Tengo la suerte, -bastante grande por cierto-, de viajar por España prácticamente todos los fines de semana con El Jardín de María. A veces también realizo pequeñas escapadas, como el viaje que quiero contaros hoy. Es cierto que cuando vamos a realizar algún concierto por ahí no siempre puedo dedicar el tiempo que quiero a caminar por los pueblos y hacer las fotos pertinentes, a veces ni siquiera puedo hacerlo a pesar de que me encanta hacerlo.
El pasado 11 de julio cogí el coche y visité Chinchón con mi hermano Carlos Moraleda y con Jesús Cajas, ínclito habitante de Rivas-Vaciamadrid. A Chinchón se va porque uno quiere, no hay un motivo necesario para visitarlo y no importa cuántas veces se haya ido antes. Se ve y punto.
Chinchón, si se va en coche desde Madrid, -en este caso fue desde Rivas-, está casi siempre más lejos de lo que uno se imagina, incluso habiendo hecho el mismo viaje varias veces. La carretera por la que fuimos, la M-311 es bastante sinuosa y divertida de transitar, sobre todo después de haber pasado la M-302 que cruza la carretera en dirección a Morata de Tajuña.
Cuando uno va a Chichón siempre busca la Plaza Mayor, que es, con diferencia, el lugar más característico del pueblo y el punto de reunión de los visitantes. En Chinchón viven unos pocos más de 5 mil habitantes.
Una vez situados en la Plaza Mayor, -que estaba invadida por los hierros y gradas que se instalan para convertir la plaza en coso taurino-, la primera sensación que se tiene es que estás en un lugar singular. Uno ya ha tenido la oportunidad y la suerte de visitar muchos pueblos y lugares de España y hay muchos que se parecen entre sí porque el patrón urbanístico suele repetirse debido a la escasez de posibilidades de ser diferentes. Sin embargo, la Plaza Mayor de Chinchón es completamente diferente a otras plazas mayores o de España de otros lugares. Para empezar todo tiene como tres pisos, y todo tiene un aspecto auténtico, histórico y muy poco convencional.
Las primeras casas y pórticos datan del siglo XV, y poco a poco, construcción tras construcción lograron cerrar una plaza conformando un plano totalmente irregular, llegando a tener un total de siete lados. A lo largo de la historia en la plaza han muerto personas ejecutadas, toros desangrados y se han producido todo tipo de actos públicos, desde representaciones teatrales hasta actos políticos pasando por fiestas de todo tipo, juegos, autos sacramentales, etc.
Al norte de la plaza y vista desde ella destaca por su altura la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida a caballo entre los siglos XVI y XVII, en estilo gótico, si bien la construcción que vemos hay en día es una reconstrucción realizada con la mezcla de varios estilos, entre ellos el plateresco, el renacentista y el barroco. Dentro está el cuadro “La Asunción de la Virgen” pintado por Goya en 1812.
Muy cerca de la Plaza Mayor y de la Iglesia de la Asunción está la llamada “Torre del Reloj”, que no es otra cosa que un resto conservado de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Gracia, también construida en el siglo XV pero hoy en día desaparecida a manos de los franceses en 1808 durante la Guerra de la Independencia. Este suceso hizo que fuera célebre un dicho entre los chinchonetes que dice que “Chinchón tiene una torre sin iglesia y una iglesia sin torre”, haciendo alusión al hecho de que la Iglesia de la Asunción carece de torre.
Merece la pena dejar el centro de Chinchón y perderse por sus calles. Aquí veremos que Chinchón no deja de ser un pueblo que puede o no parecerse a muchos otros. Calles empinadas, recodos, ausencia de calles cuando uno desearía que las hubiera para evitarse un paseo más largo de lo necesitado, adoquines, empedrados, cuestas, tendederos en las puertas de las casas… Y lo que más me gusta de todo: ni una sola edificio de ladrillo visto, ni en las afueras. Yo, por lo menos, no vi ninguno. Casas de pueblo en un pueblo, pero un pueblo que es algo más que un pueblo.
Hacia el sur está el Castillo de los Condes de Chinchón, del siglo XVI, y lastimosamente en estado de total abandono y cerrado a cal y canto. Fue usado por los condes de Chinchón como residencia particular durante dos siglos, hasta que fue destruido en la Guerra de Sucesión. Posteriormente fue usado como fábrica de licores, supongo que de anís, por supuesto.
Desde la parte norte del castillo se obtienen unas imágenes muy interesantes de Chinchón, como se puede comprobar. Nosotros visitamos el castillo cuando ya el sol empezaba a perder altura. Perdimos (bien) el tiempo disfrutando del atardecer, del antiguo foso sobre el que se levanta un puente para ganar la entrada al complejo, y de la parte de abajo, que es a la que da la fachada norte.
Como a Chinchón se va cuando uno quiere, algún día volveré a querer ir a Chinchón.