con la Plaza de Cibeles. El Palacio de Comunicaciones queda a nuestra izquierda y a nuestra derecha la Casa de América, es decir, el Palacio de Linares.
El Palacio de Linares terminó de construirse en 1900 para servir de residencia a los marqueses de Linares. Los arquitectos del proyecto fueron Carlos Colubí, Adolf Ombrecht y Manuel Aníbal Álvarez, que idearon un edificio que combina varios estilos de la arquitectura europea. La fachada es de piedra caliza, con multitud de adornos. La parte posterior, donde están las caballerizas, -hoy auditorio y sala de exposiciones-, está construida con ladrillo rojo.
El marqués de Linares quería construir una residencia impresionante y lujosa, que destacase en un entorno plagado de edificios impresionantes. En su interior hay un vestíbulo con forma ovalada con una gran escalera central decorada con balaustradas y esculturas. También hay magnífica decoración en el Salón de Baile y en el Salón Oriental. A pesar de todo este ornato y pompa, los marqueses no pudieron disfrutarlo mucho terminado, ya que la marquesa murió en 1901 y su marido en 1902.
El Palacio de Linares es también famoso, en la cultura popular, por la leyenda del fantasma de una niña supuestamente asesinada, llamada Raimunda, que se pasea por las estancias. Dice la leyenda que los marqueses descubrieron en algún punto que eran hermanos y por ello, decidieron matar a su propia hija, que sería fruto de esa unión. Todo esto surgió en el año 1990 a raíz de destaparse unas psicofonías.
El edificio fue declarado monumento histórico-artístico y desde 1992 alberga la sede de la Casa de América, un consorcio público que tiene por objeto estrechar lazos entre España el continente americano, y como es obvio, más especialmente con los países de Iberoamérica. Para ello organiza muchísimas exposiciones y eventos relacionados con la economía, la política, la literatura, el cine y la música.
La visita al palacio cuesta 8€, aunque los menores de 12 años y los discapacitados totales no pagan absolutamente nada por la entrada. Se puede visitar los sábados y domingos por la mañana. La visita guiada dura aproximadamente una hora.
Subiendo por el paseo de Recoletos hacia el norte llegamos al último punto de este capítulo, ya que se nos está haciendo muy largo y todavía nos queda bastante para terminar nuestro recorrido por el barrio de Recoletos.
El Palacio del Marqués de Salamanca es otra obra del ya varias veces mencionado Narciso Pascual y Colomer, arquitecto de la corte de Isabel II, y autor de otros emblemáticos edificios de la capital como el Congreso de los Diputados y de diversas obras de reforma de edificios como el Real Observatorio de Madrid, la Universidad Central o la Iglesia de San Jerónimo el Real.
El palacio se erigió en el solar de un antiguo convento de Agustinos Recoletos, -¿será por esto por lo que se llama así el paseo y el barrio? Yo diría que si-, entre los años 1845 y 1858 para José de Salamanca y Mayor, personaje de la época que fue muchas cosas, entre otras banquero, político, mecenas y empresario. El marqués de Salamanca, que es el nombre por el que es más conocido, decidió construirse el palacio tras una muy buena racha en los negocios, y lo hizo con todo lujo de detalles y de suntuosidad, tanto es así que llegó a ser considerado el palacio más rico y moderno de Madrid. El estilo arquitectónico utilizado ha llegado a denominarse “clasicismo italianizante”, y consta de un único cuerpo trazado alrededor de un patio cuadrado Hay columnas toscanas en el piso inferior y arcos entre pilastras jónicas en el piso de arriba. Entre ambos pisos se disponen una magnífica escalera imperial con hornacinas.
El jardín ya no es lo que fue, aunque conserva algunos elementos de su antiguo esplendor, como la fuente de mármol de Carrara frente a la puerta principal. Ya no está la estufa fría que el ayuntamiento compró para ser instalada en la Rosaleda del Retiro, -que tampoco se encuentra ya allí-, aunque si se conservan en la misma Rosaleda otras dos fuentes, la Fuente del Amorcillo y la Fuente del Fauno, construidas en granito y mármol, y colocadas en el jardín del Palacio del Marqués de Salamanca.
El edificio ha sufrido varias reformas, ya que ha servido a varias necesidades para las cuales debió de ser adaptado. En 1876 el propio marqués vendió su palacio al recién creado Banco Hipotecario de España. La mayor obra de remodelación se llevó a término a mediados del siglo XX cuando se construyó el pabellón sur, se amplió el pabellón norte y se unieron ambos pabellones al cuerpo principal del palacio. En 1991 se creó Argentaria, una entidad que englobaba a todos los bancos pertenecientes al Estado, entre los que se encontraba, por supuesto, el Banco Hipotecario, por lo que el palacio pasó a formar parte de su patrimonio, siendo declarado bien de interés cultural en la categoría de monumento. Fruto de eso hoy el Palacio del Marqués de Salamanca es sede de la Fundación BBVA.
El barrio de Recoletos es uno de los más insignes e importantes de Madrid. Además de ser el barrio residencial más caro de la ciudad, también reúne gran cantidad de edificios emblemáticos como el Palacio de Linares, la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico Nacional, el Palacio del Marqués de Salamanca y varios otros más que veremos en el próximo capítulo. Caminar por este barrio es caminar por la calle de Alcalá, por el Paseo de Recoletos, por las calles de Goya, de Serrano, de Claudio Coello, de Lagasca, de Velázquez, de Príncipe de Vergara, de Jorge Juan, de Goya, de Hermosilla, de Ayala…
En el siguiente capítulo vamos a visitar la Biblioteca Nacional, los Jardínes del Descubrimiento y otros muchos sitios del pasado y del presente. Terminaremos nuestro recorrido por el barrio de Recoletos en el colegio Nuestra Señora del Pilar. Será la parte más larga en distancia, pero espero que en su totalidad sea más breve que esta primera parte. Os espero.
Todas las fotos de la primera parte del recorrido fotográfico por el barrio de Recoletos.
Todos los días una nueva foto en color del proyecto en Instagram. JMPhotographia en las redes sociales: