[Cap. 55] Conociendo mi ciudad: Trafalgar (Chamberí)

Ya estamos aquí para hablar del barrio de Trafalgar, y para empezar a hacerlo tenemos que proseguir la tarea que habíamos dejado en el capítulo anterior. Estábamos hablando de la Glorieta de Quevedo, y habíamos dicho que en ella hay una estatua dedicada al escritor. También habíamos hablado de la red viaria que allí se conecta: la calle de Bravo Murillo nace allí para terminar su camino en la Plaza de Castilla; la calle de San Bernardo termina allí tras haber nacido en las cercanías de la Plaza de Santo Domingo; la calle de Fuencarral también termina allí tras haber comenzado en la Gran Vía, justo después de llamarse calle de la Montera y haber nacido en la Puerta del Sol. Por los lados de la glorieta salen las calles de Arapiles, hacia el suroeste, y la de Eloy Gonzalo, hacia el noreste.

En el centro de la glorieta, como hemos dicho, una estatua dedicada a Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (Madrid, 1580-Villanueva de los Infantes, 1645), uno de los autores más destacados del Siglo de Oro español y de la literatura española, productor de obra poética, narrativa, teatral y de pequeños opúsculos de diversa temática.

Estatua de Quevedo - @JMPhotographia
Estatua de Quevedo - @JMPhotographia

El lugar donde está situada esta glorieta se encontraba en las afueras de la ciudad en el siglo XVI y estaba destinado a ser lo que es, es decir, una glorieta donde se cruzan varios caminos, ya que justo en este lugar comenzaban los caminos que iban al pueblo de Fuencarral y después al norte de España y a Francia.

En el centro de esta glorieta se han posicionado diferentes monumentos que después han sido reubicados en otros lugares, entre los que debemos destacar uno a Lope de Vega y otro dedicado a los Héroes del Dos de Mayo que actualmente está situado en la Plaza de España. En los años 60 se situó el monumento dedicado a Quevedo, que curiosamente estaba anteriormente situado en la Plaza de Alonso Martínez en tiempos en los que se llamaba Plaza de Santa Bárbara.

El Monumento a Quevedo es obra Agustín Querol, escultor catalán que trabajó en Madrid la mayor parte de su vida. Fue erigido el 5 de junio de 1902 en la Plaza de Alonso Martínez como parte de una serie de inauguraciones de monumentos escultóricos que celebraban la mayoría de edad de Alfonso XIII que incluían estatuas de personajes como Lope de Vega, Bravo Murillo, Eloy Gonzalo y Francisco de Goya.

El pedestal, que tiene representaciones alegóricas de la Sátira, de la Poesía, de la Prosa y de la Historia, fue hecho con piedra caliza de Novelda, pero tuvo que ser reemplazado por una réplica hecha con piedra de Atarce esculpida por Fernando Cruz Solís al haberse deteriorado el original por la erosión. La figura de Quevedo está esculpida sobre mármol de Carrara y representa a Quevedo de pie. Desde 1999 se ha instalado en la glorieta una fuente hecha de granito de Badajoz.

La calle de San Bernardo hacia el sur nos conduce hacia otra glorieta, la de Ruiz Giménez, en la que no nos vamos a detener mucho, ya que hablamos de ella en el segundo capítulo dedicado al barrio de Universidad, en el distrito de Centro. En esta glorieta estuvo situada la Puerta de Fuencarral y un quemadero de la inquisición. Mucho más tarde estuvo allí el primer Hospital de la Princesa.

Giramos hacia la izquierda para caminar en dirección sureste por la calle de Carranza. Esta calle lleva el nombre de una famosa víctima de ese quemadero inquisitorial, Fray Bartolomé de Carranza, que además fue reconocido inocente unos cuantos años después. Es una calle bastante corta, ya que tiene su fin al llegar la Glorieta de Bilbao.

Glorieta de Bilbao - @JMPhotographia
Glorieta de Bilbao - @JMPhotographia

Tampoco vamos a detenernos en esta glorieta, ya que también la tratamos en otro lugar, concretamente en el segundo capítulo que dedicamos al barrio de Justicia, en el distrito Centro. En esta glorieta estuvo situada otra puerta de la cerca de Felipe IV, la llamada Puerta de los Pozos. Su nombre no viene de la ciudad de Bilbao directamente, es más bien un homenaje a dicha ciudad por su heroica resistencia durante las Guerras Carlistas.

