[Cap. 8] Conociendo mi ciudad: Barrio de Justicia (Centro) 1ª parte

El barrio de Cortes ha sido muy distinto al de Embajadores, si el segundo fue muy “popular” el primero podríamos catalogarlo de “monumental”. Pero voy a seguir conociendo mi ciudad, vamos a seguir conociendo Madrid, siempre que la lluvia y las demás inclemencias meteorológicas lo permitan. Vámonos hacia el norte, hacia el barrio de Justicia.

Instituto Cervantes - ©JMPhotographia
Instituto Cervantes - ©JMPhotographia

El barrio de Justicia está limitado por el norte por las calles de Sagasta y de Génova, por el oeste por la calle de Fuencarral, por el sur por la Gran Vía y por la calle de Alcalá y por el este por el Paseo de Recoletos. Está habitado por casi 17 mil personas. Recibe su nombre porque en este barrio está el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional entre otros juzgados y edificios de administración de justicia.

El recorrido comenzó esta vez andando hasta la Plaza de Castilla, donde tiene su cabecera el autobús número 27. Desde allí se llega directamente a la Plaza de Cibeles, donde comencé a caminar por la calle de Alcalá y después por la Gran Vía. El primer punto a destacar es el Instituto Cervantes y sus características cariátides que adornan el pórtico de entrada de su edificio.

El Instituto Cervantes no tiene rancio abolengo. Su fundación fue, como quien dice, antes de ayer. Se creó el 21 de marzo de 1991 para la promoción y enseñanza de la lengua española y la difusión de la cultura española, sus dos objetivos principales. El instituto cuenta con numerosas sedes en muchos países de todo el mundo pero sus dos sedes centrales están en la Comunidad de Madrid: la sede administrativa es este edificio de la calle de Alcalá; mientras que la otra sede, en la población de Alcalá de Henares, se usa como centro de formación de profesores.

Respecto al edificio que nos ocupa, el solar que está en la esquina de la calle de Alcalá con la calle del Barquillo hay mucha historia. Parece ser que en el siglo XVIII hubo una importante casa de postas desde la que partían diligencias que partían a destinos de toda la península.

Mucho tiempo después, un poco antes de la mitad del siglo XIX se instaló allí el Palacio del Marqués de Casa Irujo, un edificio de altura y construcción bastante notable -contaba con cinco pisos-, obra de Lucio de Olarieta. Una particularidad de ese edificio era su planta baja, donde se instaló un pequeño teatro en el que en algunos momentos se ofrecieron espectáculos con monos amaestrados. Tiempo después, se instaló allí el Café Cervantes, que respetó el pequeño teatro que allí existía y lo usó para organizar fiestas con baile, y en Carnaval, bailes de máscaras.

Detalle de dos de la cariátides del Instituto Cervantes - ©JMPhotographia
Detalle de dos de la cariátides del Instituto Cervantes - ©JMPhotographia

Sin embargo, este edificio fue derribado para construir el edificio actual, si bien lo fue para albergar la sede del Banco Español del Río de la Plata. La construcción se llevó a cabo entre 1910 y 1918 bajo el plano del gran arquitecto Antonio Palacios, justo al tiempo que también nacía la Gran Vía. Desde muy pronto se conocería al inmueble como el Edificio de las Cariátides por las esculturas monumentales en forma de mujer espartana que decoran el chaflán donde se instaló la entrada. El edificio está construido con hormigón armado y otros materiales de primera calidad: granito azul y mármol blanco y gris en el exterior y mármol y finas maderas en el interior.

En 1934 el Banco Central, que representaba al Banco Español del Río de la Plata, se estableció en el edificio tras efectuar su compra. Pocos años después ambas entidades bancarias se fusionaron y se llevó a cabo una reforma del inmueble. En los primeros años de nuestro siglo el Ayuntamiento compró el edificio para después canjearlo con el Estado a cambio de la Casa de Correos, actual Palacio de Cibeles y sede del propio Consistorio. En 2006 el edificio sufrió una nueva reforma para que el Instituto Cervantes pudiera ocuparlo como su sede, antes ubicada en el Palacete de la Trinidad, en la calle de Francisco Silvela.

Un poquito más adelante, justo en el nacimiento de la Gran Vía, está la Iglesia de San José. Lamentablemente, cuando llegué allí, un gigantesco andamio cubría toda la fachada del edificio. Se erigió en el solar donde se levantó en el siglo XVII el Convento de San Hermenegildo. La construcción de la iglesia data de 1730 y nos ha dejado una iglesia con nave de cañón, cúpula y fachada ornamentada. Junto a la iglesia también se construyó un convento que posteriormente fue derribado con la desamortización de Mendizábal. Años después, en el solar que correspondía al convento, se erigió el Teatro Apolo, y hoy en día lo ocupa un banco. El interior es muy rico en obras de arte, sobre todo pinturas de gran belleza y valor. Destaca la capilla de Santa Teresa por sus decoraciones y, en el exterior, la imagen de la Virgen del Carmen situada en la fachada, obra del mismo escultor que la Fuente de Cibeles, Robert Michel. Además, otra peculiaridad de la fachada es que es irregular, tiene un panel suplementario que se añadió en una remodelación a principios del siglo XX que fundió la iglesia con el edificio colindante.

Iglesia de San José - ©JMPhotographia
Iglesia de San José - ©JMPhotographia

Siguiendo por la misma acera, pero ya en la Gran Vía, encontramos el Museo Chicote, antes Bar Chicote, uno de los primeros locales de “cocktail” de Madrid. El local se inauguró como bar en 1931 cuando Pedro Chicote, barman del Ritz, abrió este establecimiento. Nueve años más tarde, en 1940, fue cuando comenzó la vocación de museo en el momento en que Pedro, llamado Perico, decidió mostrar al público su colección de botellas -más de 10 mil- de diferentes bebidas que tenía almacenadas en el sótano. El local es famoso no sólo por esto, sino por los clientes que han pasado horas allí, desde políticos hasta escritores, pasando por príncipes, estrellas de cine norteamericanas, deportistas, etc. Curiosa es también la historia y los avatares de la colección de botellas de Pedro Chicote. Tras morir él en 1977, pasó por varias manos, entre ellas las del empresario Ruiz Mateos. Tras la expropiación de Rumasa, la colección se sacó a subasta y se vendió por un precio irrisorio en 1983. Después de eso se pierde la pista de la colección hasta que apareció en una nave en Las Rozas.

La siguiente calle que encontramos a nuestra derecha es la calle del Clavel que tomamos en dirección norte hasta llegar a una plaza de nombre nuevo pero de origen más antiguo: la Plaza de Pedro Zerolo. Esta plaza es nueva de nombre pero no de historia. Con este ya son cuatro las denominaciones que ha recibido. El espacio fue creado en 1837 cuando se derribó el Convento de los Capuchinos de la Paciencia de Cristo Nuestro Señor, recibiendo su primer nombre: Plaza de Bilbao. En 1931, con la Segunda República, se le cambió la denominación por el de Plaza de Ruiz Zorrilla, nombre de un dirigente republicano del siglo XIX. Durante la Guerra Civil recibió muchísimos impactos de obús por su relativa cercanía con el edificio de la Fundación Telefónica, en la Gran Vía, por entonces el edificio más alto de la ciudad y usado por las fuerzas sitiadoras como punto de ajuste inicial de las trayectorias de los proyectiles. Se dice que la plaza recibió tantos impactos que fue llamada popularmente “El guá“, haciendo alusión a un popular juego de canicas.

Plaza de Pedro Zerolo - ©JMPhotographia
Plaza de Pedro Zerolo - ©JMPhotographia

Tras la Guerra Civil, la plaza recuperó su primitivo nombre por unos años, hasta que en 1944 se le puso el nombre de Plaza de Vázquez de Mella en honor a un político e ideólogo tradicionalista del gusto del nuevo régimen. En el 2016 la plaza recibió su nombre actual para rendir honores al político socialista Pedro Zerolo, por sus firmes defensas de los derechos de los colectivos de homosexuales, transexuales y bisexuales.

La continuación hacia el norte desde la Plaza de Pedro Zerolo es la calle de San Bartolomé, que me encontré en obras en alguno de sus tramos. Esta calle termina dando a la calle de Augusto Figueroa. Tomando esta calle a nuestra derecha y luego girando a la izquierda encontramos la bocacalle que da acceso por el sur a la Plaza de Chueca. Esta plaza ha dado el nombre a todo el barrio, un barrio transformado de raíz por los movimientos de gais, lesbianas y transexuales que se hicieron con la plaza y con el barrio dejando sólo en el olvido a sus anteriores moradores: drogadictos, camellos, prostitutas y chulos.

