Continuamos con esta segunda parte del recorrido fotográfico en el punto donde dejamos la primera parte. Habíamos terminado en la Plaza de la Villa de París tras haber hablado de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo. Habíamos presentado ya nuestro primer objetivo para esta segunda parte, la Parroquia de Santa Bárbara.
Esta iglesia, como dijimos en el capítulo anterior, formó parte del Convento de las Salesas Reales o Convento de la Visitación de Nuestra Señora, -junto con el edificio del Tribunal Supremo-, fundado por Bárbara de Braganza en 1748. Las hermanas salesas que ocuparon este convento llegaron de Annecy, Francia, en 1747. Bárbara de Braganza compró estos terrenos para fundar el convento y para asegurarse un lugar tranquilo donde vivir si su esposo, el rey Fernando VI, moría.
Los planos iniciales de la obra son del arquitecto francés François Carlier, si bien el aparejador Francisco Moradillo realizó numerosos cambios a la hora de llevar a la práctica dichos planos. El resultado fue una iglesia de estilo rococó con toques clásicos y cierta exuberancia barroca. La fachada cuenta con esculturas del italiano Juan Domingo Olivieri, impulsor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; y del español Alfonso Giraldo. Dentro de la parroquia se guardan los restos mortales del rey Fernando VI y de su esposa y promotora del convento, Bárbara de Braganza.
Cruzando la calle del General Castaños está la Plaza de las Salesas que, por su propio nombre, hace referencia también al antiguo convento. Se trata de una pequeña plazuela ajardinada, con árboles viejos, bancos de piedra, un caño de vecindad o pequeña fuente y dos monumentos: un busto de Rousseau, réplica de otro que se encuentra en la ciudad de Ginebra; y una alegoría escultórica relacionada con la poesía.
De la Plaza de las Salesas sale la calle de Bárbara de Braganza que va hacia el Paseo de Recoletos y por el otro lado la calle de Fernando VI, que convertida luego en la calle de Mejía Lequerica conduce directamente a la calle de Sagasta. Avanzando por la calle de Fernando VI se pasa por delante de la Casa de Tócame Roque, bueno… seamos más exactos: por el lugar donde se alzó la Casa de Tócame Roque. Este inmueble, según cuentan, era feo y desvencijado y muy populoso, pero famoso en toda la ciudad por las jaranas y algarabías, y a tanto llegó esta fama que dio lugar a obras literarias y a su inclusión en el refranero castellano para indicar un edificio donde reina el desorden.
En la cuestión literaria, debemos indicar que fue don Ramón de la Serna quien primero inmortalizó este edificio en una obra literaria, un sainete publicado en 1843 con el título La Petra y la Juana, o El casero prudente, o La casa de Tócame Roque. La casa de Tócame Roque también fue inmortalizada en pintura gracias a Manuel García Hispaleto.
Muy cerca de ese punto está el Edificio de los Hermanos Lamarca. Se trata de un edificio concebido para un uso mixto industrial/residencia que fue construido para la empresa de carruajes de los hermanos Lamarca. Tiene un toque neoclásico y modernista y está rematado por torreones. En los últimos tiempos estuvo a punto de convertirse en hotel y parece que finalmente se va a convertir en un complejo residencia de 26 viviendas de lujo.
Pasado el edificio de los hermanos Lamarca, giré a la izquierda por la calle de los Regueros hasta llegar a la calle de Pelayo, que bajé hacia el sur hasta la calle de Gravina, calle que tomé para volver a dirigirme al norte por la calle de Hortaleza. En esta calle tenemos dos puntos de los que vamos a hablar. En primer lugar, la sede del Colegio Oficial de Arquitecto de Madrid (COAM).
El COAM fue creado a finales de 1929 en un Real Decreto como corporación de derecho público heredada de la Sociedad Central de Arquitectos, que a su vez data de 1849. La sede actual del COAM es el edificio de las antiguas Escuelas Pías de San Antón, que fue inaugurado para tal fin en 2012 tras la obra de remodelación del arquitecto Gonzalo Moure.
Justo al otro lado de la calle de Hortaleza está la sede de la Unión General de Trabajadores (UGT). Esta organización sindical fue creada en el Congreso Obrero de Barcelona en 1888 y comparte orígenes con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Es el segundo sindicato mayoritario de España detrás de Comisiones Obreras (CCOO).