Seguimos caminando en dirección sureste por el mismo camino que traíamos, que ahora se llama calle de Sagasta (antes conocida como Ronda de Santa Bárbara), que homenajea al político liberal Práxedes Mateo Sagasta (1825-1903), -lo homenajeó todavía en vida-, varias veces presidente del Consejo de Ministros, denominación que ahora conocemos como Presidente del Gobierno.

Llegamos a la Plaza de Alonso Martínez, lugar que bordeamos también en el segundo capítulo dedicado al barrio de Justicia tras hablar de la Plaza de Santa Bárbara que le es contigua, pero de la que en aquella ocasión no hablamos. Vamos a hacerlo ahora.

En la Plaza de Alonso Martínez se hallaba otra de las puertas de la antigua cerca de Madrid, concretamente la llamada Puerta de Santa Bárbara. Esto no es casualidad, la actual Plaza de Santa Bárbara es contigua a la hoy conocida como Plaza de Alonso Martínez, pero antes no existía esta distinción.

Plaza de Alonso Martínez - @JMPhotographia
Plaza de Alonso Martínez - @JMPhotographia

Confluyen en esta plaza la calle de Génova, que es la continuación de la calle de Sagasta y conduce a la Plaza de Colón; la calle de Almagro, que al otro lado se convierte en la calle de Hortaleza, justo después del espacio alargado de la Plaza de Santa Bárbara; y la calle de Santa Engracia, que es un recta tirada desde aquí hasta la Glorieta de Cuatro Caminos. Esta plaza lleva el nombre del jurista y político conservador Manuel Alonso Martínez (1827-1891), que desempeñó actividad en diversos ministerios en los gobiernos de Baldomero Espartero y de Práxedes Mateo Sagasta. Como ministro de Fomento realizó las gestiones necesarias para el desarrollo del Canal de Isabel II, que es el motivo por el que se ganó tener esta plaza.

Entre las calles de Almagro y de Santa Engracia estuvo ubicado el Circo Colón, proyectado por Emilio Muñoz en 1889, sólo dos años antes de que la plaza tomara su nombre actual. Se trataba de un edición más provisional que estable, construido en madera y hierro que estaba justo en el chaflán que dibujaban las dos calles mencionadas. En 1996 se instaló en el centro de la plaza una fuente, fruto de un plan de remodelación de plazas y glorietas que incluía otras plazas como Embajadores, Bilbao, la de San Bernardo, -ahora llamada de Ruiz Giménez-, y otras más.

Vamos ahora a tomar la dirección norte a través de la calle de Santa Engracia y en la calle de Nicasio Gallego, que aparecerá a nuestra izquierda, veremos una Iglesia ortodoxa rumana cuyo nombre oficial en castellano es Iglesia Ortodoxa Rumana de la Santísima Virgen María. La iglesia está relacionada íntimamente con la historia del Opus Dei y particularmente de su fundador, San Josemaría Escrivá de Balaguer (Barbastro 1902-Roma 1975).

Toda la manzana entre las calles de Santa Engracia, de Nicasio Gallego, de Covarruvias y de José Marañón perteneció al Patronato de Enfermos, una institución benéfica fundada por doña Luz Rodríguez Casanova, hija de la marquesa de Onteiros y fundadora de las Damas Apostólicas, donde ejerció de capellán de la mencionada institución el mismísimo Josemaría Escrivá de Balaguer. El edificio fue construido entre 1921 y 1924 y arquitectónicamente pertenece a la llamada arquitectura regionalista típica de aquella época, mezclando ladrillo con mampostería de piedra y azulejos de Talavera.

Iglesia ortodoxa rumana - @JMPhotographia
Iglesia ortodoxa rumana - @JMPhotographia

El edificio donde hoy se encuentra la iglesia ortodoxa rumana era la Iglesia del Patronato de Enfermos, lugar donde el fundador del Opus Dei celebraba misas y donde un día escuchó unas palabras en latín que afirmaron su servicio a la Iglesia. San Josemaría desarrolló una importante e intensa labor como sacerdote con los pobres y los enfermos de toda la ciudad.

Volviendo a la calle de Santa Engracia, pero en la otra acera, entre las calles de Zurbarán y de Caracas, está la Iglesia del Sagrado Corazón y de Santa Margarita María, una iglesia que, en puridad, no está en el barrio de Trafalgar, sino en el de Almagro. Esta iglesia, cuyas características principales son su color blanco y su esbelto chapitel, está dedicada a Santa Margarita María Alacoque (1647-1690), monja francesa que tuvo unas visiones que condujeron a la fundación de la devoción por el Sagrado Corazón de Jesús.

Iglesias del Sagrado Corazón y de Santa Margarita María - @JMPhotographia
Iglesias del Sagrado Corazón y de Santa Margarita María - @JMPhotographia

La iglesia blanca es sólo una parte del conjunto arquitectónico que también compone el Convento de las Salesas de Nuestra Señora de la Visitación, proyectado por Francisco de Cubas, Marqués de Cubas, y completado en 1880. Este convento debe distinguirse del Convento de las Salesas Reales que está en el solar que ocupa el Tribunal Supremo y ahora forma parte de él y del que hablamos en otro capítulo.

Este convento se edificó aquí para servir de substitución al otro convento antes mencionado, que fue requisado por el Estado en 1870 para construir un Palacio de Justicia, que actualmente es el Tribunal Supremo. El estilo arquitectónico del conjunto es neogótico y una característica reseñable del conjunto es que la portada de la iglesia está totalmente torcida con respecto al cuerpo de la misma iglesia.

 

Santa Margarita María Alacoque perteneció a la Orden de la Visitación de Santa María, orden religiosa fundada por San Francisco en Sales para promover el ejercicio del amor divino por medio de la visita a los pobres y enfermos, por lo que sus monjas recibían indistintamente los nombres de “visitandinas” y de “salesas”. Cuando tenía la edad de 24 años ingresó en el Monasterio de Paray-le-Monial, donde dos años después recibió la primera de las cuatro revelaciones con manifestaciones visibles del Sagrado Corazón de Jesús.

En 1693, o lo que es lo mismo, tres años después de la muerte de la monja, el papa Inocencio XIII promulgó una bula que otorgaba indulgencia a todos los monasterios de la Visitación con motivo de la fiesta del Sagrado Corazón que el propio Señor había pedido crear a Santa Margarita María. En 1765 otro papa, Clemente XIII instituyó la fiesta en honor del Sagrado Corazón de Jesús en Roma y un siglo después, bajo el papado de Pío IX, la festividad se extendió a toda la iglesia.

Sor Margarita María Alacoque fue beatificada el 18 de septiembre de 1864 y canonizada el 13 de mayo de 1920 por el papa Benedicto XV.

Un poco más hacia el norte, ya en el lado correcto de la calle de Santa Engracia, encontramos el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, cuyos orígenes se remontan nada más y nada menos que al siglo XVI y al reinado de Felipe II, momento en el que se fundó la Congregación y Colegio de Boticarios de Madrid, en principio una institución de carácter religioso y gremial. El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid se fundó como tal y con tal nombre en 1899. Hoy en día esta institución es una corporación de derecho público con personalidad jurídica propia y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines que se rige por la Ley de Colegios Profesionales de la Comunidad de Madrid de 1974.

Entre sus objetivos y competencias están la ordenación del ejercicio de la profesión farmacéutica, la representación institucional en exclusiva de la profesión en su ámbito profesional, la defensa de los derechos e intereses profesionales de los colegiados, la satisfacción de los intereses generales relacionados con el ejercicio de la profesión, la protección de los intereses de los consumidores y de los usuarios de los servicios de sus colegiados, la cooperación con los poderes públicos en la defensa y promoción de la salud, etc.

Seguimos caminando hacia el norte por la calle de Santa Engracia hasta llegar al espacio donde confluyen el Paseo de Eduardo Dato, por la derecha, y la calle de Luchana, por la izquierda. Ahí está la llamada Estación Fantasma de Chamberí, también llamada Andén 0 o simplemente, Estación de Chamberí, una antigua estación sin uso que ahora es un museo y se puede visitar de forma gratuita. Nosotros lo haremos, pero en el siguiente capítulo, cuando visitemos el barrio de Almagro.

Salimos de nuevo a la superficie y giramos hacia la izquierda por la calle de Luchana y otra vez mas hacia la izquierda por la calle de Covarrubias. Eso nos pone en dirección sur. Justo donde comienza esta calle hay dos locales contiguos de los que vamos a hablar.

En primer lugar, los Teatros Luchana, que ocupan el espacio de los antiguos Cines Luchana y que hoy es un multiespacio dedicado al teatro. El complejo consta de cuatro salas y dos plantas, lo que convierte a los Teatros Luchana en una especie de Food Court donde uno, en lugar de elegir el tipo de comida que tomar, elige la obra de teatro que quiere ver. Debe ser una experiencia muy similar a ir al cine, pero con el cine en vivo y encima de un escenario. Respecto a su programación hay que comentar que es muy variada y que siempre hay teatro para los más pequeños, aunque también se pueden alquilar sus salas para servir para todo tipo de eventos como presentaciones, ruedas de prensa y lo que uno pueda necesitar.

Justo al lado de estos teatros está Changó Club, discoteca y club nocturno establecido en una sala muy polivalente que permite realizar todo tipo de eventos como fiestas privadas, presentaciones, y lo que se tercie, con sus dos plantas y más de 800 metros cuadrados, que permiten un aforo de más de 600 personas. Además, Changó tiene un sistema de iluminación vanguardista, único en Madrid, con leds dinámicos que únicamente está presente en otras ciudades del mundo como Las Vegas o Dubái y que permite crear distintos ambientes.

Sala Changó - @JMPhotographia
Sala Changó - @JMPhotographia

Los clientes, o los que alguna vez han estado allí, -cosa que yo no puedo decir-, hablan bastante bien de la acústica, de la música y de la calidad de los DJ’s con los que suele contar este club nocturno.

Seguimos caminando hacia el sur hasta volver a la calle de Nicasio Gallego. La Iglesia Ortodoxa Rumana queda a nuestra izquierda, por lo que nos toca girar a la derecha para volver a girar a la derecha enseguida y subir hacia el norte por la calle de Manuel Silvela. A nuestra derecha queda la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en realidad, uno de los llamados “santuarios urbanos” que fueron proliferando en la ciudad desde mediados del siglo XIX que acercaban este tipo de edificios a los habitantes de las ciudades.

Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro - @JMPhotographia
Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro - @JMPhotographia

En lo que respecta a su arquitectura, la Parroquia Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro pertenece al estilo neogótico religioso de finales del siglo XIX, emulando el mismo estilo escogida por los Redentoristas para construir la iglesia de su casa central en Roma. Una vez más asistimos a la combinación de ladrillo y piedra blanca, pero añadiendo un tercer elemento, el granito, al que se unen estructuras y elementos arquitectónicos y decorativos propios del gótico más clásico. En la fachada principal encontramos dos torres, tres calles en lo vertical y tres cuerpos en lo horizontal.

En el primer cuerpo horizontal están las tres puertas que tiene el templo. En el tímpano de la puerta principal, hay una imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que da la bienvenida a los peregrinos junto con el escudo de la Congregación del Santísimo Redentor y, un poco más arriba, la estatua de San Alfonso María de Ligorio, obispo de Sant’ Agata dei Goti y fundador de los Misioneros Redentoristas. En el segundo cuerpo horizontal hay un gran rosetón enmarcado en un arco ojival en el que de nuevo aparece la imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro. Finalmente, en el tercer cuerpo horizontal hay tres vanos de diferente tamaño, haciendo imagen, debido a esta disparidad de tamaño, con las puertas del primer cuerpo horizontal.

Una vez dentro, hay que comentar que el retablo del altar mayor tiene una altura de 17 metros y está hecho de cedro rojo y presidido, ¿cómo no?, por el icono de la Virgen del Perpetuo Socorro, copia de otro icono presente en la Iglesia de San Alfonso María de Ligorio en Roma.

No tardamos mucho en llegar, caminando hacia el norte, a la Plaza de los Chisperos de Chamberí. Esta plaza es, en realidad, un espacio ajardinado situado en la confluencia de las calles de Luchana, de Francisco de Rojas y de Manuel Silvela, que es la calle por la que llegamos. Se trata de un homenaje a lo castizo de Madrid que recuerda a esos arquetipos de madrileños propios de cada sitio de la ciudad.

En este sentido, hay que explicar que se conocía como manolos y manolas a los habitantes de Lavapiés (posteriormente llamados chulos y chulas y después de eso chulapos y chulapas), majas y majos a los habitantes del barrio de Maravillas y chisperos a los que vivían principalmente en la calle de Barquillo y alrededores, más o menos en el barrio de Chueca, para entendernos. Estos chisperos recibían este nombre porque eran en su mayor parte trabajadores de talleres, fraguas y herrerías.

Pues bien, esta plaza recibe el nombre del monumento a los chisperos que hay en ella desde el año 2018, ya que antes de eso el espacio, aunque era conocido por todos como “Plaza de los Chisperos”, no tenía oficialmente nombre. En cuanto al monumento, no siempre estuvo ahí, un lugar, por otra parte, que también es ajeno a esa zona de Chueca en la que vivían los propios chisperos. Su primer emplazamiento fue la Glorieta de San Vicente, donde fue ubicado en 1913. Sin embargo, no duró mucho allí, y dos años después fue trasladado al Parque de la Dehesa de Arganzuela. De allí sí pasó ya a su emplazamiento actual en 1933.

Plaza de los Chisperos de Chamberí - @JMPhotographia
Plaza de los Chisperos de Chamberí - @JMPhotographia

El monumento lleva por nombre oficial “Monumento a los saineteros madrileños” y fue inaugurado, como ya se ha dicho, en 1913 por el alcalde de aquel momento, Eduardo Vincenti. Su autor es el escultor Lorenzo Coullaut-Valera quien quiso realizar un homenaje a varios compositores y dramaturgos que contribuyeron con su granito a arena al desarrollo del teatro madrileño, estos autores son concretamente Federico Chueca, Ricardo de la Vega, Ramón de la Cruz o Francisco Asenjo Barbieri. En él se muestran relieves con escenas de obras teatrales de estos autores sobre las que destacan los tipos populares del pueblo de Madrid, además de los bustos de los autores homenajeados.

Seguimos caminando en dirección suroeste por la calle de Luchana, un vía que llega hacia la Glorieta de Bilbao. No obstante, no queremos volver adonde ya hemos estado, por lo que giramos a la derecha por la calle de Palafox, ya que, justo allí, en esa esquina, está el famoso Cine Palafox, uno de los templos cinematográficos de la capital, fundado en octubre de 1962 por los hermanos burgaleses Cecilio y Amadeo Gómez Ezquerra. Estos hermanos estaban tan orgullosos del cine que habían dejado que presumían de ser los dueños del mejor cine de Europa. En aquellos tiempos no existían los multicines y no se producían tantas películas como en la actualidad por lo que en un año pasaban por sus pantallas únicamente tres, cuatro o cinco películas como mucho, así que, como podéis entender, cada película podía estar tres o cuatro meses en cartelera.

El cine Palafox era distinguido y quería ser distinguido. Disponía de un amplísimo vestíbulo y los acomodadores vestían con frac y llevaban guantes blancos, imaginaos la escena. Fue el lugar donde se estrenaban habitualmente las películas internacionales, hecho que explicaba en él la presencia de figuras internacionales como Charlton Heston, Rita Heyworth o John Wayne, entre otros muchos otros.

La actividad del cine Palafox se vio interrumpida cuando sus tres salas cerraron en 2017 tras la venta de la propiedad por parte de la familia a Yelmo Cines, empresa que tras una gran reforma y tras convertir el cine de tres salas en unos multicines, abrió de nuevo sus puertas en 2019 con unas cuantas novedades como mesas en las butacas para poder degustar platos recién hechos en los primeros 15 minutos de la proyección. Cosas modernas.

Tomamos la calle Palafox hacia el norte y al pasar dos calles llegamos a la Sala Clamores, sita en la calle de Alburquerque. Se trata de una sala de conciertos fundada en 1981, es decir, en plena Movida Madrileña, por lo que ya es historia de la música en directo de la ciudad de Madrid. En sus inicios emergió como una sala referente en la introducción de la música jazz en España. Actualmente no se conoce a Clamores como una sala de jazz, ya que se ha apostado por la variedad en lo musical, por lo que es habitual la presencia de artistas de otras disciplinas musicales como soul, rock, pop, canción de autor y otros estilos más alternativos, configurando una programación bastante variada por lo general.

Desde el año 2013 Clamores forma parte del Censo de Salas de Patrimonio Cultural de la Ciudad de Madrid, un título largo y un tanto rimbombante que le da a Clamores su importancia dentro de la panoplia de edificios culturales de la capital. Por su escenario han pasado artistas de la talla de Antonio Vega, Ara Malikian, Joe Cocker, Javier Krahe, Luis Eduardo Aute, Rozalén, Red House, Jorge Drexler y un amplio abanico de artistas norteamericanos de jazz y soul como Mark Lettieri, Aaron Abernathy, Steffen Morrison, PJ Morton, etc.

También es una sala que conocemos muy bien aquí en JMPhotographia por haber acudido en ella a varios conciertos en forma de homenajes en los últimos tiempos.

La calle de Palafox continúa hacia el norte hasta llegar a la Plaza de Olavide, justo después de dar un giro de 45 grados a la derecha. Para empezar a hablar de esta plaza podemos decir que es una plaza rara, únicamente por el mero hecho de ser una plaza que parece repeler las calles que convergen en ella. Es, digamos, una plaza alérgica a los coches, que tal como los recibe, los expulsa.

Plaza de Olavide - @JMPhotographia
Plaza de Olavide - @JMPhotographia

La Plaza de Olavide, que lleva el nombre del ilustrado español del siglo XVIII Pablo de Olavide (1725-1803), tiene forma octogonal y está configurada como una gran plaza para peatones con numerosos arboles de alto porte y una gran fuente en el centro. No obstante, como os podéis imaginar, no siempre ha tenido el aspecto que tiene hoy: en su origen la plaza se formó en el siglo XVIII casi espontáneamente en torno a una antigua fuente hoy desaparecida y recibía el nombre de Plaza Industrial. Posteriormente se levantó un pequeño mercado aprovechando el armazón de hierro que se había salvado de la demolición del Mercado de la Cebada. Después, concretamente entre los años 30 y 1974, se instaló un mejorado mercado de abastos con forma poligonal.

La demolición de este segundo mercado fue un espectáculo marcado en la historia del barrio y es todavía muy recordado, ya que no se comunicó a los vecinos que se iba a realizar la voladura hasta sólo 48 horas antes de la demolición y al producirse, con un retraso de cinco horas, se produjeron algunos daños en los edificios colindantes. Desde aquella demolición ha habido varias reformas en la plaza. El aspecto que tiene en la actualidad data de la última reforma llevada a cabo en 1999.

Salimos de la Plaza de Olavide por el noreste, por una calle muy corta que recibe el nombre de calle de Murillo. Después tomamos la calle de Sagunto hacia el este para ganar de nuevo la calle de Santa Engracia. Una vez allí seguimos camino hacia el norte y llegamos a una plaza que casi todo el mundo conoce como Iglesia, pero que, en realidad, tiene el nombre de Glorieta del Pintor Sorolla.

En esta plaza concurren tres calles, por un lado la calle de Santa Engracia, que la atraviesa verticalmente, en sentido norte-sur o sur-norte, y por otro lado las calles de Eloy Gonzalo y del General Martínez Campos, que son continuación una de la otra. Y sí, en su origen se llamó de forma oficial Plaza de la Iglesia, como es obvio, por la presencia de la Parroquia de Santa Teresa y de Santa Isabel.

La Parroquia de Santa Teresa y de Santa Isabel fue promovida por una asociación religiosa de vecinos que recibía el mismo nombre en 1839. Las obras de construcción no comenzaron hasta octubre de 1842, pero siempre estuvieron a expensas de una gran escasez de fondos, motivo por el cual la asociación tuvo que añadir a sus fuentes de financiación cosas tan mundanas como corridas de toros y obras de teatro con tal que obtener los fondos que necesitaban. El templo tardó bastante en estar listo debido a esta escasez de fondos, y por fin, en 1856 pudo consagrarse, contando con los añadidos de una escuela y de un modesto hospital.

El proyecto, de estilo neoclásico, corrió a cargo del arquitecto José María Aguilar, que muchos años después también añadió al proyecto la sacristía, ya en la década de los 80. Buena parte de los materiales de construcción como ladrillos y hierros y bronces fueron donados por particulares y empresas del barrio.

Parroquia de Santa Teresa y de Santa Isabel - @JMPhotographia
Parroquia de Santa Teresa y de Santa Isabel - @JMPhotographia

Salimos de la Glorieta del Pintor Sorolla por el norte y la primera calle que se nos cruza es la calle de Viriato, que tomamos a la izquierda para llegar a la calle del General Álvarez de Castro. La calle de Viriato merece que nos paremos un momento a hablar de ella por lo que vemos si alzamos la vista hacia la parte alta de los edificios. Y merece la pena gastar un poco la nuca y mirar hacia la parte alta de los edificios porque tendremos una estimulación visual en forma de azulejos de cerámica.