Plaza de Chueca - ©JMPhotographia
Plaza de Chueca - ©JMPhotographia

Justo al norte de la Plaza de Chueca, en el cruce de las calles de Gravina y de San Gregorio, encontramos un lugar muy carismático, la taberna de Ángel Sierra. Esta taberna castiza abrió sus puertas en 1908 siendo propiedad de un tal Felipe, que se la vendió a Ángel Sierra en 1917. Este la reformó por completo con azulejos de La Cartuja de Sevilla y maderas de Cuba. El ambiente que podemos disfrutar hoy en día no es muy diferente del que se vivía en ese mismo lugar hace un siglo. Si queréis verla en movimiento, aparece en la película de Almodóvar “La flor de mi secreto“.

Volviendo hacia el sur tras tomar la calle de Gravina y luego la calle de la Libertad, nos encontramos con el Mercado de San Antón, el cual no dudé un segundo en visitar. Entrar dentro de los mercados de Madrid, ver cómo son, cómo huelen, qué personas hay dentro, es en el fondo un pequeño placer de estos recorridos fotográficos. El edificio actual data de 2012, y es el segundo mercado, ya que el primero se abrió en 1945 y fue derribado en 2007. Como casi todos los mercados de Madrid, el cambio de las costumbres de consumo, es decir, la apertura de grandes superficies, básicamente, tuvo la consecuencia del decaimiento de este mercado de abastos; pero como sucedió con otros mercados, el nuevo impulso de jóvenes emprendedores tuvo éxito y el mercado pudo salir a flote.

Mercado de San Antón - ©JMPhotographia
Mercado de San Antón - ©JMPhotographia

Tras salir del mercado, bajé toda la calle de la Libertad hasta dar con la calle de las Infantas. En el número 16 de la calle de la Libertad está la que dicen la segunda taberna más antigua de Madrid: La Carmencita. Fue fundada como casa de comidas en 1854. Como otros cafés y establecimientos que hemos citado en este recorrido, fue frecuentada por literatos del siglo XIX y del siglo XX como Miguel Miura, Benito Pérez Galdós o Jacinto Benavente, por citar algunos. Debe su nombre a Carmencita López Gardoqui, que se hizo cargo del local en 1925.

Llegando al final de la calle de la Libertad y girando a la izquierda no se tarda mucho en llegar a la Casa de las Siete Chimeneas primero y luego a la Plaza del Rey. La Casa de las Siete Chimeneas es un edificio bastante antiguo, ya que hay constancia de que existía antes de 1570. Sin embargo, alrededor de este edificio hay muchísima leyenda. Según estos relatos normales y paranormales, el primer propietario de la casa fue un montero de Felipe II que la compró para su hija, recién casada con un hombre que partió enseguida para Flandes donde encontró la muerte. A partir de ahí comenzó una historia truculenta, semilegendaria, de amores prohibidos, asesinatos, fantasmas, desaparición de cadáveres y demás folclore. Si os interesa la historia en detalle, podéis encontrar información en muchos lugares, una simple búsqueda bastará, pero si sois vagos, simplemente pinchad en el enlace anterior.

Casa de las Siete Chimeneas - ©JMPhotographia
Casa de las Siete Chimeneas - ©JMPhotographia

En la Casa de las Siete Chimeneas vivió también el marqués de Esquilache, ministro de Carlos III. Durante el famoso motín motivado por la prohibición de llevar ropas de capa larga, la casa fue saqueada por la muchedumbre enfervorecida. Posteriormente el inmueble fue reformado, cambiando la forma de su planta, y más tarde aún lo fue de nuevo para ser sede del Banco de Castilla, ya en el siglo XIX. Durante el reinado de Alfonso XIII se convirtió en la sede del Lyceum Club Femenino, una institución feminista destinada a defender los derechos de las mujeres y su igualdad respecto a los hombres.

En la Plaza del Rey hay una estatua destacable, la del Teniente Ruiz, héroe del 2 de mayo. Se trata de una obra de 1891 del célebre escultor Mariano Benlluire. Jacinto Ruiz y Mendoza fue uno de los líderes de la resistencia española en el Cuartel de Monteleón durante el levantamiento popular del 2 de mayo contra la invasión francesa. El monumento fue sufragado por el ejército.

Teatro Infanta Isabel - ©JMPhotographia
Teatro Infanta Isabel - ©JMPhotographia

Después de cruzar la Plaza del Rey nos encontramos con la calle del Barquillo, que vamos a recorrer en dirección norte. Tras andar un ratito entre colegiales y tiendas de electrónica y música damos con el Teatro Infanta Isabel.

Antes llamado Petit Palais, cuenta con más de 100 años de historia. Fue inaugurado como barraca para un cinematógrafo en 1906 y más tarde, en 1914, convertido ya en teatro. A lo largo de su historia han estrenado allí sus obras autores de la talla de Jacinto Benavente, Enrique Jardiel Poncela, Miguel Miura o Alfonso Paso.

Justo después del teatro giramos a la derecha y tomamos la calle del Almirante, aunque muy brevemente, ya que tomamos la primera calle que cruza a la derecha, la del Conde de Xiquena, para dar directamente y sin casi aviso con las metralletas que guardan el Palacio de Buenavista, sede del Cuartel General del Ejército, donde no se pueden hacer fotos -así me lo hicieron saber amablemente; o bueno, más firme que amablemente-, por lo que no esperéis aquí fotos del palacio, aunque no nos pueden prohibir hablar de él.

El nombre de este palacio se debe a que el terreno donde está edificado es un ligero promontorio. Antes de este edificio se alzó otro palacio anterior que fue conocido como el Altillo de Buenavista. Al declarar Felipe II a Madrid capital de la corte, el entonces dueño, Gaspar de Quiroga, arzobispo de Toledo, le regaló la finca al rey. En él residieron varios personajes históricos, destacando por encima de todos Isabel de Farnesio.

El edificio pasó a las manos del duque de Alba y fue Cayetana, XIII duquesa de Alba, quien decidió derribar el edificio y construir el actual palacio, más grande, más suntuoso y más propio de una casa noble grande como la Casa de Alba. En el palacio se exhibieron obras de arte muy famosas como la Venus del Espejo de Velázquez o La madonna del Alba de Rafael. A lo largo de su historia sufrió varios incendios de importancia que ocasionaron dos grandes reformas que modificaron su estructura. Incluso nuestro amigo José I Bonaparte firmó un decreto para convertirlo en sede del Museo del Prado, pero finalmente fue destinado a ser en Cuartel General del Ejército en 1816.

El siguiente punto de atención es el Teatro Marquina. Para llegar hasta él basta con seguir por la calle de Prim en dirección al Paseo de Recoletos. Este teatro se levanta sobre un solar que el autor teatral Eduardo Marquina dejó como legado al Montepío de Autores, por lo que recibe su nombre en su honor. Fue inaugurado en 1962 y derribado en 1996. Dos años después fue inaugurado un nuevo edificio que tiene capacidad para unos 500 espectadores.

Después de llegar al Paseo de Recoletos me dirigí al paseo central para tener una perspectiva más amplia de lo que deseaba ver. No fue otra cosa que la Iglesia de San Pascual, para lo cual tuve que caminar unos metros, -no muchos-, en dirección sur. La Iglesia de San Pascual fue construida a partir de 1866 en el lugar donde dos siglos atrás había estado el primitivo Cenobio de la Inmaculada y de San Pascual, un antiguo convento barroco, sencillo y funcional construido para unas monjas clarisas traídas desde Almonacid de Zorita. Tras la desamortización de Mendizábal las monjas tuvieron que salir del inmueble aunque podrían regresar por un breve período de tiempo más tarde. Con el ensanche del Paseo de Recoletos y ante la imposibilidad de hacer un derribo parcial del edificio, se tuvo que hacer una expropiación forzosa y el edificio fue finalmente derribado en su totalidad. El edificio actual se levantó con las indemnizaciones y con ayudas del ayuntamiento, dejando como resultado un edificio de menor tamaño.

Vista la iglesia había que deshacer el breve camino realizado y volver los pasos hacia el norte otra vez hasta la calle del Almirante. A un lado y a otro de esa calle está el Gran Café de Gijón y el edificio de la Fundación MAPFRE.

El popular Café Gijón es famoso por las tertulias que tuvieron lugar allí entre los literatos de los siglos XIX y XX. Fue fundado en 1888 por un asturiano afincado en Madrid llamado Gumersindo. Al igual que otros establecimientos similares en el Paseo de Recoletos, dispone de una terraza en el espacio central del paseo. Es uno de los pocos supervivientes de los llamados Cafés de tertulia, de los cuales hubo en Madrid hasta catorce establecimientos sólo cerca de la Puerta del Sol. Por el café pasaron personalidades como Santiago Ramón y Cajal, Benito Pérez Galdós, Ramón María del Valle-Inclán, por supuesto, y también políticos como José Canalejas.

Café Gijón - ©JMPhotographia
Café Gijón - ©JMPhotographia

Cruzando la calle del Almirante está el edificio de la Fundación MAPFRE. Este edificio está operativo como sala de exposiciones desde 2008, pero fue construido como palacete entre 1881 y 1884. En sus tres salas de muestras se pueden ver colecciones de pintura, escultura y dibujo desde finales del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial. También hay una exposición permanente de Joan Miró.

Detrás de la Fundación MAPFRE, en la calle de Tamayo y Baus está la fachada principal del Teatro María Guerrero. Este edificio fue inaugurado en 1885 con el nombre de Teatro de la Princesa y la presencia de la regente María Cristina. Su relación con la actriz María Guerrero se debe a que ella lo visitaba mucho a pesar de que ella contaba con la licencia de explotación del Teatro Español. En 1908, su marido, de nombre Fernando Díaz de Mendoza, compró el teatro y lo convirtió en su centro de actuaciones. La propia María Guerrero y su marido se vieron abocados a vivir en los pisos altos del teatro debido a lo precario de su situación económica tras embarcarse en la construcción de un teatro en la ciudad argentina de Buenos Aires.

Tras la muerte de la actriz en 1928, el teatro fue adquirido por el Estado y este lo usó en seguida como conservatorio de música y declamación. Tres años más tarde pasó a llamarse Teatro María Guerrero. Durante la Segunda República fue usado como Teatro Escuela de Arte y tras la Guerra Civil reabrió como Teatro Nacional. En 1987 se convirtió en la sede del Centro Dramático Nacional, dirigido en su primera etapa por Adolfo Marsillach. Entre 2000 y 2003 fue reformado debido a que se encontraba amenazado por una plaga de termitas. De esta época data la llamada Sala de la Princesa, ubicada en el sótano y que da cabida a obras de formato pequeño con una capacidad de 80 personas.

Teatro María Guerrero - ©JMPhotographia
Teatro María Guerrero - ©JMPhotographia

Siguiendo hacia el norte por la calle de Tamayo y Baus llegamos a la calle del Marqués de la Ensenada. En esta calle vamos a poder contemplar por un lado la fachada lateral de Tribunal Supremo y por otro, al otro lado de la calle, el edificio donde tiene su sede el Consejo General del Poder Judicial. Este organismo es el encargado, en España, de defender al poder judicial de las posibles injerencias que puedan ejercer los otros dos poderes del Estado, por tanto, defiende a los jueces de las presiones políticas y de las leyes injustas o con base legal no válida. Curiosamente, de sus 21 miembros, 20 son nombrados por el poder político, si bien, en sus estatutos, se significa que estos miembros no están influidos por el poder político más allá de su nombramiento, por lo que, teóricamente, son totalmente independientes. El Consejo General del Poder Judicial propone el nombramiento del presidente del Tribunal Supremo y del propio presidente y vicepresidente del C.G.P.G. También propone el nombramiento de miembros del Tribunal Constitucional, de los presidentes de sala y de los magistrados del Tribunal Supremo y también de los presidentes de los Tribuales Superiores de las Comunidades Autónomas. Además tiene muchas otras competencias como la inspección de tribunales y juzgados, la promoción interna, la provisión de destinos, etc.

Consejo General del Poder Judicial - ©JMPhotographia
Consejo General del Poder Judicial - ©JMPhotographia

Volviendo sobre lo andado hacia el sur, por la calle de Bárbara de Braganza, llegamos de nuevo al Paseo de Recoletos, que recorrí -esta vez por el lateral- hacia el norte hasta llegar a la Plaza de Colón. Antes de llegar a la plaza encontramos otro establecimiento emblemático con terraza en la parte central del paseo: el Café del Espejo. Este café abrió en 1978 y es característica su decoración estilo Art-Nouveau, lo que lo convierte, aunque es un establecimiento más o menos reciente, en un recuerdo viviente de los antiguos cafés que abrieron sus puertas a principios del siglo pasado.

Terraza del Café del Espejo - ©JMPhotographia
Terraza del Café del Espejo - ©JMPhotographia

Ahora si, tomando la calle de Génova llegamos a la Plaza de la Villa de París, que es donde va a terminar esta primera parte del recorrido por el barrio de Justicia.

En la calle de Génova está la siempre famosa y televisada Audiencia Nacional. Este es un tribunal tanto de apelación como de instancia con jurisdicción en todo el territorio nacional español. Se creó en 1977 para substituir al Tribunal de Orden Público instituido durante el Franquismo. Se compone de cuatro salas: sala de lo penal, sala de apelación, sala de lo contencioso-administrativo y sala de lo social.

La plaza de la Villa de París es un espacio ajardinado frente al Tribunal Supremo. Originalmente se le llamó Plaza del Palacio de Justicia, y antes de eso en aquel solar se desplegaban los huertos del Convento de las Salesas. En los jardines encontramos dos estatuas, la de Fernando VI y la de Bárbara de Braganza. El nombre actual de la plaza se debe a una visita de Émile Loubet, presidente de la República Francesa, en 1905.

El Tribunal Supremo, como su nombre indica, es el órgano judicial que se encuentra en la cúspide del sistema de justicia español. Es el máximo tribunal en todos los órdenes excepto en uno, ya que en lo que atañe al derecho constitucional, la máxima autoridad es el Tribunal Constitucional.

Plaza de la Villa de París y Tribunal Supremo - ©JMPhotographia
Plaza de la Villa de París y Tribunal Supremo - ©JMPhotographia

El edificio del Tribunal Supremo forma parte del antiguo convento de las Salesas, fundado en 1748 por Bárbara de Braganza. El edificio fue pensado para ser colegio y residencia de jóvenes de la nobleza. En 1870 las religiosas fueron enclaustradas y el edificio principal se destinó para ser Palacio de Justicia. La iglesia, por su parte, siguió existiendo como tal pero fue constituida bajo la advocación de Santa Bárbara en 1891. Hablaremos sobre esta iglesia en la segunda parte de nuestro recorrido.

El Tribunal Supremo fue creado en 1812 en plena invasión napoleónica. En la práctica este inicio de la labor del tribunal fue simbólica, ya que con la instauración de Fernando VII el Tribunal Supremo fue desmantelado, volviendo los Consejos Reales y la no separación de poderes en el Estado. Volvió a establecerse en el llamado Trienio Liberal y de nuevo a ser desmantelado a la vuelta de Fernando VII tras la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis.

Entre las atribuciones del Tribunal Supremo está la de juzgar, en caso necesario, a las figuras importantes del Estado, como el Presidente del Gobierno y los miembros del Ejecutivo, senadores y diputados y magistrados de cualquier rango de propio Tribunal Supremo, del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional, así como otras altas figuras del Estado y de las Comunidades Autónomas. Asimismo, se encarga de los procesos de ilegalización de partidos políticos y de los recursos contra las resoluciones de tribunales inferiores, entre otras cosas.

El Tribunal Supremo está compuesto por cinco salas: Sala Primera o de lo Civil, Sala Segunda o de lo Penal; Sala Tercera o de lo Contencioso-Administrativo, Sala Cuarta o de lo Social y, finalmente, Sala Quinta o de lo Militar; cada una con un magistrado encargado de esa sala y un Presidente del Tribunal Supremo como cabeza visible de la administración. Además de las cinco salas hay otros órganos jurisdiccionales especiales que resuelven pleitos sobre asuntos de jurisdicción, competencia, etc.

Terminamos aquí este largo capítulo sobre el barrio de Justicia. En la Segunda parte visitaremos la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, el Palacio Longoria o sede de la Sociedad General de Autores y Editores, la Plaza de Santa Bárbara, la zona de Tribunal, el Mercado de Barceló y terminaremos en la glorieta de Bilbao.

Espero que no os haya resultado pesado esta primera parte del recorrido fotográfico por el barrio de Justicia. ¿Os ha resultado interesante? Podéis comentarlo aquí abajo. Dejad vuestro comentario.

Todas las fotos de la primera parte del recorrido por el barrio de Justicia:

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