Sin embargo, no estaríamos hablando aquí de UGT si no estuviera vinculado su nombre y su historia al edificio conventual, de más de 400 años de existencia, en el que tuvo -y todavía tiene- su histórica sede. En estos momentos, la dirección del sindicato está en plena mudanza a otro edificio que tiene UGT en la Avenida de América y que se culminará en los próximos meses. No obstante, UGT no se ha deshecho del edificio, sino que ha decidido alquilar el inmueble a una empresa todavía desconocida. Hay que resaltar que al tratarse de un edificio histórico, cualquier remodelación o uso del edificio se encontrará con la imposibilidad de tocar el claustro y la capilla.
La estancia de la UGT comenzó en 1987, pero mucho antes y desde mucho más tiempo atrás el edificio fue el Convento de Santa María Magdalena, construido en el siglo XVII. A este convento se le llamaba también Convento de las Recogidas, por dar cobijo a mujeres de mala vida para que después pudieran casarse o tomar los hábitos. El destino del convento cambió drásticamente al sufrir un incendio y no pudo efectuarse la reconstrucción hasta después de la Guerra Civil, momento en el que prácticamente quedó en el olvido hasta que UGT se estableció en él y lo rehabilitó.
Subiendo toda la calle de Hortaleza volvemos a dar con la calle de Fernando VI. Cerca de esa esquina encontramos una famosa pastelería, La Duquesita. Estamos hablando de un establecimiento centenario, ya que fue fundado en 1914. El negocio, que por suerte aún perdura, cerró sus puertas en 2015, después de 101 años de historia. La histórica pastelería resucitó de manos del maestro pastelero Oriol Balaguer, quien se hizo cargo de ella respetando la tradición y aportando productos nuevos con su propio sello.
En la misma acera, antes de llegar a la siguiente esquina, que es con la calle de Pelayo, está el Palacio Longoria, actual sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), que tengo la suerte de conocer por dentro, dado que soy hermano de músico que, a su vez, es socio de dicha institución.
El palacio Longoria es un palacio modernista, quizá el palacio modernista más significativo con el que cuenta Madrid. Se construyó con total y absoluta libertad, ya que su arquitecto, José Grases Riera, no tuvo ningún tipo de cortapisas ni indicaciones de la persona que lo mandó construir, el financiero Javier González Longoria. Todo esto ocurrió en 1902: las obras de construcción terminaron dos años más tarde.
Arquitectónicamente hablando, los elementos más destacables de su interior son su escalera imperial circular y la cúpula situada sobre ésta decorada con una colorida vidriera de la casa Maumejean. Todo el edificio es una especie de homenaje a la naturaleza, pues se usan formas como palmeras, por ejemplo, para rematar columnas y pilares. Todo el edificio está rematado con formas que se funden unas con otras, tal como la naturaleza lo hace.
En 1912 el inmueble fue comprado por la Compañía Dental Española para ser usado como residencia para su presidente y para instalar las oficinas de la compañía, por lo que se tuvieron que realizar reformas. En 1946 se vendió de nuevo el palacio a Construcciones Civiles y se produjeron nuevas reformas. Y finalmente, cuatro años más tarde, el palacio fue adquirido por la Sociedad General de Autores y Editores que emprendió nuevas reformas, ya que el edificio estaba en muy malas condiciones. Como curiosidad, podemos decir que el arquitecto que se encargó de esas últimas reformas fue Carlos Arniches Moltó, hijo del célebre autor de comedias. La última reforma que ha sufrido el edificio puede que fuera también la más necesaria, ya que se efectuó sobre la fachada exterior. Se produjo en el año 1992.
La calle de Pelayo se convierte en la calle de Campoamor justo cuando llega el cruce con la calle de Fernando VI. Por la calle de Campoamor, hacia el norte, y tras volver a girar a la izquierda en la calle de Santa Teresa, se accede por la parte sur a la Plaza de Santa Bárbara.
La plaza es más parecida a una calle ensanchada o embellecida que a una plaza propiamente dicha. Debe su nombre a la presencia, hace mucho tiempo, de una puerta, la llamada Puerta de Santa Bárbara, por la que se salía y se entraba a la ciudad por el norte. Esta puerta estaba situada en lo que hoy conocemos como Plaza de Alonso Martínez. En la plaza se encontraba también el Convento de Santa Bárbara, y si, no puedo decir con total certeza si la puerta dio nombre al convento o si el convento dio nombre a la puerta, pero de lo que si puedo estar seguro es de que o bien el convento o bien la puerta dieron nombre a la plaza.
Otro edificio que existió en la plaza fue un saladero y matadero de cerdos que posteriormente fue reconvertido en cárcel. Cuando este edificio fue demolido se construyó en su lugar el Palacio de los Condes de Guevara, un bonito edificio que actualmente sirve como sede del BBVA.
En los años 40 se construyó en la plaza un kiosko de piedra que albergaba una librería y unos servicios públicos. En noviembre de 1969, el librero fue encontrado asesinado a puñaladas y encontrado en un charco de sangre y rodeado de los libros y periódico que vendía. Desconozco si se pudo esclarecer este crimen. Este kiosko, no obstante, ha sido víctima de una remodelación muy reciente y hoy no existe ya, si bien queda un quiosco moderno que quizá esté ubicado en la misma posición o quizá en una muy cercana.
En la plaza hay un punto del que tenemos que hablar: Pecaditos de Santa Bárbara. Se trata de un pequeño restaurante especializado en la elaboración de minibocadillos de todo tipo. Sus grandes bazas son tres: calidad, variedad y precio muy económico. Su arma en los días de buen tiempo es la terraza, que casi siempre está atestada.
Tras rodear la plaza subiendo por la acera occidental y bajando por la acera oriental, tomé la calle de San Mateo, donde está ubicado el Museo Nacional del Romanticismo. Estamos ante un museo de la vida cotidiana del siglo XIX que presta especial atención a la corriente estética del Romanticismo. Hasta 2009 recibió el nombre de Museo Romántico, pero después de esa fecha, en la que se produjo una reforma de su sede, el Palacio del Marqués de Matallana, cambió su nombre. Este edificio fue construido entre 1776 y 1779 para servir de residencia al general Rodrigo de Torres y Morales, I marqués de Matallana. Desde 1924, si bien de facto, ya se constituyó en el inmueble un museo del Romanticismo gracias a Benigno de Vega-Inclán y Flaquer, II marqués de la Vega-Inclán; sin embargo, no fue hasta el año 1962 cuando se declaró al edificio y a las colecciones Monumento Histórico-Artístico.
Y de un museo a otro museo. Tras terminar de recorrer toda la calle de San Mateo, llegué a la calle de Fuencarral donde se aparece al caminante la portada barroca del Museo de Historia de Madrid.
Este museo, antes llamado simplemente Museo Municipal, ocupa el edificio del Real Hospicio de San Fernando, un edificio diseñado por el arquitecto Pedro de Ribera en el siglo XVIII. Su portada, la que vemos en la fotografía, es importante, está considerada como una de las obras maestras del barroco civil español.
El Museo de Historia de Madrid nace en 1926, cuando la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, -institución gracias a la cual este edificio fue declarado Monumento Histórico-Artístico y pudo ser salvado de la ruina- celebró ahí mismo la llamada Exposición del antiguo Madrid. La muestra tuvo mucho éxito y de allí nació la idea de crear en esa sede un museo encargado de divulgar la historia de la ciudad.
El museo contiene objetos y exposiciones desde que Madrid fue declarada capital de España, y por tanto, recoge el testigo en cuanto a historia de la ciudad se refiere, del Museo de San Isidro. Cuenta con 14 salas en las que se pueden contemplar pinturas, esculturas, mobiliario, planos, maquetas, porcelanas, platerías, etc.