La arquitectura de los edificios y sus colores en lo que respecta a su decoración ya hace a estos inmuebles algo llamativo y bonito, pero hay edificios parecidos en otros puntos del distrito de Chamberí. Sin embargo, en lo que toca a los azulejos de cerámica, no hay, -que yo haya visto-, otras calles en los que estén presentes. Se trata de edificios de viviendas construidos en el primer cuarto del siglo XX por arquitectos tan conocidos como, por ejemplo, Antonio Palacios, con fachadas de estilo racionalista. Parece ser, -ya que esto no lo comprobé-, que el uso de azulejería no está sólo en las alturas sino también en los portales.

La calle del General Álvarez de Castro, hacia el norte, nos lleva a una glorieta pequeñita que tiene el mismo nombre que la calle que la cruza de sur a norte. Nos referimos a la Glorieta del General Álvarez de Castro, que también cruza, pero de oeste a este, la calle de García de Paredes. La glorieta lleva el nombre de Mariano Álvarez de Castro (1749-1810), granadino, militar que ocupaba el cargo de gobernador militar durante el sitio de Gerona por parte de las tropas francesas de Napoleón durante la Guerra de la Independencia.

Glorieta del General Álvarez de Castro - @JMPhotographia
Glorieta del General Álvarez de Castro - @JMPhotographia

Terminamos este capítulo y el barrio de Trafalgar, saliendo de la glorieta por el norte hasta llegar a la calle de José Abascal, que tomamos a la derecha para acercarnos a la calle de Santa Engracia, por la que entraremos al siguiente barrio de nuestro recorrido: el barrio de Almagro.

La calle de José Abascal marca el límite norte del barrio de Trafalgar. Comienza en su cruce con la calle de Bravo Murillo, quedando a un lado la calle de Cea Bermúdez y a otro la de José Abascal. Tiene su término en el Paseo de la Castellana. Es una calle bastante amplia y de una sola dirección, hacia el Paseo de la Castellana, y es conocida, y no sólo por mi padre, como “José Atascal” por los frecuentes atascos que en ella se suelen producir.

Ventanas falsas en la calle de José Abascal - @JMPhotographia
Ventanas falsas en la calle de José Abascal - @JMPhotographia

Lleva el nombre de José Abascal y Corredano (1829-1890), político progresista y alcalde de Madrid, que lo fue entre los años 1881 y 1883 en una primera etapa, y entre 1885 y 1889 en una segunda y última etapa. La calle, antes de llevar este nombre, tras la muerte de José Abascal en 1890, fue conocida como calle de Buenos Aires, al parecer, no en honor de la capital de la Argentina, sino a la buena calidad del aire en esa zona de Madrid. Durante el Franquismo, concretamente entre 1941 y 1980, recibió el nombre de calle del General Sanjurjo. El hecho de llamar José Abascal a la calle se debe a que el político vivió en un hotel de la calle que hacía esquina con la Castellana.

El barrio de Trafalgar ha resultado extenuante, si bien no tanto de recorrerlo y fotografiarlo, sino más bien de contarlo. Por varias razones, he estado parado aquí más de un año, sin poder avanzar, pero si estáis leyendo esto, sabréis que esa resistencia ya ha sido vencida.

Hemos partido desde la Glorieta de Quevedo hasta la confluencia de las calles de José Abascal y de Santa Engracia, y en medio hemos pasado por las glorietas de Ruiz Jiménez, del Pintor Sorolla y del General Álvarez de Castro y por las plazas de Alonso Martínez, de Bilbao y de Olavide. También hemos transitado por las calles de Carranza, de Sagasta, de Santa Engracia, de Luchana y de Viriato, entre otras.

En el siguiente capítulo nos adentraremos en el barrio de Almagro, que está todavía más cargado de puntos de interés que Trafalgar. Conoceremos iglesias, el Mercado de Chamberí, palacios como el de Villamejor, edificios emblemáticos como la Torres de Colón, edificios administrativos de esos en los que no me atrevo a hacer fotos, el Museo Sorolla y tres hoteles muy famosos de Madrid: el Santo Mauro, el Intercontinental y el Miguel Ángel. Lo veréis y lo leeréis pronto, (eso espero).

Todas las fotos del recorrido fotográfico por el barrio de Trafalgar:

Todos los días una nueva foto en color del proyecto en Instagram. JMPhotographia en las redes sociales:

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