En la parte de atrás del Museo de Historia de Madrid está la llamada Fuente de la Fama. Esta fuente se puede ver a través de una valla, ya que está dentro del recinto del museo, desde los llamados Jardines del Arquitecto Ribera. Y no están mal denominados esos jardines, ya que Pedro de Ribera fue el artífice tanto del museo como de la misma fuente. La fuente fue encargada por Felipe V, el primer Borbón, para embellecer la ciudad y proporcionar agua a la villa. La fuente quedó instalada en la Plazuela de Antón Martín en 1732, lugar en el que permaneció varios años. Según parece fue trasladada en un primer momento a la Plaza de las Peñuelas, en Arganzuela, hasta que en 1880 se desmontó y quedó almacenada en algún sitio. En 1911, con la ayuda de materiales de otros monumentos, quedó reinstalada en el Parque del Oeste, hasta que finalmente quedó en su actual emplazamiento en 1941. Parece que, como decían los clásicos, la Fama se desplaza a mayor velocidad que cualquier otra cosa.
La Fuente de la Fama es también homicida, ya que un desprendimiento mató a 7 personas que paseaban por el Parque del Oeste.
En la calle de Barceló hay dos puntos interesantes. En primer lugar el Teatro Barceló, antigua discoteca Pachá; y en segundo lugar el Mercado de Barceló, otro ejemplo de mercado popular remodelado a partir de un mercado de abastos tradicional.
El Teatro Barceló es, a día de hoy, un club nocturno que busca el glamour en la noche madrileña. El edificio que lo alberga fue construido en la década de los 30 por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto que se inspiró en un barco para rendir homenaje al marinero que da nombre a la misma calle. En un principio, en el edificio hubo un cine y un teatro, pero todo el mundo lo reconoce por ser el edificio de la célebre discoteca Pachá en los años 80.
El Mercado de Barceló se inauguró, en puridad, en junio de 1956 después de 22 meses de obras de construcción. El edificio que vemos hoy recibe el nombre oficial de Centro Polivalente Barceló, aunque todo el mundo lo conoce con el nombre tradicional de Mercado de Barceló. Además de un mercado, el edificio ofrece también los servicios de un polideportivo y de una biblioteca pública, de ahí el nombre de “polivalente”.
Terminamos ya esta segunda parte y finalizamos nuestro paseo por el barrio de Justicia en la calle de Sagasta dirigiéndonos a la Glorieta de Bilbao. Esta glorieta es un punto neurálgico de la ciudad de Madrid pues en ella convergen los distritos de Centro y Chamberí y cuatro importantes calles como son las de Fuencarral, de Carranza, de Luchana y de Sagasta. Al igual que la Plaza de Ramales, su nombre proviene de las Guerras Carlistas por la notoria defensa de la ciudad durante las contiendas.
Esta plaza fue límite de la ciudad, por lo que había en el lugar instalada una puerta en la muralla y, al parecer, dicha puerta recibía el nombre Puerta de los Pozos por encontrarse muy cerca varios pozos de nieve que se usaban para abastecer de hielo a la ciudad.
La glorieta cuenta en su centro, más o menos, con una fuente de siete caños alineados desde que fue reformada en el año 2000. Entre sus edificios destaca por encima de todos el de la Regional Centro de Seguros Ocaso.
En la glorieta también está el Café Comercial, un local situado en el número 7, junto a la esquina de la calle de Fuencarral. Este establecimiento es importante por su antigüedad, ya que fue fundado en 1887. Como otros muchos cafés, fue un local de tertulia visitado por gente ilustre que llegó a contar incluso con un club de ajedrez. Ha vivido hasta tres grandes reformas, la última de ellas hace nada, en 2017.
Este ha sido el recorrido por el barrio de Justicia. Como me ha ocurrido con todos los anteriores, estoy satisfecho de haber caminado, visto y conocido todos esos lugares que ahora forman parte de mí. Estoy conociendo mi ciudad, y me está gustando mucho la experiencia. Espero que os haya gustado esta segunda parte, bastante más ligera que la primera, ¿no?
Nos trasladaremos a continuación al siguiente barrio del distrito de Centro: el barrio de Universidad, donde visitaremos la Plaza del Dos de Mayo, de nuevo la zona de Tribunal, los mercados de San Ildefonso y de los Mostenses, el edificio de la Fundación Telefónica y terminaremos en el Ministerio de Justicia de la calle de San Bernardo.
Todas las fotos de la segunda parte del recorrido por el barrio de Justicia:
Todos los días una nueva foto en color del proyecto en Instagram. JMPhotographia en las redes sociales: